En una demostración de tontolculo PRO mode: ON, me fui hasta Coruña en bus, sin haber dormido (se alargó el choio), a una cita con el neurocirujano. Cuando me piden el volante del médico, rebusco entre los papeles que llevo y no está. Se quedó encima del escritorio, en casa. La funcionaria bufa y se da la vuelta, para teclear mi DNI en el ordenador. ¿Para que mierda quiere el papel, si todos los historiales médicos están informatizados?
- No tiene cita para hoy -, responde con una sonrisa que, si me la suelta habiendo dormido bien, le cae la de Dios.
- No puede ser. Era a las nueve y media.
- Usted tiene una a las nueve y media, pero del 3 de mayo.
Levanto la mirada, rebuscando no se qué en la cabeza. La neurona dejó de funcionar sobre las siete de la mañana y no hay respuesta.
- Es mañana -. La funcionaria, que parece divertida con la situación, acude en mi ayuda. Su sonrisa se ha ensanchado.
Me vienen a la memoria los fusilamientos del 2 de mayo y me apetece, por momentos, rematarla a culatazos. No le veo la puta gracia por ninguna parte. Le explico que vengo de Miño, que bla, bla, bla, intentando que me vea el médico de alguna forma y la tipa me escucha sin interrumpirme durante un minuto largo. Cuando termino se limita a comunicarme:
- Su médico no visita hoy.
Los culatazos me parecen una forma demasiado rápida de que muera, pero la neurona huele el peligro, me agarra del pescuezo y me mete en el montacargas. Analizo hasta que punto está bien reírse de un gilipollas y vale, se puede en determinados casos. Pero creo que hacerlo de un enfermo no es demasiado correcto, sobre todo si no sabes lo que tiene. Si me pillara con tiempo, me entretendría a devolverle la jugada de algún modo, pero tengo cien cosas mejores que hacer, en estos momentos. Aunque, bien mirado, si lleva en ese sitio el tiempo suficiente, será ajena a las historias de la gente que pasa por allí todos los días. Podría entender su indiferencia, pero no su sorna. Notita: prepararle una divertida, cuando ande suelto de tiempo. En pocos días
Perico está aqui y seguro que se nos ocurre algo.
Al llegar de vuelta a Miño, me encuentro a unos paisanos a la puerta de la cervecería y entro a tomar una caña, la anestesia definitiva antes de acostarme. Sobre la barra, EL PAIS; en portada, la noticia sobre la expropiación de la filial boliviana de Red Eléctrica Española. La
foto del indio y sus acólitos, puño en alto y mano al corazón, no tiene desperdicio. Flipo, renuncio a hojear el periódico y me piro a la cama sin terminarme la caña. Las 13:30, excelente hora para acostarse. Menudo caos llevo, últimamente.
Tampoco tengo acciones de REE, como no tenía de Repsol. Y los que me conocen, saben que la españolidad no es uno de mis fuertes, así que me la chufla bastante esta nueva demostración de populismo a cargo de un dirigente de un país sudamericano, acorralado por las encuestas, contrarias por culpa de su nefasta gestión. Tampoco me entretendré a valorar si ésta es la forma correcta de resarcirse del expolio sistemático que se hizo en Sudamérica durante siglos. Ni fuí yo, ni estuve, ni mi patrimonio proviene de eso, así que no tengo remordimientos por ello.
Cuando Evo Morales ganó las elecciones, me alegré porque traía consigo un programa interesante de cara al pueblo llano, sobre todo para los indios cómo él, sistemáticamente menospreciados por la cúpula gubernamental boliviana. Pero con los años, el poder le ha podrido, al paleto, del mismo modo que lo hizo con
Chávez en Venezuela. Con su pan se lo coman, los bolivianos.
Lo ¿preocupante? del asunto es que es una reafirmación más de que España es el hazmerreír del momento. Con un balón por medio, ganamos a lo que sea, pero en política internacional, Nigeria o Mongolia tienen más peso en el mapamundi geopolítico.
Ya eché cuentas y no me toca volver como reservista, en caso de conflicto armado, así que no estrenaré los galones de sargento. Porque el otro gran cabrón que se está frotando las manos es el de Marruecos. Si a España sólo le quitan Ceuta y Melilla ya se puede dar con un canto en los dientes. Yo no estaría demasiado tranquilo si viviese en Cádiz o Algeciras. A ver cómo lo recorta Rajoy, a ese...