Milton Friedman, premio nobel de economía (sic) en 1976 es el máximo exponente de la teoría económica del libre mercado que se originó en la escuela de Chicago.
Hasta que pudo ponerla en práctica en un modelo real, había recibido generosas donaciones por parte de lobbys privados, muy interesados por sus teorías, pero sólo obtuvo palmaditas en el hombro por parte de la Administración americana. Lo drástico de sus medidas sugeridas hacían políticamente complicado desmontar el estado social que se había instalado en el mundo civilizado después del crack del 29 y las dos guerras mundiales.
En 1973, después de que sus patrocinadores, ITT entre los más destacados, contribuyeran interesadamente al golpe de estado en Chile que derrocó a Allende y colocó de presidente a Pinochet, Milton encontró finalmente un gilipollas que le dejó hacer lo que en su país ni por asomo habría podido. Había un problema; las medidas necesitaban cero de oposición. Para ello se utiilizaron las técnicas de aturdimiento colectivo que tan bien habían funcionado con Suharto y su nuevo orden en Indonesia con el balance de, al menos, 200.000 muertos.
Esta forma de conmocionar a la sociedad era una extensión al colectivo de métodos de tortura desarrollados durante años por la CIA, en los que se trataba de colocar al interrogado en un estado de shock total para hacerle cantar los pajaritos en hebreo, si era necesario.
En Chile no hizo falta matar a tanta gente para que la sociedad entendiera que formar parte de la oposición no era bueno para la salud. Aún así, alrededor de 12.000 personas fueron ejecutadas, la mayor parte durante la caravana de la muerte, 30.000 más encarceladas y 200.000 pirándose del país para preservar su integridad debido a las ideas. Una vez limpio de oposición, Pinochet (que como Suharto no tenía ni puta idea de economía) dejó en manos de los Chicago Boys de Friedman las riendas económicas del país.
El resultado, ahí está la historia, fue un desastre para la economía chilena. El mismo modelo se intentó implementar en Argentina durante la dictadura militar, en Rusia con Yeltsin, y en otra decena de países con los mismos resultados; la clase media barrida y el nacimiento de una oligarquía de millonarios.
La doctrina de Friedman, a pesar de sus fracasos, siguió recogiendo generosas subvenciones, por parte de las grandes corporaciones, para que pudiera continuar propagándose, mediante becas a estudiantes y think tank que colocaban (y colocan) a sus miembros en destacados puestos políticos de decisión económica, esperando la ocasión propicia para hincar el diente a algún mercado débil.
En teoría, el modelo capitalista de Milton no está mal. Pero cuenta con un inconveniente, el pack avaricia-estupidez-impiedad, repartido desigualmente entre los seres humanos. En una jungla global, los mejores terminan aprovechándose sin compasión de los más débiles. Para evitar eso, el ser humano ha desarrollado muy bien el concepto de solidaridad. Algunas veces es sincera y otras lo es de forma preventiva. De ahí nace el Estado Social que tanto molesta a los avaros más preparados, porque reduce su margen de beneficios, impidiéndoles el saqueo impune de los más desfavorecidos por la madre naturaleza y por el lugar en que les tocó nacer.
Ya señalé que para que una sociedad se coma con patatas (o sin) las medidas de la escuela de Chicago es necesario un estado de desorientación del colectivo. Si éste está organizado y goza de buena salud mental, no va a permitir que se desregule fácilmente el mercado laboral, se privaticen los servicios estatales, se elimine todo el control del Estado sobre la economía y se reduzca el gasto social al mínimo (¿os suenan las medidas?). En el caso de Argentina, Indonesia, Rusia, el citado caso chileno y otra docena más se conspiró enconada y violentamente para eliminar cualquier vestigio de oposición.
Pero los Chicago Boys también aprovecharon estupendamente otras ocasiones que les brindó la madre naturaleza o las circunstancias. Cuando el huracán Katrina asoló Nueva Orleans, los buitres aprovecharon para privatizar la práctica totalidad de la enseñanza pública, con la escusa de la reconstrucción. En el caso del 11-S, el estado de temor colectivo en el que se vió inmerso el pueblo americano permitió borrar de un plumazo muchos derechos de los ciudadanos y empezar una privatización de la seguridad del Estado que aún continúa. Los mayores beneficiados del atentado a las torres y al pentágono fueron, precisamente, los que no supieron detener a cuatro moros con carné de avioneta montados en un 747. Correlación hay. La causalidad es más difícil de demostrar.
Animados por el éxito obtenido en su propio territorio, las ideas neoliberales fueron un paso más allá en su expansión y se repitió la historia de Chile con Irak, un país que se invadió, arrasándolo, en busca de armas de destrucción masiva y en el que no encontraron ni pedos de vaca. A la población irakí también se la indujo violentamente a un estado de shock (televisado) que propició que las grandes corporaciones salieran de territorio iraquí con cientos de contratos millonarios. El mayor impulsor de la invasión de Irak, Donald Rumsfeld aparece en el accionariado principal de muchas de las empresas beneficiarias de dichos contratos, al igual que la familia Bush y sus amigos.
En la actual crisis económica los neoliberales han encontrado otro caldo perfecto para sumergir sus albóndigas desreguladoras. Pero... (aquí entramos en la zona conspiranoica) ¿Es la crisis una circunstancia casual que han aprovechado como buitres revoloteando sobre una res moribunda o, por el contrario, el agujero económico en el que está Europa ha sido provocado? En el caso del 11-S, el sacrificio de tres mil estadounidenses sirvió para reactivar la economía armamentística (que supone la mitad del PIB americano). En éste, mucho más elaborado, no hay muertos directos, pero si millones de damnificados.
Al igual que en anteriores ocasiones, era necesario someter a la población a un estado de aturdimiento. Eso se consiguió bombardeando a la gente con mensajes de crisis, crisis y más crisis a todas horas y generando la sensación en el colectivo de que la situación en la que se encontraba la sociedad era culpa del consumidor, por haber estirado más la mano que la manga. Las economías domésticas, ahogadas por la presión de las deudas les preocupa más llenar la nevera que quien es el dueño del Hospital a dónde van, mientras les atiendan.
Con el aumento del paro, una lacra, el desempleado se siente avergonzado por formar parte de un cáncer y su autoestima cae a niveles mínimos al igual que su capacidad de rebelarse. Se consigue así un efecto parecido al de la tortura por simulación de ahogamiento, en la que el prisionero sería capaz de confesar el asesinato del niño Jesús.
Lo políticamente inviable se convierte así en políticamente inevitable.
No creo que los fundamentos de economía hayan cambiado mucho desde que salí de la facultad, a primeros de los noventa. Un principio básico contable para el equilibrio económico se basa en que los gastos sean igual que los ingresos. Llevamos dos años actuando sobre los primeros (sueldos, pensiones, educación, sanidad...), pero no se ha hecho nada por aumentar los ingresos, porque aumentar el IVA no va a generar más dinero para las arcas del Estadi. Lo único que hará será disminuir el consumo, con lo que se venderá menos, se fabricará menos y se contratará menos gente. Sobre la desregulación del mercado laboral ni hablo. En un año se han perdido treinta de avances sociales. ¿Han servido las reformas del mercado laboral para generar más puestos de trabajo? No, padre.
Se dice que en el 2014 la economía se recuperará y se volverá a generar empleo. Ah... ¿si? ¿en base a que medidas? ¿tienen una bola de cristal para verlo? Porque datos no dan, recuerdan a Zapatero y sus brotes verdes... ¿Vendrán los marcianos a montar factorías de platillos voladores? Porque con lo que gastamos en I+D no vamos a despegar la industria. Y a poco que pase un poco de tiempo, cualquier persona con algo de capacitación laboral va a estar trabajando en otro país, beneficiado por lo que gastamos para educar al tipo. Y, de todos modos, de aqui al 2014 la autoestima de los seis millones de desempleados terminará por esfumarse, quedando listos para comulgar con ruedas de molino. En teoría, el paso necesario para acometer la siguiente tanda inevitable de medidas, la privatización (vender a los amigotes) de la estructura empresarial del Estado.
Como en el caso de un asesinato busca el beneficiado y encontrarás un móvil. Lo que más choca de toda la situación es que los causantes (¿instigadores?) del desastre, los bancos, no sólo han salido impunes si no que se les protege con el dinero de todos. ¿Comoooorrrrr? No se ha dado un sólo argumento bueno para esa maniobra. No creo que haga falta recordar que todo este pufo es una estafa financiera apoyada en la burbuja inmobiliaria que alimentaron ellos, dándole hipotecas para pareados con piscina a cajeras de Lidl, con el futuro de pagos nublado porque el vecino, un repartidor de telepizza tenía un ático con vistas.
No sólo eso. Los autores intelectuales del estropicio, que entonces estaban en los bancos, ahora ocupan puestos estratégicos de decisión. Uno de los más escandalosos es el del presidente del BCE, que le corta el crédito a Grecia (también) si no pasa por el tubo de las imposiciones, cuando fue él el que firmó el informe emitido por Lehman Brothers sobre la solvencia de Grecia antes de su entrada en la Unión Europea. Si Draghi es un inútil valorando las cuentas de un país, como demostró con Grecia. ¿por que lo ponen a administrar el dinero de todos los europeos? Ah, es un premio por colaborar al caos del continente. Entonces, vale.
Como ese caso hay decenas. Vale la pena ver el documental
Inside Job para verlo. Obama iba a cambiar muchas cosas. De boquilla. Al final, los cargos que dirigen de verdad la economía americana son los mismos que lo hacían cuando estaba Bush, demostrando que los políticos no son más que marionetas en manos de las grandes corporaciones, los mayores beneficiados por los cambios que se están aplicando como
medidas contra la crisis.
Todavía no he escuchado a un político español en los últimos años hablar convencidamente de un plan para salir de la crisis, crear empleo o fomentar la industria o el comercio. Sólo sueltan excusas, mentiras y manifiestan resignadamente que recortan de aqui y de allí porque es lo que toca hacer. Lo que toca hacer, inútiles, es dinamizar la economía. Y recortar, claro. En una Administración sobredimensionada y en gilipolleces. Recortar en educación es hipotecar el futuro y en sanidad, jugar con la salud de la gente. Pero claro, como menos salud tenga la peña, menos gastaremos en pensiones, también es verdad.
¿Dónde la han cagado? En un principio elemental que ya describe Maquiavelo en El príncipe: Las noticias malas se dan todas de golpe. Aprovechando el shock de la primera, las demas entran solas, reforzando el aturdimiento inicial del receptor de las mismas y haciéndolo más manipulable.
Si la situación es casual, son unos negados y les echarán a patadas, aunque visto el panorama político, las alternativas actuales son para echarse a llorar. Casi mejor emigra uno a Costa Rica, Tailandia u otro país baratito y con un ritmo de vida tranquilo. Si todo formase parte de un plan elaborado, la han cagado porque Internet permite a la chusma organizarse muy eficientemente, salvando el escollo del aislamento que produce verse fuera del mercado de consumo.
Si Milton Friedman levantara cabeza, Dios no lo quiera, se cagaría más en su puta madre de lo que lo hacen los manifestantes frente al Congreso. Por inútiles, por no haber sido más expeditivos de buen principio. Por no sacar antes los tanques a la calle.
Si es que no valen ni para robar...