miércoles, 22 de septiembre de 2021

Moderadores de contenido en internet; una vuelta más al debate.

Moderar contenidos en internet es uno de los peores trabajos que existen. Consiste en visionar unas 3.000 imágenes al día de la degeneración a la que llega el ser humano.  No hablamos de esvásticas, pezones o bullying extremo, eso ya lo limpia un algoritmo.  Hablamos de tortura a personas, de pedofilia extrema, de personas que se autolesionan hasta desfallecer o de atentados terroristas, con imágenes de cuerpos desmembrados.

Hace un tiempo, en un documental, se explicaba como los dueños de las redes sociales (FB, Twitter, Tinder, etc) subcontratan el trabajo a otras empresas para establecer una barrera entre ellos y la gente que hace el trabajo sucio.  Haciéndolos invisibles se inmunizan contra lo que sus limpiadores de mierda hacen.  Trabajo desde casa por 4 dólares la hora con consecuencias psicológicas aseguradas; todos los que han hecho ese trabajo presentan algún grado de ansiedad o estrés postraumático, algunos muy graves. Por ejemplo, se describe una completa aversión a la sexualidad. El limpiador ha visto tantas imágenes de pornografía extrema que cualquier forma de sexo le produce repulsa.


Otro debate interesante que abrió el trabajo de limpiador es el de quien marca las reglas.  El limpiador no tiene criterio, las reglas sobre lo que se permite son muy estrictas, aún así las zonas grises son enormes porque la interpretación de una imagen es algo subjetivo. Pero ¿Quién decide lo que se puede ver y lo que no? ¿Quién decide lo que está bien y lo que está mal? ¿ ¿Bajo que criterios morales y éticos se establece un "manual de estilo" para un moderador de contenidos? Quién es, que detenta ese enorme poder para modelar la sociedad? 

Pero el reportaje, aparte de hacer un repaso a los anteriores párrafos, incide en una pregunta ¿Por qué Filipinas se está convirtiendo en el centro neurálgico de la limpieza de internet?

Por 9 dólares la jornada de 10 horas, miles de filipinos se dedican a limpiar la porquería más asquerosa de internet -los pezones, insisto, ya los quita un algoritmo-; hablamos de sexo entre perros y niños o decapitaciones.

Resulta que los filipinos son un pueblo profundamente católico practicante. Los muros de facebook del 95% de los filipinos jóvenes están llenos de mensajes de amor a Jesús o de citas de la Biblia. Tengo una opinión sobre ese nivel de lavado de cerebro en pleno siglo XXI, pero me la reservo, lo que yo opine sobre eso no tiene importancia.

Pues bien, resulta que las empresas subcontratadas por los dueños de las redes sociales para que limpien su mierda más miserable se aprovechan de esa característica de los filipinos.  Les venden el trabajo como una forma de penitencia en la Tierra para ganarse el cielo.  Explotan la abnegación de sus trabajadores para que hagan el trabajo más sucio y venderles que, gracias a ellos, internet está más limpio (lo cual no deja de ser cierto).  Antes de la jornada laboral, una misa ejerce de particular ejercicio motivacional colectivo 

Es una forma más de colonialismo; aprovecharse de los puntos débiles de un pueblo para extraer sus recursos o darles los trabajos que nadie quiere hacer.  Es, también, una forma retorcida de explotación de personas.  Porque manejando la escoba para barrer porquería está una persona y aprovecharse de ella es delito.  

No le veo mucha diferencia entre eso y raptarla de su tierra para que trabaje en una plantación de algodón, excepto que en el primer caso la persona duerme en su casa.  Pero se acuesta con la mierda del primer mundo instalada en el subconsciente para siempre.


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