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martes, 12 de noviembre de 2013

Spilling lines

La última entrada que hice en este blog data del 11 de Junio, hace cinco meses y fue la crónica de la séptima etapa del Camino del Norte que hice en mayo. Nunca había estado tanto tiempo sin escribir aquí...  Después de ese post, entré en la definitiva vorágine de un proyecto laboral incierto, apasionante y muy absorbente y tuve que aparcar algunas cosas queridas y necesarias, escribir entre ellas.


Además, contar las peripecias de un tipo en bicicleta, bajo la lluvia del Camino de Santiago que discurre por Euskadi y Cantabria, mientras en el resto del país la gente se tiraba por la ventana porque no puede pagar la hipoteca, me parecía una frivolidad, que quieres...  Pero escribir, necesito hacerlo más a menudo. Este sitio es mi particular psicoanalista.  Esto no es una promesa ni un propósito, sólo un deseo.

martes, 11 de junio de 2013

El Camino del Norte. Día 7. Markina-Xemein - Eskenika (Morga)

Si te mandan a la cama a las diez de la noche, es lógico que te despierten a las seis de la mañana.  Si duermes en un convento, lo normal es que hagas horario de convento.  Sin apenas abrir los ojos más que para no tropezar con el mobiliario y la gente, recojo lo poco que saqué de la mochila y lo meto dentro.  El albergue cierra a las ocho de la mañana, asi que esa es la insana hora en la que me enfrento a lo que sucedió ayer en el mundo, café doble y pincho mediante.


A las nueve empiezo el pedaleo.  El café no me ha hecho efecto y me pierdo dos veces antes de salir de Markina. "Perderse antes de salir" es el resumen de muchas vidas.  La desagradable sensación que me transmiten las muñecas, hechas fosfatina, no ayuda a mejorar mi percepción del día. Anoto como buena la canción de Beak, Mono, otra señal más de la tensión mental en la que estoy instalado en estos momentos.

miércoles, 5 de junio de 2013

El Camino del Norte. Día 6. Deba - Markina-Xemein

A las 6:45 me despierta el runrún de la gente que empieza a moverse.  No tengo nada que hacer hasta las 9, así que me enrosco en el saco con los auriculares.  No le pongo el sleep y, al rato, una melodía reclama mi atención.  Es una bonita canción pop para arrancar el día, el Yet Again de Grizzly Bear, que me despereza.  De todos modos, son ya casi las ocho. Al ir a colocar las alforjas, soy incapaz de encontrar la llave del candado de la bici.  Es la primera noche que la he atado en todo el viaje.

Todo tiene solución y la Guardia Urbana me presta una cizalla. Asusta un poco ver lo fácil que es robar una bici con las herramientas adecuadas...


martes, 4 de junio de 2013

El Camino del Norte. Día 5. Orio-Deba

Me levanto happy, flower power modo: ON y en lugar del Off and On habitual dejo sonar el All is full of love de Björk tres veces antes de salir del saco.  En el desayuno con vistas estamos todos los que hemos pasado la noche en el albergue.  Hay risas y muy buen feeling flotando en el ambiente, a pesar de que el día amaneció cubierto. Aprovecho para apuntalar las dudas que tiene Troy sobre la Iglesia.


Las despedidas no siempre son tristes y hay una tanda circular de abrazos en la que participa todo el mundo menos Young Mi que se limita a sonreir y a inclinar la cabeza.  Es curiosa la aversión de los orientales al contacto físico y anoto buscar el porqué.  En la libretita apunto epidemias-sexo-artes marciales entre interrogantes.

El Camino del Norte. Día 4. Donosti-Orio

A las 5:55, los franceses de mierda (hay de todo en todos los países, pero a mi me tocaron del % maloliente) empiezan a moverse.  Son como son y no los vamos a cambiar, así que empleo el sistema enchufa el reproductor mp3 y cúbrete con el saco hasta una hora normal. A las siete y media empiezo con la tediosa tarea de recoger las cosas y meterlas en la mochila y las alforjas. 

El sedentarismo lo inventó un nómada harto de ir con la casa a cuestas.  Una mañana le dijo al resto de su tribu: "Vosotros id yendo que yo ya... ya... ya inventaré la agricultura o algo, para comer, pero hoy no me sale de los cojones hacer el petate y me quedo aqui".

Después de desayunar me entretengo un ratito ajustando los cables de la bici.  Los de los frenos sufrieron bastante en el Jaizkibel.  El mantenimiento de una bici no es más complicado que el de una Vespa y ya tuve dos. En 20 minutos queda lista para la jornada de hoy.

sábado, 1 de junio de 2013

El Camino del Norte. Día 3. Donosti

Abro los ojos a las 08:30, una hora razonable.  No hay cosa peor en los albergues que los franceses que se levantan a las 5:30 y empiezan con el runrún de prendas de nylon y de las cremalleras para salir a caminar a las seis de la mañana.  A esa hora no han puesto las calles pero, claro, ellos vienen a pisar tierra, piedras y hierba y se la pela bastante el horario tradicional del país.

Hoy he decidido recorrerme Donosti, así que, después de desayunar como un campeón, dejo los trastos en la consigna del albergue. Los he recogido con premeditada parsimonia mientras intento recordar que día de la semana vivimos.  De paseo me llevo sólo la tablet con las muestras y el casco que, no lo sabía, no es obligatorio en ciudad. El sol está saliendo pero aún hay una espesita capa de nubes que no se lo quieren poner fácil.  A esta hora, el mar huele de una forma especial.  "Más fresco" sería la forma sencilla (y obvia) de definirlo.


viernes, 31 de mayo de 2013

El Camino del Norte. Día 2. Irún-Donosti

A las 6:15 (si, no es un error de transcripción) suena música irlandesa, que dista un poco de mi concepto de "despertar con música".  Técnicamente hay que desalojar el albergue a las ocho de la mañana, así que hay tiempo y me doy la vuelta dentro del saco.  Cuando me levanto, a las siete y algo, sólo quedan cuatro paisanos desayunando.

Lo de levantarme tarde y salir el último es para no olvidarme nada.  Si todo el mundo ya ha recogido sus cosas, lo que queda es mío.  Vosotros id tirando que yo ya... yo ya...  


jueves, 30 de mayo de 2013

El Camino del Norte. Día 1: Miño-Irún

Mientras la estaba embalando (joer, tuve que buscar como se escribía correctamente, empezamos bien) pensaba en los 127 pavos de la puesta a punto de la bicicleta.  Cambio de la transmisión, del cambiador, pastillas y ajuste de cables.  Por ese precio casi que me compraba una nueva.  Según el mecánico, la transmisión no hubiese aguantado el tute.  Se ve que esa "manía", como le llama él, de meterla en la playa no le sienta muy bien a los rodamientos.  Pienso en el gran placer que es pedalear en un palmo de mar y me la pela.  Ha durado seis años. Probablemente debería tener una bici chunga para esa gozada y reservar la buena para que dure, pero claro, nunca sabes cuando vas a terminar metido en el agua, depende del día... Divagar sobre tonterías mientras haces tareas rutinarias es la mejor manera de que no te agobien...

lunes, 27 de mayo de 2013

El Camino del Norte. Día 19

El peor día del Camino es siempre el segundo de la vuelta a casa.  Durante el primero se suele lavar el equipaje y guardarlo para la próxima vez.  Cuando vuelves del Camino siempre lo haces pensando en cuando vas a volver.  Si ya has ido dos veces, mientras puedas caminar siempre volverás; el Camino engancha irremediablemente.  Ese primer día de regreso no quieres mantenerte inactivo, así que ordenas fotos, ese inestimable apoyo para la memoria a partir de cierta edad y, los que tomamos notitas, las clasificamos convenientemente para desarrollarlas en su momento, en lo que es un ejercicio compuesto a mitades iguales entre la nostalgia y la reafirmación de todas aquellas verdades que se te mostraron durante el trayecto.

En el segundo día de la vuelta, aparece el dolor físico y el vacío existencial.  El cuerpo se ha acostumbrado a la tunda diaria de kilómetros y la encuentra a faltar, así que músculos, huesos y tendones protestan ante la falta de ejercicio como protestaron durante los primeros días ante el desacostumbrado exceso.  El espíritu, si no lo preparaste adecuadamente, queda aturdido ante la vuelta a la rutina.  Acostumbrado a la libertad absoluta y a la ausencia de horarios, volver a las obligaciones cotidianas, por pequeñas que sean, incomoda tremendamente, sobre todo si vienes de certificar que lo que haces con tu tiempo no es lo que deberías hacer o lo que quieres hacer realmente.

martes, 7 de mayo de 2013

On The Way, again (El Camino del Norte, día 0)

Mañana salgo hacia Irún en tren, mochila a la espalda y bicicleta embalada.  Me vuelvo a meter en el Camino de Santiago, esta vez en la versión Norte, la primigenia, la que usaban los peregrinos cuando la Reconquista aún no había avanzado lo suficiente para poder caminar por la interminable meseta castellana y sus planicies eternas.

Dicen que la del norte es la versión más bonita de todas, por el paisaje.  Lo sabremos a la vuelta, la cámara de fotos dará cuenta de ello.  La intención es llegar hasta Gijón, al menos.  El motivo principal para ir es hacer un reconocimiento para sondear las posibilidades comerciales que tienen Cantabria y el País Vasco para el proyecto Lucerito Artesanía. Todos sabemos como está el mercado y para que nos sea rentable la empresa hay que estirar la ruta norte algo más, antes de embarcarnos definitivamente en el proyecto.  Hasta Gijón ya tenemos claro todo el potencial que hay, ahora toca indagar más allá.

martes, 21 de diciembre de 2010

The Way

Ahora que aprendí a decir pinícula, va y le llaman flim...  Fuí ayer a verla.  Decepcionante, la verdad.  Por que creo que la idea y el entorno daban para mucho más.  Por que se olvida de retratar aspectos del Camino que le darían más valor a la cinta.  Por que hay aspectos de la misma que no la hacen demasiado creíble para los que hemos hecho algún tramo del Camino.  Y fué decepcionante para otra persona que vino conmigo y que no lo ha hecho.  Nos pareció un documental malo americano o una peli de sobremesa.  El dolor de un padre por la pérdida de un hijo, ambientado en el Camino de Santiago.  Y ya está.  La sensación es que montaron un guión deprisa y corriendo para chupar la subvención.  Y que ni el Director ni el actor principal han hecho (completa) ni una sola etapa.
En primer lugar, no incide en el dolor físico del caminante.  Cuesta de creer que un oftalmólogo que juega al golf en carrito se ponga a patear así como así y vaya cumpliendo etapas sin más.  Por que no retrata el ambientazo de los albergues públicos. Por que podría haber explotado mejor los paisajes, las amistades, las historias de la gente...  Y por que la primera parte de la peli aún se puede ver.  Pero la segunda está hecha contrarreloj y corriendo.  El detalle de que entre el Alto de la Cruz (antes de Ponferrada) y Santiago sólo aparecen unas breves imágenes de O Cebreiro debería hacer que devolvieran la pasta que la Xunta les dió.  Incluír un par de minutos de imágenes de la parte gallega del Camino debía ser obligatorio, pero no tuvieron demasiadas ganas (o tiempo) de grabarlas, está claro.  Sheens´... las cosas, o se hacen bien o se dejan para mañana.  Y lo de continuar hasta Muxía... ¿eeein?  Si se sigue, es hasta Fisterra, meus... en fin...
Si no has hecho el Camino y quieres hacerte una idea, la película no es que te vaya a empujar a hacerlo.  Y si lo has hecho, a no ser por las primeras etapas (de Sant Jean a Pamplona), te va a decepcionar.
Cualquiera que haya hecho el Camino, con una videocámara doméstica puede mejorar el truñete que tratan de vendernos, la verdad...

jueves, 16 de diciembre de 2010

El Camino de Santiago. Día veintialgo...




Han llegado a pedirme que resumiera mi experiencia en el Camino en tres palabras. o en una frase.  Puede parecer difícil, pero lo he mejorado.  Lo haré en un  solo término:  Corto.
Hay muchas maneras y diversos motivos para hacer el Camino.  Si vas para menos de un mes, tienes que escoger una.  O no.  Yo fuí con un billete de autobús y una mochila, a ver que pasaba.  Y pasó demasiado.  Demasiado para tan pocos días.

Repasemos motivos diversos por los que uno puede meterse a caminar como un gilipollas durante varias jornadas:
* Por el contacto con la Naturaleza y para hacer algo de ejercicio.
* Para encontrarse a uno mismo o para darle vueltas a algún  problema personal. Para que afloren los demonios de cada uno.
* Para ponerse a prueba en lo físico.  Para descubrir el dolor en partes desconocidas de tu cuerpo. Para descubrir que cuando crees que no puedes más, aún puedes el doble.
* Para conocer gente.  Sus historias y sus ganas de pasarlo bien.
* Para ligar.  No fué mi caso, pero vi formarse dos parejitas la mar de monas, ellas...
* Para conocer Galicia.  Y Asturias, Cantabria, León, Portugal, la meseta Castellana, Navarra, la Rioja..., dependiendo de donde lo inicies.
* Para hacer una ruta gastronómico-enológica.
* (En blanco, rellenar al gusto.)
Todos muy válidos.  Y he obviado los religiosos, que pueden ser tan válidos o mas que cualquiera de los anteriores, pero que no eran los que me interesaban.  Un pretextoes válido si a ti te sirve, independientemente del rating que ese motivo pueda tenr para la mayoría.
El problema con el que te vas a encontrar, es que tienes sobredosis de todos los motivos, todos los días.  Así que, o te concentras en uno o decides disfrutarlos todos a la vez.  No es mala idea llevar en la cabeza uno de ellos, si vas por pocos días y renunciar expresamente a los otros, si quieres concentrarte en él. Yo me submergí plenamente en todos.  Me lo pasé genial, pero me faltaron días para poner en orden un par de ideas.  Por eso no descarto volver en breve, quizá en una ruta poco transitada, para tener más tiempo para mi solo.

Ahora, con el cuerpo recuperad (aún colea un poco la tendinitis en la rodilla izquierda, aunque ya no molesta), me encuentro felizmente inmerso en una ataraxia total.  Ataraxia es la ausencia de preocupaciones.  Y cada día la disfruto más.  También he puesto mi ritmo de vida al ralentí, dejándome llevar por lo que me apetece hacer, no por lo que toca hacer. Y se está de muerte, creédlo.  He ido haciendo cosillas, pero sin ningún orden.  Supongo que pronto tendré que imponerme una disciplina, para no caer en la haraganería total . Pero pronto no quiere decir ahora, ni mucho menos. Y con las Navidades al caer, menos aún.

Una de las decisiones que tomé en El Camino era la de no volver a trabajar.  Al menos en la forma tradicional.  Quedé bastante desengañado de la última experiencia.  Innumerables horas dedicadas, todos los logros conseguibles y en la calle, por un plan estratégico.  No se que mierda de plan será el cargarse a 7 de los 8 Jefes de Ventas, algunos con muy buenos resultados.  Salvar el culo, supongo.  El mindundi que nos pusieron como Jefe no creo que pueda seguir capeando el temporal más allá de mayo, en cuanto siga presentando resultados tan nefastos como lo está haciendo, sin ninguna estrategia más que echarle la culpa de esos resultados a otros.  Ya se le terminan las cabezas de turco.  Pero se habrá dejado una docena o más de personas muy válidas por el camino.  
Pero antes pienso, antes sube el pan.  Tengo una oferta en la frontera de la aceptación.  Ni es mala para rechazarla, ni es taaaaan buena como para tirarse de cabeza.  Está al lado de casa, pagan bien, el trabajo es fácil y entretenido... El problema es que... no me apetece ponerme a currar, tu...  Al menos de momento.  Pero bueno, aún no me han cogido, igual hay suerte y le dan el curro a otro y sigo teniendo el tiempo para poner en marcha un par de proyectos que me rondan por la cabeza y que no he arrancado por que aún me encuentro adaptándome a esto del slow life rythm...

En la libreta se quedaron perdidas tres anécdotas del camino:
Los calzoncillos de pelo...  No diré quien, pero en las duchas de Triacastela, creo que fué, nos contó uno que fué a depilarse las piernas por lo de ir en bici.  Ya puestos con la esteticista, le puso una tira de esas de cera en el pecho.  Ya puestos... se hizo todo el pecho.  Una vez terminado, no pensó, antes de irse, en los calzoncillos, con lo que su aspecto, en pelotas, era bastante divertido, con todo el cuerpo perfectamente depilado, excepto la zona de los slips, que conservaba todo el vello original.  Aún recuerdo el sonido de las carcajadas retumbando en las paredes del albergue.  Yo creo que me pude quitar el jabón con los lagrimones que me caían...
Otra... En la subida a O Cebreiro, en una parada técnica, a uno de los isleños se le ocurrió preguntarle al lugareño que regentaba la tasca de rigor si tenían Marie Brizard.
- Aqui no servimos mariconadas, obtuvo como respuesta.
...
- Ya estamos en Galicia, ¿verdad?, me preguntó... Efectivamente, amigo... 

Y la tercera: En una espera antes de ir a cenar, sentados en los banquitos frente al albergue, mientras esperábamos que saliera el resto, me comenta uno:
- Se me ocurre un negocio para montar en El Camino...
- ¿si?
- Una Disco-movil....
- ¿?
- Yo, es que a la gente del albergue, la veo con ganas de bailar...
Fina ironía isleña...

Una de las ideas que creo que si funcionaría, sería la de montar una especie de autobús de apoyo - guardería, para que las parejas con niños pequeños pudieran hacer el Camino sin tener que preocuparse de sus retoños.  Esa la dejo al aire, para el que la quiera explotar.  A mi, los niños me gustan un ratito y sólo los de los demás...

En fin, suponogo que me irán viniendo más cosas a la cabeza, conforme pasen los días. Ya las postearé, en su caso.

Dejaré, para acabar, ocho de las diez bienaventuranzas del peregrino.  Son las que casan conmigo.  Las otras dos tienen fundamento religioso.
* Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el Camino te abre los ojos a lo que no se ve.
* Bienaventurado eres, peregrino, si lo que más te preocupa no es llegar, si no llegar con los otros.
* Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el Camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres. (Y de atardeceres)
* Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el auténtico Camino comineza cuando se acaba.
* Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe dónde colgar tantas emociones.
* Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro vale más que cien hacia delante sin mirar a tu lado.
* Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del Camino.
* Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar la imagen de tu corazón.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Camino de Santiago. Dia 10. Santiago

Como ya conté en el post anterior, el viernes amanecí crucificado..  Por las agujetas y por la postura; los brazos en cruz, en medio de la cama.  Estuve varios días que no podría dormir de otra forma. Tenía los hombros tan cargados que si me colocaba en otra posición, se me dormian los brazos.  Me estuvo bien, por animal.  Las cosas tienen un ritmo y hay que saber leerlo.  Tratar de ir por encima de él, sólo sirve para que termines jodido de alguna manera.  Eso, si no te rompes.  Romperme, no me rompí, pero fué de milagro.
Así que después de una ducha caliente, repasando con el intenso chorro de agua caliente toda la musculatura posible, me unté bien untadito de Radio-salil, acabando el tercer (¿o cuarto?) tubo del Camino.
Desayuné como un marqués.  Despacio, saboreando.  Leí dos periódicos, para  saber como estaba el mundo.  No muy bien, como siempre.  Me tomé dos pastillas de voltaren y dos sobres de Espidifen.  El Espidifen no es útil solamente para las resacas.  También sirve para los dolores musculares.
Tenía la Catedral a cinco minutos, así que tardé poco en llegar.

La verdad es que no sentí ninguna emoción especial, al contrario que la noche anterior.  Ya he estado muchas veces frente a La Catedral (y dentro, detrás, debajo y encima), con lo que no era una estampa novedosa.  Y ese día sabía que iba a llegar (vamos, 500 mts...), al contrario que el anterior.
Técnicamente, ese es el final del Camino.  En la práctica, debería ser el principio.  El verdadero Camino empieza cuando lo terminas.  Creo que es imposible pasar una semana, o más, andando y que no te sirva para nada.  Si no eres perfecto,  y no conozco a nadie que lo sea, te habrás dado cuenta que hay algunos comportamientos y actitudes tuyas que no son todo lo correctos que deberían ser.  Pero bueno, una cosa es que te des cuenta y otra, muy diferente, es que hagas algo para modificar esas conductas.  Siembra un pensamiento y recogerás una acción.  Siembra una acción y recogerás un hábito.  Dicen que las personas no cambian.  No cambian, si no quieren.  Si quieren, si pueden hacerlo.
Esta es una de mis fotos favoritas del Camino.  Por que es una metáfora visual muy buena.


Y bueno, ese era yo...  Lo malo de pedir que te hagan fotos es que no las toman en la perspectiva que tu quisieras.  Anotado para otra vez:  llevar un trípode, aunque sea pequeño.

Entré en la Catedral por que le había prometido al paisano del cuarto o quinto día una plegaria al Apóstol por él y por su señora.  No creo que gane un premio de plegarias, la verdad, pero la hice de corazón.  Se lo prometí y así cumplí.  La palabra dada es sagrada.  
Al salir intenté volver a tomar la fotografía, pero ni la luz, ni el edificio anexo, en obras, me dejaron.  Ya caerá otro día...
Dejé mi mochila en la consigna (2€) y fui a recoger mi Compostelana.  Me acordé de poner "Motivos religiosos y otros" en el impreso.  Si no, no te la dan.  Esta era la primera vez y ésta la guardaré.  Para futuras ocasiones, me vale con conservar la credencial de peregrino con sus sellos.


Tenía una horita larga hasta que me vinieran a recoger (nunca mejor dicho) e intenté pasear algo por el casco antiguo, pero nada de nada, el cuerpo ya no me daba para más, así que me aposenté en la Casa das Crechas, uno de mis loccales favoritos de Santiago y me dispuse a esperar, entre té y té.
Una vez llegó el coche-escoba (debería ser, mejor, el coche-aspiradora), aproveché para tomar un par de fotos más, con el fin de inmortalizar el momento.


Esta toma es mejor que la anterior...


Y por supuesto, ésta foto no podía faltar.  Sin dolor no hay gloria.  Me acordé de Fran y de Josué, antiguos compañeros de trabajo.  Esa camiseta nos la compramos después de sufrir como perras para conseguir un contrato de más de 100 millones de pesetas (630.000 euros) para una banda de desagradecidos.  Ninguno de los tres estamos ya allí, con todo lo que dimos... Bueno, Fran sigue ahí, pero no creo que por mucho tiempo. En fin.  El tiempo pondrá a todo el mundo en su sitio, supongo.

Sigo pensando que es un error llegar a Santiago por la mañana. Es mejor al atardecer.  El sol le da a la fachada de la Catedral de llenoy las fotos de la misma ganan en impacto visual.  Estas dos estan sacadas de  mi archivo personal.  Ya me diréis si no hay diferencia.
Si quieres ir a la misa del peregrino, vas al día siguiente y listos....



Después, nos encaminamos hacia casa, en Miño.  Creo que paramos a comer, pero no me acuerdo demasiado bien.
Hablé con un par de colegas del poker, a ver si alguno iba hacia La Toja en coche, pero no hubo suerte.  Había una super-alerta por temporal y no me apetecía demasiado bajar en moto hasta O Grove.
Bueno, que remedio.  Preparé la bolsa de viaje de la moto y me acosté para una siestecita reparadora de un par de horas.
Al despertar, sobre las siete de la tarde, el cuerpo me temblaba todo.  Tenía menos fuerza que un dibujo animado.  Encima, al abrir la ventana de la cocina, me golpeó la cara el intenso viento y la lluvia que caían.  Joer, una cosa es que te pille la lluvia durante el trayecto y otra, muy diferente, salir con ese temporal, con 180 kiómetros por delante.  Tengo un equipo bueno para ir en moto a pesar de las inclemencias del tiempo, pero ni mi cuerpo ni mi cabeza estaban en las mejores condiciones, así que era una locura salir.  Y esta vez si supe leer la señal y me quedé en casa, renunciando a la entrada del torneo y sonriendo por la lección que me daba la vida.; Mira que te avisé de todas las formas posibles.  Oíste, pero no quisiste escuchar.  Pues hala, a joderse...
Total, que hice un sobreesfuerzo estúpido para nada.  Y para perderme un día y medio o más con toda la gente estupenda con la que habíamos hecho grupo, casi familia.  Bueno, una para ver y aprender, dicen...

Total gasto del día: 26 €, acumulado: 452 €.  Eso da una media de 45 € por día., 47 si incluyo el billete de autobús de ida.  No me negaréis que es barato.  Y se puede hacer por mucho menos.  Creo que, si te lo propones, podrías pasar con 35 € diarios sin pasar penurias ni tener que hacerte la comida.  Se puede hacer con menos, pero ahí ya tiene que entrar la vena rata.

Hay pocas fotos de este día, pero si alguien quiere descargarlas, sólo tiene que usar el siguiente enlace.

martes, 7 de diciembre de 2010

El camino de Santiago. Dia 9. Arzúa - Santiago

El jueves amaneció espeso.  Tanto el cielo como mi cabeza.  Las raciones de octochupis, supongo...  Me unté las piernas de Radio-salil, como cada mañanita, casi terminando el tercer tubo, en una accion medio terapéutica, medio preventiva.
Al salir a la calle, me acordé de la  peculiar Festa dos botes, que hacen allí en verano.  Aparte de traer buenos grupos, proponen el Juego de la Moca, donde el tablero es el pueblo y las diferentes casillas son los bares del mismo. Moca, en Galicia es "ligera intoxicación etílica, tirando a intensa".  Subvencionado por el Concello. La Galicia interior... No es difícil imaginar lo de de moca a moca y bebo por mi moca...  Yo voy a ese evento por los conciertos, que luego tengo 40 kms. de curvas hasta casa, que conste.  Que la edad de hacer el burro no la pierdo, pero la de jugarme la vida por nada ya se me pasó.
Resulta que se me había metido en la cabeza ir a jugar el torneo de La Toja,  para el que tenía la entrada pagada a través de un satlélite, contraviniendo el espíritu con que me tomé el Camino; ir al ritmo que éste impusiera.  Para ello tenía que llegar lo más cerca posible de Santiago ese día, para poder estar en la Catedral el viernes por la mañana y que me diera tiempo de pasar por casa, coger ropita para el finde y llegar a La Toja.  Zumbando, vamos....
Había una voz por dentro que me decía que eso era una locura. La oí, pero no la escuché.  Esa fué LA cagada del Camino.  Pero bueno, los errores no son malos en si, siempre y cuando aprendas de ellos.  Y de éste, aprendí...  Tratar de meterle treinta y pico kms. a las piernas, después de ocho días andando, es de atletas o de gilipollas.  Y yo no soy un atleta.
No encontré el camino enseguida (si, ya, "comprar una buena guía"), pero bueno, si esa era la Carretera de Santiago, mal no iba. 


Paré a desayunar y (si, no me da vergüenza decirlo) preguntar.  No iba mal.  A medio kilómetro tenía un enlace.
Marruecos y Haití en el periódico.  Eso si es sufrimiento de verdad y no la mariconada que llevaba en las piernas, ni la que me esperaba. La mayoría de veces nos quejamos de vicio o de ignorancia.


En el desayuno, no se por qué, anoté: Leer La prisionera, de Malima Oufkir. Habrá que comprarlo, no sea que me pierda algo que vale la pena.  Será por lo que vale un libro.  O por el tiempo para leerlo.  Creo que tengo suficiente de ambos, ahora. A ver lo que me duran...


El primer mojón que veo, al cabo de un rato de andar, indica 36 kms. para Santiago.  Negocio con mi tren inferior: Ya os podéis quejar lo que queráis, que hay que llegar al Monte do Gozo, si o si... No quise escuchar la respuesta...


Dejar objetos en puntos determinados del Camino es una forma metafórica de deshacerse de algún tipo de peso emocional.  El lastre que yo llevaba al Camino no supe como simbolizarlo en ningún chisme de los que carretaba, la verdad.  Si tuviera que valorar el peso de lo que se me quedó en el Camino, hubiera podido hundir en el fango veinte chirimbolos de esos...


Igual había charcos, seguro que si. Pero juro que no esquivé ni uno.  Pim, pam, pim, pam.  Paso firme, que hay que ir a La Toja... Y... ¡que coño! No me gasté una pasta en las botas para andar de tiquismiquis.  ¿No tenías gore nosequé, teflon, membrana, kevlar y fenilhidrato de orujina? (igual me excedí...).  Pues a ponerse a prueba...  
Meterse en todos los charcos del camino... Bonita metáfora sobre mi vida...

Ahí hay un bicho que también tenía la entrada pagada al torneo de La Toja y que estaba tan estresado como yo... Y que anda por la vida sin botas de kevlar o lo que sea, sin ningún tipo de problema. 


Apretar el ritmo cuando estás bajo de gasolina, no es una buena idea (tampoco).  A la hora de caminar estaba vomitando el desayuno.  Perfecto.  60 minutos y estamos pá tirar.  Pues quedaban 7 horas adiante...
Por cierto...le pido perdón al señor pino al que le eché las papas así, de sopetón.  Y él que pensaba que iba a echarle una foto...
Con la boca sabiendo a bilis, beso y ando fatal, así que tenía que pararme a lavarme los dientes. Oh! un chamizo abierto... ¡Call!


Una vez apuradas las baterías del cepillo eléctrico (efectivamente, da para más de 25 usos, la carga completa, enhorabuena, señor OralB), proseguí a ritmo de sinsentido.  Por que soy así...
Suerte que el Camino dispone momentos para que reflexiones, si sabes verlos. Supe pararme ocho o diez minutos para escuchar al agua cantarina de ese canalillo, pero en cuanto se me pasó la enajenación transitoria, volví a arrearle a las piernas... Y es que a veces somo taaaaaaan incapaces de entender las señales que el Universo nos prepara con tanto cariño...


No soy una vaca, no soy una vaca, soy un avestruuuuuuuz.... :) Dejé para otro peregrino el contarle al bicho que no es un avestruz.  Es una vaca.  Si no me equivoco... Igual si es un avestruz...
¿a quien le importa?

Mas señales para bajar marcha que no entendí.  Habíamos hablado de las cosas pequeñas...


Aún no llevaba un tercio de trayecto y ya quería perderme.  Cualquier excusa era buena para rendirme.  Pero esa es la etapa en la que menos guías necesitas...


Si quieres perderte, tienes que sacarte los ojos, o meterlos en un charco de barro.  Estaba agobiado por tanta facilidad.  Probablemente, otra señal que no entendí...


Cuando ya me dolía, más de lo aceptable, cualquier cosa de las rodillas para abajo, incluídas las botas (si, llegas a sentir dolor hasta en los cordones de las putas botas de kevlar o lo que sea de que están hechas, aunque parezca imposible), encontré una amigable puerta abierta.  Probablemente, la mejor que pueda haber en todo el Camino.  El que yo conozco, claro...
A Casa Verde 
Seguro que sólo comen verduras, tarados, pensé, imagina lo chinado que ya iba.  Me meto y le pido un chuletón de ternera lechal, para joder. Ya ves la culpa que puede tener la gente de tus desvaríos...
Pero cuando traspasas el umbral de la puerta, allí, por muy enajenado que estés, te das cuenta que estás entrando en un sitio especial.
A causa de mi educación en un centro conservador (y no fuí un pureta modelo, más bien al contrario) siempre pensé que pintarrajear superficies era una cosa de brutos (por ser cauto con los calificativos).  Ya fuera para poner "Loli te amo", como para escribir "Aqui estuvo Andrés, el que se las folla de tres en tres", como para poner a parir, anónimamente a quien fuera u otras sandeces parecidas.  Coño.... ¡Cómprate una libreta, como hacemos todos, hombre!.  O abre un blog, que es facilito...
Por eso, cuando ves estas paredes....


... te invade la vergüenza de un silencio obligado. Y cuando ves a la lugareña al mando, de esta guisa, más...


No tiene sello.  Si quieres que te tampone la credencial de peregrino, te lo hace a mano..
¿Que? 
Teniendo tiempo, ¿para que mierda quieres un tampón, aunque cueste tres chavos...?
En ese momento cogí a mi voz interior, maloliente y cansina  y la mandé sentar y callarse.  Y me puse a disfrutar de las paredes del... ¿sitio? (no tengo palabra mejor, lo siento).  De las paredes y de todo lo contenían...




Boh! Ahi... HAY que parar...  Pedí algo de comer, tortilla y empanada y me dispuse a proseguir, pero, cuando estaba recogiendo el equipo, llegaron los titos y los isleños.  Le pregunté a Rosa si tenía una guitarra.  Espero que se llame Rosa y no Pilar o Carmen, las otras dos opciones que me bailan en la memoria, no apunté su nombre... 
Juanan, a capella, es bueno.  Pero si le das una gutirarra, la cagaste.  Y la cagamos... Ésta (la guitarra) es la mejor.  Es la única que cuando la toco, nunca me dice que no... Que grande eres, amigo...


Si, encima, tienes unos bongos para que alguien con algo de ritmo los apalee, la cagada es mayúscula.  Digo cagada en el buen sentido de la palabra, por que ya la tienes liada, quieras o no...


El chou era tan bueno que el tito Avi decidió pasar el sombrero.  Con lo recaudado se pagó el convite de todos los que estábamos. Estos muchachos, con un buen mánager, llegarían lejos...


Grabé dos vídeos.  Ya he aprendido a colocar la pestañita de "en vertical", en la cámara.  Pero no se, aún, darle la vuelta en el editor de vídeo, así que están de lado.  Ahora mismo os cuesta menos a vosotros girar la cabeza, o el monitor, que a mi buscar como hacerlo, editarlos y volverlos a subir.  Para los próximos prometo colocarlos en su posición lógica...

Cuando pienso en El Camino, el primer momento que me viene a la cabeza, es éste.  Recuerdo que consiguió llenarme los ojos de lágrimas.  Es una pena que no grabara más intervenciones suyas, que fueron megníficas.  Pero estaba más concentrado disfrutando del momento que pendiente de inmortalizarlo.  Tomo nota para futuras ocasiones.





Con la llegada de Michael y Jesús, ya estábamos casi todos, excepto los de la ruta del vino.  La que os perdisteis, nenos...


Me dejé llevar por la imaginación al volver a submergirme en las sensaciones que transmiten los escritos de las paredes....  Éste, particularmente, lo suscribo completamente...


Pedí que me estamparan la credencial.  Sin duda es el sello más bonito de todos los que tengo...


Si me hubiera fijado bien, hubiera visto km. 25.  Eran demasiados para como tenía las piernas.  Pero no lo vi.  Seguía obcecado en llegar al Monte do Gozo.  Así que pasé el momento más duro del Camino, despedirme de todos.  Fué un hasta ahora, por que nos volveremos a ver, pero lo pasé fatal.  Los momentos que viví con esa gente son tan sencillos y tan enormes a la vez... 
Próxima cita: Carnaval en Isla Cristina, señores.  Ahí me van a tener, si no se acaba el mundo antes.

Así que, con un nudo en la garganta y con otro en el estómago, retomé el camino, tratando de imprimir buen ritmo, pero sin perderme los detalles.  Es contradictorio, lo sé...


Encima no tuve suerte con la música.  Me comí cuatro truños espectaculares (anotado: buscar al crítico/s y ponerle una cruz negra como el sobaco de un grillo).  Empezó a llover y me concentré en las gotas de agua golpeando contra mi sombrero y en el sonido de mis pasos sobre el camino...


Después de andar dos horas más, me paré para cambiarme los calcetines, echarme Eudermin en los pies, comer un pedazo de tortilla espectacularmente en su punto (no anoté el nombre del sitio, pero era cerca de O Pino), dos antiinflamatorios y dos Espidifen, descansar veinte minutos y volver a darle a las piernas.


Al pasar por O Pino, si mi amigo Iván hubiese tenido abierta la cervecería, probablemente hubiese terminado cenando y durmieno allí.  Tenía la rodilla izquierda que apenas podía doblar sin ver lucecitas de colores y la planta de los pies ardiendo.
Pero coincidió con los ocho días de vacaciones que hace todos los años... Así que reposté en la competencia y volví a meterle tralla.


La subida a Lavacolla fué un suplicio.  Traté de pensar en la etapa de O Cebreiro, donde lo pasara fatal y llegué, pero creo que lo estaba pasando peor en ésta.  En la bajada, ya de noche, aprecieron los famosos albergues de neón de San Marcos.  No es que las fotos estén borrosas.  Ya veía así.  Al dolor en los tobillos, la rodilla y en la cabeza se sumó el de los hombros.


Hacer una paradita técnica, para un cambio de aceite, era una tentación apetitosa.  Pero sabía que, en cuanto me pusiera en posición horizontal, ya no iba a poder levantarme.  Así que lo dejé para otro día y continué carretera abajo...


Iba tan concentrado mirándome los pies y tarareando el Disintegration, como método para ignorar el dolor, que cuando levanté la cabeza, estaba en el puente de la autopista.  Me había pasado el desvío al albergue...
No debo ir contra natura.  Siempre lo termino pagando.  Me senté en una piedra y me puse a llorar. Dos minutos.  Como dice el famoso refrán de Arizona, From losts to the river.  Me puse en pie y tomé la (¿?) decisión de seguir hasta la Catedral, que coño.  Estaba ahí mismo y era bajada.  Volver a las espaldas era en subida.  Y no se debe volver atrás en la vida.  Si das un paso atrás tiene que ser para coger impulso.
Santiago, de noche, es una ciudad que me tiene robado el corazón.  Y cuando llueve,  más aún.  El olor de las piedras antiguas mojadas, mezclado con el de la comida de los restaurantes es uno de mis favoritos.  Si tuviera mar, viviría allí, seguro.  Pero Santiago está lonxe do mar, por desgracia.
Caminaba cabizbajo por las calles del casco antiguo, para que nadie pudiera ver cómo las incontenibles lágrimas de felicidad me caían mejillas abajo.
Había cargado en el ZEN está canción para ese momento.  Es una de las más bonitas que he escuchado nunca.  La puse una y otra vez, una y otra vez.  Nunca me canso de escucharla.


Luar na Lubre musica un bello poema de Federico García Lorca.  Rosa Cedrón la canta como los ángeles.  Los ángeles existen.
Nota: El vídeo, curiosamente, está grabado a la orilla del mar...

Me paré en el Orellas, no sé por que.  Me apetecía una buena ración de colesterol.  Al ver estas botellitas, me acordé de alguien, ya sin rencor.  Hay que saber perder, en la vida.  Así disfrutas más de las victorias.  El rencor es un sentimiento negativo que no te deja crecer como persona.


Cuando ya has llegado, el dolor desaparece por arte de magia.  La Magia también existe.  
Los últimos metros los hice deliberadamente despacio, disfrutando del momento y grabándolo cuidadosamente en la memoria...


Por fin... La Catedral...

Intenté tomar esta foto, pero no fuí capaz, así que me permito la licencia de sacarla de mi archivo personal.  Es una de mis favoritas de Santiago.


Para pasar esa noche escogí un hotel como Dios manda.  60 pavos, ok, pero pude dormir como un Cristo, en una cama de tamaño razonable.  En la misma postura en la que me quedé dormido, me desperté al día siguiente.  Crucificado por las agujetas.
Antes de acostarme, pero, fuí a tomar la última del Camino.  Para celebrar la hazaña.  Para grabar en la memoria la subnormalidad que había hecho ese día.  Para recordar, por siempre, que cuando no puedes más, es tu imaginación.  Aún puedes más.  Para pensar en la cuadrilla y en el día y medio que me había perdido de estar con ellos.  En fin... Para felicitarme por lo bueno y para aprender de lo malo de estos días increíbles.
En la pared, la proclama me puso una sonrisa en los labios.  La penúltima del día.  La última fué con la que me dormí...


Total gasto del día: 87 €.  Acumulado: 426 €.

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