Me despierto pronto, que tengo un análisis de rutina. Pronto son las 8:15. Ayer volví a irme a dormir tarde por culpa de un torneo de poker (si, he pecado, Padre, jugué un torneo...). 26º de 2314. Otro ITM que no nos saca de pobre. Aunque bueno, mientras fuí jugándolo tuve abierta otra mesa de Rush que dejó un dividendo por hora aceptable. Y pude ver tres películas más de la filmografía de Cristina Ricci. La muchacha ha participado en algunos bodrios memorables, la verdad.
Casi se me olvida de echar la meadita en el bote. Ya me pasó alguna vez y luego, para sacar otro chorrito, las paso putas. Ni anuncio de FontVella, ni ná.
Después del análisis tengo visita con la Doctora, para que me diga que tal salieron las fotos de mi espalda.
Como tengo un ratito entre la extracción de sangre y la visita, le echo una ojeada rápida a la prensa. El Reus a 2ªB, bien y el Barça de fútbol-sala aporta al Club la cuarta liga de la temporada. 14 títulos en total, entre las cinco secciones profesionales. Bien. Han pelado a dos soldados en Afganistán. Dos indignas muescas más en el oleoducto. Un titular señala que la soldado es la segunda mujer española que la palma en ese conflicto. Son las cosas de la igualdad, que quieres. En Afganistán también se han quedado 94 hombres. sesentaypico, de golpe, en el accidente del Yak-42 en el que poco tuvieron que ver las tropas enemigas. ¿Se acuerda, señor Trillo?
La noticia dolorosa viene en pequeño, en los tres periódicos. Estalla una niña de 8 años que portaba una mochila bomba. Hay que ser hijo de puta. Ya verás, cuando te pille Alá. Te va a meter una cimitarra por el ojete y te la va a sacar por la oreja, malnacido. Despacito, para que no mueras deprisa. Si por mi fuera, se lo entregaría a las hormigas carnívoras, untado de melaza.
Me llama la doctora. Le echa un vistazo al informe del radiólogo y (creo) que a la radiografía. Me pregunta:
* ¿Cómo va el dolor?
* El del alma, aceptablemente. El de la espalda me tiene un poco hartito, la verdad.
Baja la cabeza mientras no deja de mirarme seria a los ojos. Es lunes a primera hora y no parece estar para demasiadas rarezas.
* ¿Tomas algo? ¿Ibuprofeno?
* El ibuprofeno me hace el mismo efecto que los sugus de piña. Cuando me molesta de verdad el dolor, le mando un tremadol.
No debe tener buena pinta el diagnóstico por que me lo receta sin rechistar. Creo que si le hubiese pedido vicodina me la daba. Le pregunto:
*¿Como está esa columna?
* Bueno, tienes una discopatía entre la C5 y la C6, otra entre la C6 y la C7 y otra entre la L4 y la L5. Ese disco es posible que tenga una rotura. Te derivo al neurocirujano.
( Traducido: Tres discos herniados, uno de ellos posiblemente roto)
*¿Puedo montar en bici?
* Mejor que no
* ¿A caballo?
* Ni se te ocurra. Y mejor que no cargues peso ni hagas esfuerzos prolongados ni intensos.
Vaya, ahora que le había echado el ojo a una yegüita, no me dejan montar a caballo... Estupendo. Nada de alcohol por culpa de unas pastillas que tomo que pueden afectar al hígado (¿A mi higado, que ha sobrevivido a innumerables vietnames alcohólicos? vamos...) Nada de fumar y ahora me quitan el sexo salvaje. Menudo panorama estival se avecina. Aunque bueno, lo del sexo salvaje tampoco es un problema, que yo he sido siempre muy marqués para estas cosas del intercambio de fluidos corporales con los especímenes hembra de nuestra especie.
No me dan la cita enseguida y me dicen que me llamarán o me mandarán una carta. OK, la visita no será esta semana ni la que viene, por lo que parece.
Hago la compra en el súper. Me la hago llevar a casa sin ningún tipo de pudor, a pesar de que no debe pesar ni 15 kilos. La de la frutería me la llevo yo, que está cerquita. Al llegar a la cocina me topo con la prueba del algodón que le hice ayer a la pared izquierda. Estoy en plena limpieza semestral. No es que limpie cada seis meses, ojo. Dos veces al año me da por sacarlo todo de sitio y volverlo a poner. Aprovecho así para deshacerme de todo lo que realmente no me sirve y quitar la suciedad de los rincones más recónditos. Pero esa pared de la cocina nunca la había repasado y debajo de una leve pátina grisacea hay unos azulejos blanquísimos. 184. Tengo una buena excusa para no limpiarlos, pienso. Pero sé que el trazo níveo del algodón me lo voy a encontrar de cara cada vez que entre en la cocina. Despacito, mientras pongo a hervir los spaghetti, voy pasándoles un estropajo enjabonado. Luego los enjuago. A media pared parece que los azulejos me van a marcar un gol, pero mi portero saca la pelota en el último instante. Un rato indefinido más tarde, la pared reluce de blanco como no la recordaba. Espalda; 1 - Azulejos: 0. Lanzado, aprovecho para hacer los cristales. Por hoy es suficiente. Mañana ya haré los armarios.
Como en esta vida todo consiste en adaptarse, pues me adaptaré. Me toca resignarme a perder, con toda seguridad, la estilizada figura que había alcanzado. Sin poder hacer deporte, el bandullo abdominal no tardará en volver a aposentarse alrededor de la tableta de chocholate que tenía alrededor del ombligo. ¡Que le haremos!. Yo me gusto igual.
Como la doctora me ha recomendado que pase el mayor rato posible tumbado, pues eso . haré. Me bajo a la playa, a ver si me termino de pulir Papillón. Viendo lo que pasó ese tipo y como nunca bajó los brazos, lo mío es de broma, así que si no podemos hacer más, haremos otra cosa. Hacer menos no va conmigo, la verdad...