A finales de los sesenta del siglo pasado, Singapur era un islote con cuatro millones de muertos de hambre, sin apenas recursos naturales. Tuvieron la suerte de que les liderara un tipo capacitado, Lee Kwan Yeu, que fue Primer Ministro durante 30 años. Invirtió en lo único con lo que contaba, sus habitantes.
Durante 30 años, estableció un sistema educativo que hoy está en el Top-5 mundial, se encargó de que hubiese un sólido sistema de Salud estatal, para que su capital no enfermase más de la cuenta, se encargó de que todo el mundo tuviese una vivienda y aplicó mano durísima con los funcionarios corruptos. También con los disidentes, es cierto.
Aprovechando su situación estratégica y bajo el paraguas estadounidense (a pesar de que los inversores chinos son mayoría) fue atrayendo empresas a base de ofrecerles interesantes incentivos. Hoy es uno de los países más ricos y la envidia de medio planeta.
¿Para que carajo necesita gastarse Singapur 12.500 millones de dólares en 12 cazas B-35? El valor operativo de esos aviones es cero. Cualquiera de sus vecinos belicosos los barrería en dos días, caso de producirse un conflicto.
¿Por qué lo hacen, entonces? Por dos motivos; el primero, por que pueden. Aquello de "a ver quien la tiene más larga". El segundo no es un motivo, es un peaje, que se paga a Estados Unidos por "los servicios prestados". Ahora que hay pasta de sobra, se puede derrochar una parte y, ¡oh sorpresa! ha vuelto a aparecer la corrupción.
Si alguien acepta apuestas a largo plazo, le juego lo que quiera a que dentro de diez años no está entre los mejores diez países del mundo en nada. En Na-da.
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