viernes, 18 de diciembre de 2020

Negacionistas y conspiranoicos. El miedo a las mutaciones sociales.

Antoni Badia, el promotor de la primera línea férrea de la península, la de Mataró-Barcelona murió de neumonía por culpa de las guardias nocturnas que tuvo que hacer para defender su obra de los saboteadores.

Los detractores argumentaban que era una máquina que se alimentaba del fuego del infierno, que las chispas acabarían con los campos de maíz, que el humo mataría todos los pájaros, que la maquinaria se lubricaba con grasa de bebé o que los impulsores eran unos oscuros señores de las sombras, los Soros y Bill Gates de la época.

En 1835, la Academia Médica de Lyon advirtió sobre el peligro mortal del paso tan rápido de un clima a otro, que el traqueteo conllevaría enfermedades nerviosas y que la rápida sucesión de imágenes provocaría inflamaciones en la retina, entre otras.

Freud y Openheimer estaban convencidos que viajar a la vertiginosa velocidad de 32kms/h provocaría desórdenes mentales y ansiedad permanente. Algunos médicos señalaron que, a esa velocidad, la muerte por asfixia era segura.

La prestigiosa revista científica The Lancet publicó una serie de artículos sobre los peligros de viajar en tren, que podía causar daños físicos y mentales en los viajeros y abortos en las embarazadas.

Otro día hablamos sobre los agoreros de la electricidad, entre los que también había mucha gente instruida.

En general, el ser humano le tiene pánico a los cambios. Por suerte, hay un pequeño porcentaje de intrépidos que han permitido que la especie pase de las cavernas a la realidad virtual.

Como es habitual, en la foto va el enlace al artículo completo



No hay comentarios: