A finales de los sesenta del siglo pasado, Singapur era un islote con cuatro millones de muertos de hambre, sin apenas recursos naturales. Tuvieron la suerte de que les liderara un tipo capacitado, Lee Kwan Yeu, que fue Primer Ministro durante 30 años. Invirtió en lo único con lo que contaba, sus habitantes.
Durante 30 años, estableció un sistema educativo que hoy está en el Top-5 mundial, se encargó de que hubiese un sólido sistema de Salud estatal, para que su capital no enfermase más de la cuenta, se encargó de que todo el mundo tuviese una vivienda y aplicó mano durísima con los funcionarios corruptos. También con los disidentes, es cierto.