Fingir que estás bien es muy sencillo. Sobra química en las farmacias para ello y la mayoría de médicos de cabecera tienen una sobrecarga de trabajo demasiado grande como para arriesgarse a no emitir una receta de antidepresivos.
La posibilidad de que un paciente cometa una tontería autolesiva que les pueda costar el puesto o una demanda por mala praxis, es un lastre muy grande a la hora de tomar la decisión correcta acerca de la prescripción adecuada para las dolencias indefinidas que suelen presentar la mayoría de pacientes, dado el poco tiempo que disponen para un adecuado diagnóstico, así que Clara tenía un surtido generoso de pastillas para el ánimo en su botiquín.
Cuando Luis llegó para recogerla, no interpretó correctamente el brillo alegre de sus ojos.
- Te veo estupenda...
- ¿Que te creías? - y le besó largamente en la mejilla.
A pesar de la escayola que aún cubría su pierna y su brazo derecho hasta el hombro, Clara insistió en ir en moto. Los miedos sólo se vencen enfrentándose a ellos.
- No corras, por favor - murmuró, apretándole suavemente el brazo.
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