La angustia es la expresión asfixiante de la incertidumbre por el futuro. Se instala en el plexo solar y, conforme crece, oprime cada vez más a los pulmones, impidiendo respirar correctamente.
También oprime la boca del estómago, alterando la sensación de hambre y la de sed. Con el tiempo altera el sueño, el humor y la libido y puede llegar a ser paralizante.
Cuando uno no respira correctamente, se complica la gestión de los pensamientos negativos. La angustia impide su mera contemplación y le dificulta a la mente focalizarse en otra idea.
La angustia es invisible, no pinta una mueca en el rostro de las personas ni escribe "ayuda" en su frente. Sólo quien la ha superado y conoce bien a quien la padece puede llegar a identificarla.