Rafael Bueno, banquero en la época del pelotazo de las cajas, cuenta como fue la transición. La transacción, como él le llama.
Se preparó una Constitución que se votó sin que hubiera el preceptivo proceso constituyente. Suárez obvió hábilmente ese paso porque sabía que si se le preguntaba a la ciudadanía si querían monarquía (lo que Franco escogió) o República, hubiese ganado la opción republicana, de calle. No una continuación de la Segunda República, una de corte más moderno, a la francesa. Por eso no hubo referéndum.
Los partidos de derechas no eran un problema, los de izquierdas, si. Para ello, Carrero Blanco había infiltrado, desde la época universitaria, a un tal Felipe González en las juventudes socialistas para que ganara finalmente el Congreso de Suresnes, donde se deshizo de todos los socialistas medio íntegros como Rodolfo Llopis. Una purga para poder incorporar el PSOE a la estructura del sistema, cosa que sucedería en 1982.
El PCE tampoco se libraría de la corrupción. Una vez controlado el poder legislativo (y el judicial, en este país no ha habido nunca la necesaria separación de poderes para consolidar una democracia) los políticos fueron infiltrándose en los consejos de administración de las Cajas para, literalmente, saquearlas.
La reestructuración bancaria y el rescate lo cifra el Banco de España en 65.000 millones de euros. Rafael Bueno eleva esa cifra hasta los 400.000 millones.
Desde 1982 se han alternado PSOE y PP dirigiendo el país sin que, esencialmente, cambie nada. Siempre trincan los mismos y pagan los platos rotos los mismos. Patriotas que venden el país y ciudadanos que salen al rescate sin apenas queja, sin atisbo de rebelión, de querer cambiar el sistema.
La primera entrega, de una hora larga, ha sido "para situarnos en contexto". En los próximos días irán cayendo más capítulos.
Promete. Y mucho.
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