Nos pasamos la vida tomando decisiones con información incompleta. Nuestras opiniones y creencias las forjamos desconociendo más aspectos de los que conocemos cuando las interiorizamos casi en nuestro ADN.
Sabiéndolo, deberíamos estar dispuestos a replanteárnoslas cada vez que añadimos información en el input de la función. De hecho, ese debería ser el objetivo del debate, aprovechar para escuchar, dejando de lado el tratar de convencer.
Los jugadores de poker viven de tomar decisiones con información incompleta. Los mejores son los que tienen la mente más dúctil, más flexible. Porque saben que dos jugadas parecidas pueden ser dos mundos que terminan en polos antagónicos y una no puede condicionar a la siguiente, o sí. Depende. Y como depende, pues depende. No hay nada inmutable.
La primera vez que me asomé al universo de Rosalía fue cuando el famoso tuit de "Fuck Vox". Hasta entonces había conseguido permanecer completamente ajeno al fenómeno. Pensaba que era otro de tantos productos de discográfica, así que me sorprendió que antepusiera expresar su polemico interior al hecho de molestar a un amplio grupo de seguidores.
Hay un amplio espectro de famosos mojigatos que prefieren no tener opinión con tal de no molestar a nadie, la pela es la pela, dejando escapar la posibilidad de utilizar el altavoz que tienen para influir en el mundo. A Rosalía le chupaba un huevo y eso me gustó.
Después del vídeo de Jaime Altozano (gracias de nuevo, Javier) me puse a escuchar con atención el pelotazo de la que, oh sorpresa, se me reveló como una artista como la copa de un pino. A pesar de que su estilo estaría en las antípodas de mis gustos. A pesar de que reniego sistemáticamente del mainstream.
Los prejuicios no son buenos compañeros de camino...
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