miércoles, 5 de junio de 2013

El Camino del Norte. Día 6. Deba - Markina-Xemein

A las 6:45 me despierta el runrún de la gente que empieza a moverse.  No tengo nada que hacer hasta las 9, así que me enrosco en el saco con los auriculares.  No le pongo el sleep y, al rato, una melodía reclama mi atención.  Es una bonita canción pop para arrancar el día, el Yet Again de Grizzly Bear, que me despereza.  De todos modos, son ya casi las ocho. Al ir a colocar las alforjas, soy incapaz de encontrar la llave del candado de la bici.  Es la primera noche que la he atado en todo el viaje.

Todo tiene solución y la Guardia Urbana me presta una cizalla. Asusta un poco ver lo fácil que es robar una bici con las herramientas adecuadas...


 No hay mejor manera
de empezar el día
Que bajando una escalera
en bici, con alegría

(Versos candidatos al premio Nacional de poesía)

Ná, si es por murmurar de algo, que esta se baja facilita...


Ya callejeé el pueblo ayer por la tarde y no tenía muy buenas perspectivas. Hay algún negocio para la línea de piedras y cristales, pero no triunfo con los souvenirs.  En algunos terrenos no se pueden hacer filigranas. 

Tomo otra clase de euskera.  A pesar de que, por lo que venden y por la fonética podría parecer que venden terrorismo chino, la traducción del cartel es, llanamente "Bazar chino".  Está cerca de la tienda de bicis y vende los candados entre 2 y 3 euros más baratos, pero yo soy más del comercio local y prefiero pagarle los 8 pavos al tipo de aqui.  Ya les regalamos hace tiempo la producción, hay que defender la distribución.


Son las once de la mañana y decidido pasarme por el forro el Camino marcado en las guías.  Discurre casi todo por el monte, sin pasar por ninguna población importante y viendo como estaba el panorama de barro y piedras  decido pasar por Mutriku y Ondarroa, antes de subir por el norte hasta Markina-Xemein.  Son más kilómetros, pero paso por dos poblaciones apañadas más a las que les puedo echar un ojo comercial y voy a transitar, al menos, un día sobre asfalto. 

El trecho hasta Mutriku es casi todo en subida, pero el paisaje facilita el pedaleo. Al cuarto de hora las muñecas empiezan a dolerme cosa fina y me administro dos tramadoles para ayudarle a la mente a combatir las punzadas.  Luego ya intentaré la versión zen del pain control, pero aún no he despertado del todo.


Al llegar a Mutriku, le recibe a uno el saludo del Conde Damián Churruca, marinero destacado hasta la batalla de Trafalgar, que lo certificó como héroe ya que la palmó ahí.  Pregunta de observación... ¿Que partido gobierna en Mutriku, teniendo en cuenta que el edificio de atrás es la udaletxea (el ayuntamiento)?


Mutriku es otro típico pueblecito marinero vasco, con las casas bastante bien arregladitas y pintadas de colores.


El estilo de la fachada de la Iglesia se sale un poco de los cánones habituales.  El estado de la puerta es el mismo que en casi todas partes: cerrada.


El paseo hasta el puerto es muy agradable.  A pesar de no ser muy grande, tiene vida comercial y muchos bares de tapas.



Como en muchos pueblos, los fuertes desniveles se salvan con ascensores.  No es un tema de comodidad, si no que se hace para facilitarle el desplazamiento a las personas que tienen movilidad reducida.  Con esas cuestas, empuja tu una silla de ruedas o un esqueleto de 80 años...


No voy preparado para lo que se puede vender (habrá que volver otro día y decido continuar hacia Ondarroa.  De camino dejamos Guipúzkoa para entrar en Bizkaia.


El distintivo más peculiar de Ondarroa quizá sea el puente que cruza el río Artibai.


También es conocida su militancia abertzale.


Los pueblos que secan su ropa en los balcones se podría decir que son más transparentes, pero la verdad es que lo hacen porque algunas calles van tan apretadas que los pisos carecen de patios interiores.  Se seca donde se puede....


Es inevitable acordarse de la poesía de Robe Iniesta:

(Extremoduro - Sucede)


Cuando llego se está organizando una concentración.  En dos días viene la ertzaintza a ejecutar una orden de detención dictada por el TS contra Urtza Alkorta, condenada a cinco años de cárcel por colaborar con un comando terrorista y la idea es interponer un muro humano para protestar por dicha acción.  No se observa tensión ninguna y están preparando un arrocito que tiene muy buena pinta.  Cuando sabes saludar en euskera, vas de peregrino y tienes un pasado abertzale catalanista, es muy fácil que te inviten a un plato.


Cuando llegó el despliegue de la ertzaintza, la gente se concentraría en el puente peatonal, obligándoles a desalojarlos uno a uno.  Habría alguna escena tensa, pero nada exagerado.  Unos y otros cumplieron con su cometido correctamente y Alkorta terminó enchironada.

El río Artibai abraza la ciudad en todo su recorrido y el otro extremo de la villa respira una calma total, ajena al chup-chup que se cuece a pocas calles.


No hay que pedalear mucho para encontrarse de nuevo en medio del campo...


Si, la metáfora visual podría ser: "Cada día tiene su oveja negra..." :).  Paso por algunas Landa etxea.  A estas alturas ya he podido deducir que "etxea" quiere decir "casa".  Landa será "de campo" o "rural".  Ahora entiendo algunas cosas de Alfredo Landa.  Vasco y de pueblo, al final todo encaja.


El trayecto entre Ondarroa y Markina-Xemein se me hace muy largo.  Esencialmente es cuesta arriba, aunque sin excesiva pendiente, pero lo peor es que las muñecas me duelen bastante y no quiero meterle más tramadol al cuerpo, con lo que tengo que cambiar constántemente la posición sobre el manillar y parar cada cuatro o cinco kilómetros porque se me duermen las manos.  Tengo que ponerle cuernos a la bici en cuanto pueda (Cambiarle el manillar, no montar a otra).  

El dolor obliga a hacer un importante esfuerzo mental para anularlo.  El dolor, el frío, el miedo, el hambre... son sensaciones que tienen un componente psicológico y se puede disminuir la percepción de su intensidad.  Un poco, claro, uno no es un maestro yogui ni nada parecido.  Pero tengo que concentrarme en la respiración y en el pedaleo y no puedo ni llevar música puesta, ni estar para demasiadas hostias con el pasiaje hasta que aparece la plaza mayor de Markina.


El aspecto comercial lo despacho en dos visitas y me puedo dedicar a conocer un poquito mejor la villa y escojo fachadas de Iglesias.  La de Santa María no mola demasiado, pero está al lado del cementerio, que es un sitio bastante representativo de como es la gente de cada lugar.


Allí me encuentro con el enterrador, que siempre suele ser un tipo peculiar y con bastante sentido del humor o con cero de él. Este es de los primeros. Me cuenta alguna anécdota de entierros, como el día en que metió un féretro en otro nicho y casi la palma la viuda, del disgusto. También me señala unas cuantas lápidas con el lauburu grabado en ellas.

El orígen del lauburu (lau=cuatro buru=cabeza) es indostánico y muy antiguo, de la zona donde ahora está el Nepal y no está muy claro como llegó hasta la cornisa cantábrica. Los celtas adoptaron la versión que llaman tetrasquel, algo diferente del original, que es el que está en la lápida.  Actualmente se suele representar con las aspas en sentido contrario, para evitar las comparaciones con la cruz gamada nazi, inspirada en este símbolo.


Antes de la ducha, dos clases rápidas de euskera.  La primera:


"Todo a cien"... (Si, ya...).  La segunda:


La señal no prohibe el paso a coches, terroristas y motos. "Eta" es la conjunción copulativa "y"...

Es curioso, pero no saqué ninguna foto del albergue, ubicado en un convento carmelita y donde también te atienden estupendamente.  Antes de cenar nos pasamos por el frontón (si no hay frontón, no hay pueblo), para ver entrenar un ratito a las jóvenes promesas del cesta-punta.


Para la cena hay que organizar dos mesas, que no cabemos todos en una.  Me toca al lado de Alex (el primero por la derecha), un francés estupendo y con un sentido del humor magnífico.  Desde Fréderic Fau (otro gran tipo), hace como cinco años, que no conocía a alguien nacido en Francia que no fuera un candidato perfecto para comida de carroñeras.  Con éste me lo pasé genial.  Detalle: cuando estuvo chateando con el móvil un par de minutos se excusó al principio diciendo: "es mi hijo".  Al acabar sentenció: "Tener un hijo es como tener un perro, pero más humano".


Era su último día en el Camino y quisieron despedirse invitando a una ronda (NdA: los franceses suelen ser muy agarrados.  Los catalanes, a su lado, parecen los Reyes Magos de Oriente.)


Cuando nos dimos cuenta de la hora, el hospitalero había venido a por nosotros, ya eran ¡más de las diez! Avergonzados, nos dirigimos a cama.  Las diez y veinte... ¡menudo desfase!


Hoy gasté 35 €, incluyendo el candado nuevo para la bici.  El total acumulado es de 226.
Hoy hay que anotarle al doping cinco tramadoles, cuatro rulas de diclofenaco, un cuarto de tubo de radiosalil y dos lexatines  Una farmacia ambulante, vamos.

Todas las fotos están en un album de feis, as usual.

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