Que el feminismo está ganando la batalla de las ideas está cada vez más claro, incluso a pesar de las abducidas que promulgan que no les representa. La mayoría de ellas nunca sufrieron acoso laboral porque nunca trabajaron y dónde viven pueden caminar solas por la noche sin pasar miedo. A ellas son a quienes más micrófonos les colocan.
La prohibición de las manifestaciones del 8M da para sacar muchas conclusiones, una de ellas es que se sigue perdiendo la batalla de los hechos. "Las feministas contagian pero los nazis no" es un mensaje muy preocupante, más si viene de la mano de un señor que pertenece a un partido que se dice "socialista".
Socialista, los cojones. Socialista es Trump que daba un cheque de 1200$ a todas las familias para que pudieran comer. Socialista será Biden, o Merkel, que hacen lo mismo que Trump. El partido de Sánchez tiene de socialista lo que yo de japonés, una T, una J y una D en el apellido.
La virulencia con la que atacan al feminismo sus enemigos es buena señal, porque es el síntoma de que se están viendo realmente amenazados. Pero me defraudó el feminismo, el 8M. No nos dejan hacer una manifestación multitudinaria, bien. Pues hagamos 10.000 de 4 personas. ¿Tan difícil era? Las redes sociales lo habrían esparcido en menos de 48 horas y el mensaje habría hecho más daño a sus enemigos.
Que el feminismo no haya tenido capacidad de reacción adecuada (según mi manera de ver) es el mal síntoma de que la pandemia está atomizando cada vez más nuestra sociedad.
Y esto es preocupante, porque para evitar que los fondos europeos para la recuperación terminen en las cajas de las empresas del Ibex y de los bancos, vamos a tener que protestar muy unidos. Y no lo estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario