Que no lo necesito, ya lo sé. Pero un comentario en mi post del domingo me da para contar media historia, así que lo aprovecharé (Gracias, Daniel, hoy estoy poco inspirado para con la novela...).
Aviso: Es un tocho, así que si tienes algo que hacer, hazlo. Ya volverás, si quieres, otro rato.
Y si quieres ir a la conclusión, que puedes ir sin leer el post entero, total, ni me enteraré, ni te pierdes la historia de la génesis del mundo, busca un encabezamiento de párrafo que pone
PUNTO DE ENLACE...
Tuve (hace 25 años ya, corre el tiempo...) una novia. Eso no es sorprendente, lo sé (uy, como me voy a enrollar). Tenía una hermana, B., que estudiaba (además y puntualizo además, por que estudiaba, además, Biblioteconomía) Bellas Artes. Dos carreras en cuatro años, sacó, portento que era.
Tímida y retraída, todo lo contrario que su hermana, me costó intimar (palabra excesiva para lo que fué nuestra relación) por que ni yo le interesaba para nada y a mi me parecía lo que todos conocemos como una rata de biblioteca. Siempre enterrada entre decenas de libros abiertos, sin vida social apenas, siempre llegaba a comer a los postres y terminaba antes del café para volver a sus libros. Muy pocas palabras cruzamos en el primer año de mi relación con su hermana. Amables y correctas, por supuesto. Nos caímos bien desde el primer momento aunque no supe hasta años más tarde el por qué. Los dos éramos unos raritos. Con la diferencia que yo sabía disimularlo y llevar una adaptación al entorno real aceptable, cuando tenía que salir de mi burbuja. Ella, ni quería, ni le interesaba.
Como coincidimos en el tiempo y en el espacio durante casi cuatro años, sucedió que un día del segundo nos encontramos en el comedor de su casa. Me sorprendió con los auriculares puestos, bailando (cosa que nunca hago en público) y con los ojos anegados en lágrimas de felicidad. Al verme sorprendido, me detuve y me la quedé mirando como si me hubiese pillado robando galletas del tarro de la abuela, (pero sin sentír vergüenza alguna). Creía que estaba solo en la casa, pero no. También estaba ella, la imperceptible que había resurgido de entre sus fotocopias de apuntes...
* Debe ser buena, la canción..
* Lo es...
Y sin más justificación se la puse a sonido ambiente primero, con los auriculares después. Los auriculares son a la música, lo que el sexo con la persona que quieres, al amor. La canción era el El mar no cesa de Héroes del Silencio. Puede parecer una canción pop-rock más, lo reconozco. Hoy en día no mueve de emoción ni un vello de mi cuerpo, pero sige retorciendo las entrañas de muchos recuerdos. Entonces, en un momento en el que estaba enamoradísimo de la mujer de mi vida, a la que cuando tuve, no quise y cuando quise ya no la tenía, esa canción describía perfectamente (a mi modo de ver) el agujero que tenía en el alma.
Besar el vacío, insostenible
la letal desida te amenaza...
Siento, por momentos, la ausencia de ti.
Carente de todo,
disidente de nada, muero por impulsos
de agonizante grillete.
Aprisionado por injustas manos,
miro mil puertas...
Están abiertas a la oscuridad
Están abiertas a la oscuridad....
Méceme con el impulso de tu risa,
arranca mi máscara de tragedia
Y que alente el huracán mis telarañas...
Lo que nos unía es que,con ella no tenía que justificar es comportamiento anormal, de llorar y bailar en solitario. Le trasladé a la historia sin que supiera que era la mía. Le hablé de la pasión y la profundidad con la que Enrique Ortiz de Landázuri -Bunbury- (un día tengo que contar como vi morir, apuñalado, a su hermano) interpretaba sus temas, y sobre todo, la mágica compañía que a esa perenne melancolía (la decadencia está prohibida) le daba el bajo de Joaquín Cardiel y como la guitarra de Juan Valdivia te succionaba las lágrimas sin que pudieras resistirte.
(Si esperas sexo, puedes irte a otro sitio. No hubo)
Después de escuchar dos veces el solo de guitarra del final de la canción (Pedro Andreu, a la batería, marca los tiempos con una elegancia soberbiamente discreta e implacáblemente hipnótica), entendió lo que le contaba y (también) se emocionó.
(abro paréntesis)
Maradentro tiene que ser un paréntesis necesario (otra canción mítica de cuando me di cuenta que se me escapó lo mejor que nunca conoceré)
Y por fin he encontrado el camino
que ha de guiar mis pasos
que ha de guiar mis pasos
y esta noche me espera el amor, en tus labios.
De cada mirada, por Dios,
ardía el recuerdo en mi interior
Pero ya he deshechado, por siempre, la fruta podrida
En la prisión del deseo estoy...
Y aunque deba cavar en la tierra
la tumba que se que me espera
Jamás me vió nadie llorar así,
Jamás me vió nadie llorar así,
que termine un momento precioso
y le suceda la vulgaridad
Y nadar Mar adentro
y no poder salir
En la prisión del deseo estoy, junto a ti.
Y por fin he encontrado el camino que ha de guiar mis pasos
y esta noche me espera el amor, en tus labios.
De cada mirada, por Dios,
ardía el recuerdo en mi interior...
Y nadar Mar adentro
y no querer salir
Escribo Mar con mayúsculas por que ella, claro, se llamaba Mar, igual que la hija de mis padres con la que, tampoco, volveré a hablar nunca. Pero esto último es culpa suya, no mía. Y lo primero no puedo arreglarlo. Lo segundo, ni quiero, ni vale la pena.
(fin del paréntesis)
Se que toda la familia, menos su hermana, se extrañó de la cantidad de palabras (conversación) que empezamos a intercambiar a partir de entonces. Creo que su madre hasta temió lo peor, un escándalo. Los raritos estamos por encima de las pasiones carnales. Yo diría que ni nos interesan como tales.. Preferimos la comunión de espíritus. Intenté interesarme por la pintura, la escultura y la arquitectura. Releí los libros de BUP. Nada. Fuí a un par de exposiciones. Nada. Un día que llegué a su casa (pasaba más horas que en la mía), B. estaba haciendo un trabajo sobre la Venus de Milo. Su habitación, un caos. Aparte de la cama por hacer, había una cuarentena de fotos de la estatua y la pila habitual de libros abiertos y fotocopias amontonadas.
(Otro paréntesis)
Tardé en llegar a amar la fotografía por que el padre de las dos hermanas, que descansa en paz, supongo, es uno de los mejores fotógrafos que han existido. Era el talento puro detrás de una cámara. Yo, si hago algo, lo hago para hacerlo perfecto, o no lo hago. Y, a su nivel sabía (y sé) que nunca llegaría. Por eso no me hice mucho por profundizar en la fotografía (entonces). Con el tiempo he descubierto que se puede jugar al fútbol sin ser Messi y sentirte orgulloso de lo que haces. Sólo tienes que hacerlo al máximo de tus posibilidades. Me costó aprenderlo, pero desde entonces vivo mucho mejor conmigo mismo y con lo que hago.
(cierro paréntesis)
Cuando le pregunté que estaba haciendo, sabía que me metía en un charco. Su madre me había dicho que llevaba una semana sin salir apenas de la habitación. Al verme, se le iluminaron (algo) los ojos. Era su trabajo de fin de carrera (o algo así). Me explicó que había visto algo en ese cacho de piedra que nadie había visto antes. Una nueva interpretación de la estatua. Desde la segunda frase de lo que me trataba de transmitir, me vi más perdido que la nave de Galáctica en el cuadrante P-13. Trató de que viera lo que ella veía en la Venus, de la misma manera que le hice ver lo que casi nadie había visto en El mar no cesa. Imposible. Yo no se fingir. Ni en una mesa de poker, la verdad. Me miró (casi) enfurecida y me espetó:
* No lo entiendo. Con la sensibilidad que tienes para la música.... ¿Como puedes ser tan tocho con esto?
(Nota: entiéndase como tocho: paleto, palurdo, insensible, inculto, o todas juntas)
No lo sé... Lo siento. El mejor cuadro del mundo, el edificio más imponente o la escultura más imaginativa sólo pueden arrancarme un pobre comentario; Ta bien... ¿no?. No me da para más, por mucho que me esfuerce. Eso nunca me traumatizó. Sólo puedes añorar lo que conociste. Lo que no, pues no. Al contrario que con la música. Tengo el don de oírla de una manera que la mayoría no puede. O no sabe. A mucha gente le enseñé a fijarse en detalles de la música que le pasaban desapercibidos. Por que le abrí puertas a su percepción que ni sabía que tenía. Y eso, la gente lo agradece. Con lo que tiene, que normalmente suele ser agradecimiento. Que es mucho.
Esa frase lapidaria de B. me acongojó muchos años, haciéndome creer que era un insensible.
* No lo entiendo. Con la sensibilidad que tienes para la música.... ¿Como puedes ser tan tocho con esto?
No soy un tocho con el arte. Soy normal. La gran mayoría de gente no vibra con él. Y no pasa nada. Viven (vivimos) la mar de felices. Simplemente no estoy dotado para flipar con el cubismo de Picasso, el Gugenheim me parece... bien y si me regalas el David de Miguel Angel lo venderé para comprar cd´s. Y no por ello voy por la calle mirando al suelo.
PUNTO DE ENLACE
Pues eso, que sigo pensando que puedo aportar un valor añadido a algunas canciones. No sé por que dejé de hacer posts sobre ellas. Alguien me dijo una vez, en un torneo : Yo voy todos los días a tu blog. Pero cuando pones canciones o escribes sobre música, la verdad, ni lo leo. Es que soy de otro estilo.
Me parece perfecto que no te guste la música que propongo. Y te agradezco, enormemente, la sinceridad. Lo que me fascina es que te interese el resto de lo que escribo, que a mi me parece (siendo generoso) corriente. Como poco. Hubo quien me dijo que lo que yo escribía no valía para nada (lo que también me parece perfecto). Que sólo venía a mi página por el blogrroll. Para ver lo que escribían los demás. Manda cojones. Sinceridad, si. Pero no seas tan bruto, coño. Que si lo hago, es con ilusión. No me adules, de acuerdo, pero no me menosprecies, por favor.... :). También me han confesado no leer nada de lo que escribo, pero que entran en el blog, le dan al play del reproductor y luego se piran a surfear por la red. Bueno, al menos coincidimos en gustos musicales. Al final, debe leer lo que escribo el 10% de las visitas...
En fin... Si creo que tengo alguna especie de talento es para con la música. Para con toda. Para ver belleza donde a otros les pasa desapercibida. Pero no tengo tiempo de escuchar de todo. Ya he discutido eso con mucha gente. Y he conseguido ceñir mi búsqueda a un delimitado círculo que puedo alimentar sin que se me acumulen los discos pendientes (llegué a tener 300 por escuchar). No pienso salir de ahí. Me llega para hacer vibrar el alma, que es lo que espero de la música. Es la mejor droga que hay, sin duda alguna.
Por eso, si vuelvo a descubrir una manera de que una canción pueda hacer sonreír a alguien, o llevar su melancolía con más dignidad. Una frase que pueda acompañar en un momento de bienestar emocional, o de melancolía (la decadencia esá prohibida en tu mente), o de duda (las mejores). Un grito de rabia escondido en tres palabras, la descripción perfecta de un estallido de amor, lo que sea.... Cualquier sensación que crea que suele escapársele a la mayoría, lo haré. Lo volveré a hacer. Y si el post no sirve para que nadie (más) pueda apreciar esa canción, pues bueno, al menos me lo habré pasado pipa inmersionando en ella...
El objetivo de este blog (al que me incitó Pacocho) era, como reza la leyenda del título, Autopsicoanálisis. Bueno, hoy me acabo de ahorrar no 100 pavos. Al menos 300. Y me han sentado de puta madre....