En el primer capítulo de Matemáticas de Pandemia, publicado en diciembre, explicamos porque no se iba a conseguir la inmunidad de rebaño (70% de la población inmunizada) antes del verano. Ni antes de noviembre, en el mejor de los casos.
Resumiendo, explicamos que no iba a haber suficientes vacunas. En el caso de que (milagrosamente) aparecieran más vacunas no habría suficiente personal sanitario para administrarlas.
En este segundo capítulo incidiremos sobre otro dato de los que nadie habla, al menos en medios generalistas, la validez de ese 70% como tasa de población que haya recibido dos dosis de la vacuna para considerar que se alcanza la inmunidad de rebaño.
Ese dato estaba calculado para una tasa de contagio r(0) entre cinco o seis, esto es, que cada contagiado infecta a otras 5 o 6 personas. Pero ya no vale. No se tienen datos certeros sobre la r(0) de la cepa inglesa, pero su velocidad de propagación en el Reino Unido lleva a pensar que esa tasa de contagio es bastante más alta, probablemente entre 10 y 12.
Si la r(0) de la nueva cepa es ese número, hará falta que esté inmunizada el 84% de la población. Si no, quedarán 8 millones de personas en España susceptibles de propagar el virus, suficientes para colapsar tres veces al sistema sanitario. Esto, hablando de una "normalidad" de vida como antes, porque no podemos estar semi-confinados eternamente.
¿Se va a querer vacunar tanta gente? ¿Cómo se les obligará?
Y, más importante ¿Será eficaz? ¿Sabemos cuáles serán sus efectos secundarios? ¿Como vamos a lidiar con ellos?
Hay que recordar que estar vacunado no te da una certeza de no contraer la enfermedad, no desarrollar efectos o no morir. El fabricante asegura un 95% de efectividad, que quiere decir que va a fallar en el 5% de casos. Esa gente vacunada puede morir a causa de alguien no vacunado. Siempre y cuando, el fabricante no mienta.
El 5% del 70% de españoles son casi dos millones de personas. Añadidos a los que no se hayan querido vacunar, da un número suficiente, como dijimos, para colapsar el sistema sanitario. Eso, suponiendo que la vacuna sea eficaz y que los efectos secundarios no sean los que colapsen luego el sistema sanitario.
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