lunes, 13 de abril de 2020

Terroristas disfrazados de salvapatrias

La historia debería servir, al menos, para no repetir los mismos errores.
Durante los primeros lustros del siglo pasado determinados sectores de la sociedad hicieron uso de pistoleros y terroristas a sueldo con el fin de provocar a los anarcosindicalistas, quienes entraban indefectiblemente en la espiral de atentados y asesinatos, lo que ocasionaba que el Gobierno incrementara la represión sobre la clase trabajadora.

En cuanto se conseguían avances sociales, siempre había quien prendía la mecha para que los disturbios transmitieran la sensación de que el gobierno no era capaz de mantener la democracia, sugiriendo así la creación de un gobierno de mano dura.

Así se llegó a la dictadura de Primo de Rivera, apoyada entre otros insignes por el abuelo del rey emérito, Alfonso XIII.

La vuelta a un sistema democrático (todo lo democrático que permitía la habitual manipulación de las elecciones instaurada con la Restauración) trajo la Segunda República, el 14 de abril de 1931. Durante este período, la estrategia de desgaste del gobierno a base de incrementar artificialmente el caos social fue una constante.

La idea era provocar una situación insosteniblde que justificara un golpe militar. De hecho, hubo dos golpes de estado fallidos antes del de julio del 36. Por detrás de las maquinaciones, siempre aparecían los mismos nombres repetidos; Juan March, Lerroux, Gil Robles, Mola, Alfonso XIII... Exceptuando a Lerroux, mercenario de la política, todos los demás eran, supuestamente, "insignes patriotas".

El anarquismo ya ha desaparecido, no así esa banda de salvapatrias, que son los que ahora no tienen ningún escrúpulo en utilizar el terrorismo (des)informativo con el mismo objetivo golpista que en 1936.

Si caemos en la polarización, ganan, es lo que buscan, tensar la cuerda hasta que se rompa. Hay que ser pacientes, ignorar sus provocaciones y combatir sus mentiras con elegancia y con datos que desmonten los bulos.

Si cometemos el error de no castigar los actos de terrorismo, por miedo a ser acusados de represores, estamos dejandoles actuar impunemente.  No se puede ser tolerante con los intolerantes, porque son un cáncer para la convivencia. Acordémonos del general Sanjurjo.

sábado, 4 de abril de 2020

Tribalismos


El tribalismo es un concepto del campo de la antropología que hace referencia a un fenómeno cultural por el cual los individuos crean grupos u organizaciones de naturaleza social con los que identificarse y reafirmarse como parte de un algo más grande.

Debido a que se trata de un fenómeno cultural, el tribalismo tiende a expandirse abarcando prácticamente todos los ámbitos de la vida de la persona, ejerciendo una influencia bidireccional. Es decir, la persona intenta dejar una huella de su paso por la organización y, a su vez, la propia organización ejerce una influencia sobre la persona.

Los dos párrafos anteriores los saqué de la web psicologíaymente y sirven para contextualizar un fenómeno que se está volviendo muy preocupante y que estos días de confinamiento se está agudizando debido al uso intensivo de las redes sociales.

Los dueños de las plataformas digitales se las ingenian para mantenernos enganchados el máximo de tiempo posible a la suya, en eso consiste su negocio. Para ello, nos enseñan personas y opiniones afines, ya que así nos sentimos más reconfortados con lo que vemos y nos quedamos más rato.

Esta situación tiende a reforzar las convicciones, ya que si no hay debate interno, las opiniones se radicalizan, con lo que el monstruo se retroalimenta.  Los algoritmos nos mostrarán opiniones tan radicales o más que la nuestra,  Y así ad infinitum.

Cuando en un debate desistes y te vas porque te sientes agredido o insultado, están ganando ellos, ya que se pierde pluralidad en el debate y su opinión es ahora un poco más predominante. 

Si te cabreas y muestras tu enfado, están ganando, porque es lo que quieren, que te vayas.  Así es más fácil imponer su punto de vista; entre los suyos.  Entre "nosotros", que "ellos" son el enemigo. 

La batalla de la pluralidad se gana con estoicismo y perseverancia porque los argumentos y las evidencias no sirven de nada con los fanáticos.  Igual algún día podemos recuperar el debate constructivo, pero eso no será en las redes sociales.

miércoles, 1 de abril de 2020

Comprar en China con urgencias



En todos los países hay estafadores.  Los hay grandes pequeños y de todos los colores.  Y cuando huelen miedo o necesidad proliferan como buitres alrededor de un cadáver.  China no iba a ser una excepción, así que ahora se están poniendo las botas.  No, los "chinos" (que también, algunos), hay que matizarlo: los "estafadores chinos".

Nosotros compramos alguna cosilla por allende los mundos y en China tenemos un par de proveedores regulares.  Contactamos en su día con ellos como hace la mayoría, a través de alibabá.  Preguntamos por lo que buscábamos, pedimos (y pagamos) unas muestras para certificar que hablábamos de lo mismo, debatimos las opciones y le hicimos el pedido a la que consideramos la mejor.

Entre el primer paso y el pedido pasaron como seis meses.  La primera vez; ahora que nos conocemos el proceso dura algo menos de 30 días.  Preguntamos precio, solicitamos muestras y cuando verificamos que se corresponde a lo que queremos, lo pedimos.  Si se trata de una reposición de algo que ya hemos pedido, el pedido se concreta en 8 líneas de WeChat y el pago en una oficina de Western Union, media mañana.

Conocemos muchas historias de "chinadas", por eso fuimos muy cautos con el primer pedido a cada proveedor.  Aún así, nada nos asegura que pedidos subsiguientes lleguen sin sobresaltos.  Un empleado que huye con el pago, una fábrica que cierra o un cambio de proveedor por parte del nuestro pueden trastocar lo esperado con el pedido.  Pero eso también puede pasar en España.

Por eso, nos fascinó sobremanera la candidez con la que se lanzaron a los pedidos de material sanitario para la crisis del Coronavirus, las diferentes administraciones del estado español.  La falta de previsión aprieta y ningún político quiere ser el primo que se quede sin material sanitario para los suyos,sería públicamente crucificado.  Pero la mayoría de las compras las están haciendo personas sin experiencia alguna tratando con empresas chinas, personas que compran con un dinero que no es suyo. Ha pasado lo que tenía que pasar en un elevado índice de probabilidad.

Ya veremos la millonada que se ha ido por el retrete y por la que habrá que pedir responsabilidades, supongo.  También las disculpas que tendrán que pedir muchos medios a China y a los chinos.  Porque la palabra "estafa" en la misma frase que "China" o ""chinos" se suelta con demasiada facilidad cuando no es ni China, ni los chinos, los que ha estafado a los primos que han puesto a hacer los pedidos.  Como si España o los españoles fueran responsables del agujero de, por ejemplo, Javier de la Rosa con los kucaitíes. 

En Sedeenchina, una empresa que se dedica a asesorar a empresarios que quieren hacer negocios en China y a efectuar controles de calidad in situ de la mercancía antes de ser enviada a su destino, lo explican muy bien en este artículo. No somos clientes suyos, nuestros pedidos son pequeños para requerir sus servicios, pero no nos perdemos ninguno de sus podcasts desde que salió el primero.

En éste, Adrian Díaz cuenta fantásticamente como le está yendo su ofrecimiento de asesorar gratuitamente a quien quiera en España comprar material sanitario. Para flipar...

lunes, 9 de marzo de 2020

Polarizados y agotados.



Los diferentes grupúsculos que dirimen los destinos de la humanidad a su conveniencia, cada uno en su nivel, le han llevado siempre una  ventaja de varias décadas al resto de la sociedad, les va el pan en ello.  Cuando los más espabilados del rebaño se dan cuenta de las estrategias de control de masas que están usando las élites dominantes con ellos, estas ya han quedado prácticamente obsoletas (aunque aún se siguen usando un tiempo para mantener entretenidos a los más reaccionarios con la forma en la que funcionan las cosas en el mundo, con el Sistema) mientras se ponen en funcionamiento los nuevos métodos que se utilizarán para que todo siga estando como está, con los mínimos cambios posibles.  En eso consiste el Sistema, en que nada cambie.

Hay dos formas eficientes de hacer que el rebaño se mueva al unísono en una dirección; la ira y el miedo.  Con la ira se empiezan las revoluciones; con el miedo se contienen.  En la sociedad actual es muy difícil que un grupo suficientemente numeroso acumule ira en una misma dirección para empezar una revolución porque el Sistema se ha encargado fehacientemente de tener a la sociedad tremendamente atomizada mediante la creación de múltiples dicotomías enfrentadas entre sí.

A principios del siglo XX, la clase trabajadora tenía claro quienes eran ellos y quien era el que los oprimía; la alta burguesía y el Estado.  Así, mediante la lucha en la calle, se consiguieron numerosos avances sociales, a pesar de las diferentes formas de actuación que podían proponer anarquistas, comunistas o socialistas.  Pero todos tenían claro quien era el enemigo principal y sabían que era una lucha de "los de abajo" contra "los de arriba" y ni los infiltrados, ni los alborotadores pagados por el empresariado para provocar represalias por parte de los sindicalisas que conllevarían las subsiguientes represalias por parte del aparato de seguiridad del Estado.

La represión era el arma más utilizada para contener a la clase trabajadora, por encima de la división, porque los intentos que se hicieron en este segundo sentido fracasaron estrepitosamente.  La lista de muertos de la lucha obrera es muy larga.  En todos los países hubo mucha gente que contribuyó con su vida a la mejora de la calidad de vida de todos.

Luego se inventó el cuento de "izquierdas" y "derechas" y se convenció a parte de la clase trabajadora de que podían ser de derechas, haciéndoles creer que eran clase media o pequeña burguesía y enfrentándolos a los de "más abajo"e infundiéndoles miedo suficiente como para que pensaran que podían perder los pocos privilegios que tenían, que tienen. No hace tanto, España estuvo partida en dos por una guerra civil y sus consecuencias, que hoy día aún se arrastran, aún dividen a los españoles.

Como la represión ha dejado de ser una forma efectiva para contener a los que quisieran cambiar las cosas para que les fueran mejor, el Sistema ha optado por la división; el antiquísimo (pero eficaz) "divide y vencerás". Hoy en día se hace mucho hincapié en las diferencias entre las personas, más que en las coincidencias, que siempre suelen ser un número mayor.  Basta con encontrarle al vecino una característica antagónica a alguna de las nuestras para que dejemos de mostrarle confianza. Sin confianza, no hay unión.

De este modo, se divide a la sociedad entre "los de aqui" y "los de fuera", rechazándose con vehemencia a emigrantes en los países que más emigraron históricamente (España e Italia son dos claros ejemplos). Luego, a "los de aqui" se les divide entre catalanes y españoles (obviando a los catalanes que se sienten españoles o a los españoles que simpatizan con el catalanismo), rojos (todo lo que esta a la izquierda del espectro político de la socialdemocracia) y fachas (todo lo que está a la derecha de esta), madridistas (reduciendo los equipos de Madrid a uno solo) y antimadridistas (la antagonía clásica para los merengues era con los barcelonistas o los atléticos), feminazis y machirulos (intentando que los calificativos sean de lo más denigrantes), una segregación que implica, en la prácitca, a enfrentar a hombres y mujeres, etc.  Seguro que a quien lea estas líneas se le ocurren más, dependiendo de dónde viva.

No hay ninguno de los partidos u organizaciones sociales históricas que pueda, hoy día, aglutinar a la clase trabajadora (el 85% de la sociedad, si contamos con los jubilados y los hijos que dependen de la nómina de sus progenitores); el sistema los ha comprado o corrompido.

También ha conseguido que una parte de los trabajadores  se alinee incomprensiblemente con los partidos de derechas, después de haberles infundido miedo suficiente como para que vean a personas de su mismo entorno social y laboral como enemigos, cuando no se trata realmente de una lucha de izquierdas contra derechas.  Hace un siglo se tenía más claro; es una pelea entre los de abajo y los de arriba.

Por otra parte, los mismos que causaron la crisis global de 2008 (y que salieron más ricos de ella) han conseguido imprimirle a la sociedad un ritmo vertiginoso para que la mayoría de la gente vaya a cien por hora desde que se levanta hasta que se acuesta, intentando sacar adelante a su familia en una sociedad que es, cada vez, más exigente con el consumo. La mayoría de la gente salió de la crisis pagando el precio de comprometer todo su tiempo libre.

Es impensable un hogar aceptable sin cable (internet y TV, el opio moderno del pueblo) o sin que todos los integrantes mayores de 6 años dispongan de su propio teléfono móvil (último modelo) y sus múltiples chismes electrónicos que, en teoriía, "simplifican" la vida pero que, en la práctica, suelen provocar todo lo contrario.

Así, la gran mayoría de personas pasa, al menos, cinco días a la semana en un ritmo frenético desde primera hora de la mañana hasta la hora de acostarse, completamente extenuados.  Agotados, los animales son más dóciles. Así, la primera parte de "Rebelión en la granja" de Orwell es imposible, con las gallinas enfrentadas a los patos y los cerdos a las ovejas.  El granjero, feliz, porque una nueva rebelión podría agregar lo aprendido en los fallidos experimentos comunistas y socialistas (la meritocracia como sistema de promoción y la corrupción en todos los estratos de la organización social) y llegar a triunfar para cambiar el statu quo de la granja.

Atomizados y agotados, los animales no tienen opciones de unirse para derrocar al granjero.  A la mayoría, que no se da cuenta, no le importa, no le puede importar.  Los que se dan cuenta suelen ser presa de la depresión que causa la frustración de ver que no hay nada que hacer, que el Sistema no se puede cambiar desde dentro y que desmontarlo desde fuera requiere una coordinación imposible de conseguir.

Ahora se acerca una nueva sacudida de la economía en todos los sectores (exceptuando a los fabricantes de mascarillas, trajes deshechables y jabones hidroalcohólicos) por culpa del Covid-19, que hace que nos preguntemos hasta que punto era necesario.  Porque las consecuencias de este parón de la economía las van a pagar los de siempre, mientras un 1% sale mucho más rico del esperpento que estamos viviendo.


jueves, 27 de febrero de 2020

El Coronavirus. Demasiada gente, recursos insuficientes


La reacción mundial contra el coronavirus raya la paranoia.  Hay muchas enfermedades más contagiosas, o más mortíferas, o ambas cosas a la vez y no se les monta un pollo como este.  Nuevamente, la amenaza de una pandemia griposa (SARHS, A, N1H1) ha desatado otra histeria, la mayor de todas las vistas, mientras no se encuentra una vacuna, que se encontrará, o una cura, que no va a haber.  La gripe común, ya aceptada socialmente, mata más gente cada año del que podrá matar el último coronavirus, el Covid-19. ¿Por que convertir a este virus en el enemigo número 1 de la humanidad?

Escuché una teoría que propone que esto no es más que un test, un entreno.  Parece el argumento de una peli conspiranoica pero, la verdad, podría ser perfectamente real.  Los argumentos no son fácilmente rebatibles, exceptuando el hecho de que el conspirador principal es alguien anónimo y muy difuso.  Veamos:

La población mundial llegará pronto a los 10.000 millones de personas, el triple que cien años atras.  Mientras el 80% de la población vivía en la pobreza el sistema era sostenible.  Pero cada año acceden a los privilegios y a los deseos de la clase media 200 nuevos millones de personas.  El planeta tierra no tiene recursos suficientes para mantener un determinado nivel de vida para 6 millones de personas con el ritmo de consumo de una persona de clase media europea o norteamericana.  Es insostenible.

Hay tres opciones: 

Una, que cambien los hábitos de consumo de la población.  Pero parece poco probable que los chinos, indios, tailandeses o nigerianos que están saliendo cada año "de pobres" renuncien a los placeres y comodidades de la clase media de la sociedad moderna.  

Dos, obtener recursos extra para esa población.  Probablemente, los avances científicos y tecnológicos lo podrían hacer posible.  También probablemente, podremos extraer recursos de la luna o de marte, pero si el crecimiento de la población sigue a este ritmo, seremos 20.000 millones dentro de pocas décadas.  Si la tierra fuera plana, la gente se caería del plato.  

Sin una correcta planificación familiar sólo estamos retrasando el problema, no hay pan para todos y chorizo, menos.  El control de población en determinados países o grupos sociales es una batalla perdida por el momento.  Cuando se gane, ya será demasiado tarde. 

La tercera solución, la más fácil. es eliminar a la mitad de la población. Hoy día es impensable que millones de ciudadanos acepten matarse en una guerra de trincheras. Y una guerra moderna sólo se puede mantener entre países desarrollados y es algo que se podría descontrolar y provocar unos daños colaterales indeseados.  Tendrías que conseguir que los indios y los chinos se mataran entre ellos y, probablemente, pararían cuando llevaran un ciento de millones de muertos por cada bando. Con una guerra mundial no arreglas el problema.

Queda la pandemia.  Lanzar un virus jodidamente contagioso y mortal en un porcentaje cercano al ébola.  Los habitantes de los países mas pobres serían los más afectados, los que, como siempre, pringarían. En Europa y los paises más desarrollados, ya se habrían diseñado sistemas de contención y de prevención para que la mayoría, sobre todo la minoría en lo alto de la pirámide, no fuese afectada.  Ahora estaríamos en pleno test de medidas preventivas y el que aprenda mejor los mecanismos tendrá más oportunidades de sobrevivir cuando lanzen el virus definitivo.

No hay pruebas de lo expuesto en los párrafos anteriores pero hay que reconocer una cosa, que como argumento para un thriller está fantásticamente construido y recordar otra: que la realidad suele superar casi siempre a la ficción.

miércoles, 1 de enero de 2020

Ricos y pobres

Sigue habiendo ilusos que, trabajando 60 horas semanales y ganando 20.000€ limpios al año, tienen profundamente arraigado en el fondo de su cerebrito que son clase media alta.

Las creencias son libres. Nada te impide (excepto, quizá, la autoestima) estar convencido de que la Tierra es plana, de que si mueres en una guerra contra el infiel (cristiano o sarraceno, el resultado es parecido) irás a un paraíso a la vera de Dios, que Felipe González es socialista o que, como decíamos, que un asalariado puede ser clase media.

Algunos si, es cierto. Si ud. consigue un salario limpio 3 stdv (desviaciones estándar) por encima del salario medio, podría empezar a considerarse clase media alta. Eso vendría a ser, aproximadamente, un salario limpio de 2150 €. Por 40 horas o menos de jornada semanal. Del mismo modo, puede considerarse pobre si su nómina le reporta menos de 1250 € limpios.

Son números relativos, me dirán, y tienen razón. No cunden lo mismo 1500 euros si uno vive en el centro de Madrid, en Almendralejo o en Getaria. Aspectos como el precio del alquiler, los servicios que un ciudadano recibe (o no)  de su  correspondiente Administración pueden influir tenebrosamente en el rendimiento de un salario. Eso, sin entrar a valorar el coste de la vida social de cada uno o los vicios y aficiones que uno tenga.

Convendremos en este punto que no es sencillo encuadrar a alguien en una clase social tradicional solamente ateniéndonos al líquido que le reporta su nómina.

Hay una forma bastante clarificadora para saber si uno es pobre o rico, ateniéndonos a la jornada laboral de cada uno.

Partiendo de la base de que uno tiene cubiertas sus necesidades esenciales (techo, comida y vestido) sólo tiene que fijarse si está empleando su tiempo semanal disponible en conseguir dinero o, si por el contrario, puede permitirse utilizar su dinero para comprar más tiempo disponible.

Porque el tiempo es el bien más valioso de nuestra existencia. Una vez se ha gastado una unidad de tiempo, esa ya no es recuperable. A día de hoy.

Si alguiene se ve obligado a cambiar mucho de su tiempo por dinero, es pobre. Del mismo modo, si puede permitirse comprar tiempo libre de calidad, puede considerarse rico. "De calidad", el concepto es importante. Estar en un banco dando de comer a las palomas, contemplar cómo se desarrolla una obra en una zanja o ver Gran Hermano Vip no es, de ningún modo, "de calidad", por la misma razón por la que es muy difícil que un asalariado (sin bonuses trimestrales) pueda ser clase media alta.

A pesar que crea que votar a la derecha le beneficia o que habrá un armaggedon y sólo se salvará uno de cada 70.099 habitantes del planeta. O ambas cosas.

jueves, 21 de noviembre de 2019

¿Qué es la guerra?

- ¿Qué es la guerra?
- La guerra son miles de desgraciados matándose para que unos pocos conserven su riqueza.

de Intemperie, de Jesús Carrasco.  Ya mismo en cines, de la mano de Benito Zambranno.

La guerra puede ser literal, a balazos.  También puede ser figurada, cuando el enfrentamiento no es el convencional.  En una guerra es muy fácil escoger un bando, sólo hay que ver cual de los dos defiende los intereses de unos pocos.  Cuando los dos bandos defienden los intereses de unos pocos, los patriotas siguen disparando, cuando lo inteligente es desertar e intentar detener la contienda. Los "pocos" siempre harán lo posible para que los "miles" permanezcan enfrentados, así no cuestionan el statu quo, el origen de su riqueza.



lunes, 16 de septiembre de 2019

Crisis de solidaridad

De todas las crisis que hemos vivido este último decenio, apenas se ha podido leer sobre la más preocupante de todas.  Se han escrito encíclicas sobre la crisis financiera, la del sistema bancario, la económica, la de la Unión Europea como tal, la de la Iglesia pederastólica, la de los medios informativos, la de convivencia entre las dos Españas (que no son dos, que son muchas más)...

Se han llenado cientos de suplementos sobre crisis políticas diversas (Siria, Ucrania, Venezuela, Corea del Norte, Reino Unido...), obviando, eso ya es rutinario, las africanas (Sahara Occidental, Sudán, Chad, Nigeria, Somalia).  ¡Que buenos hemos sido los europeos para expoliar África durante un siglo y medio y que faltos de ganas estamos ahora para arreglar los problemas que hemos generado en los países vecinos del continente de abajo

Hasta que se prohibió salir al Aita Mari del puerto de Bilbao y al Open Arms del de Barcelona, las imágenes de refugiados rescatados del Mediterráneo tenían su rutina diaria en todos los informativos. La solución fue efectiva; muerto el mensajero, se extinguió la noticia para la opinión pública, aunque muchos africanos sigan muriendo ahogados en el mar. Ojos que no ven, corazón que no sufre.

Pues eso, no se habla de la otra crisis generada con el tema de acoger (o no) a los refugiados, la de la solidaridad. En Europa, un continente con una cultura proveniente del cristianismo, funciona muy mal lo de amar al prójimo como a uno mismo, el mandamiento principal de esa religión y de casi todas las del planeta.

Nos debería preocupar, porque ha sido la solidaridad, el ocuparnos de los individuos menos capacitados de la tribu, el cuidar a los enfermos, el reparto de los alimentos en épocas de esasez, lo que nos ha catapultado a lo alto de la pirámide evolutiva.

Si dejamos de entrenar la solidaridad, nos iremos a la mierda como especie.  Porque si ahora nos inmunizamos ante el sufrimiento de los que huyen del hambre, de la guerra y del terror, en las dos próximas décadas las brechas entre clases sociales se convertirán en trincheras.

Ya no hay trabajo para todos, ni lo va a haber en el futuro.  Esto que nos venden como una situación  coyuntural no lo es.  Es estructural, ha venido y se va a quedar.  Pronto habrá que hablar de como hacemos para dar de comer a los que ni tienen trabajo, ni lo van a tener.  Hará falta solidaridad para ello.

Pronto los implantes biológicos marcarán diferencias entre los que se los pueden permitir y los que no.  Ya no serán unas gafas o unos audífonos, un corazón de repuesto trasplantado para sustituir a uno defectuoso.  Cada vez más humanos optarán por mejoras en su cuerpo que marcarán diferencias con el resto de congéneres.  ¿Quien obtendrá un trabajo de vigilante, un humano normal o uno con la visión mejorada con unos ojos cibernéticos? ¿Y de analista? ¿alguien con un cerebro conectado a internet o un cerebro "desconectado"?

De hecho, la discriminación ya se da ahora; la mayoría de trabajos en los que cuenta la imagen corporal están copados por individuos con listas larguísimas de retoques estéticos.  Ya no queda sitio en los anuncios para alguien "natural".

Pero el cambio que marcará una prueba de solidaridad definitiva serán las mejoras genéticas.  Con CRISPR se empezará eliminando las enfermedades hereditarias, muy lógico. Pero... ¿alguien tiene dudas de que si se puede escoger la altura, la inteligencia o el color de los ojos de un hijo o hija, una porción de humanos no lo van a hacer, por muy prohibido que esté?

La prueba de solidaridad definitiva será la que establezca la convivencia entre seres genéticamente perfectos con los "otros", los que no hayan podido acceder a esas mejoras y hayan nacido con enfermedades o deficiencias que habrá que curar, pagándolo entre todos.  Habrá que ver que tal toleran los individuos inmaculados tener que cargar con los defectuosos.  Sin un entrenamiento continuado, mal panorama tiene.  Y ese futuro no está tan lejos