Nacho Vegas

Nacho Vegas es el tipo que un día casi conoció a Michi Panero. Y eso es mas de lo que muchos soñarían en mil vidas. El viernes pasado llenó el Teatro Colón de Coruña.
Con una expresión huraña arrancó con "La plaza de la soledad". ¿Que aspecto querías que tuviese? No hace, precisamente, canciones de amor. Nacho Vegas habla resignadamente del lado sórdido de la existencia, de perdedores, de decepciones, de derribos emocionales, de dependencias, de ángeles caidos, de finales inevitablemente tristes.
Empezó el concierto impasible e inmutable a los aplausos y a los gritos de "guapoooo!". Ni siquiera saludó. Venía a lo que venía, a presentar su último trabajo "Manifiesto desastre", toda una declaración de contenidos, ya en el título. Cada canción de Nacho Vegas es una lección de como sobrellevar la (necesaria) melancolía.

Al rato hizo una pausa y aprovechó para presentar al grupo. Con un sentido del humor ácido. ¡Y sonrió una vez!. No deja de ser como el hombre del anuncio del Golf que acaba de descubrir que también le robaron el Golf... Un contínuo revés emocional, pero llevado con la cabeza bien alta. Es lo que hay. O lo tomas o lo dejas. Y él no está por la labor de dejarlo. Aún.
La adaptación de “Perdimos el control”, brutal. “Que te vaya bien, Miss Carrusel”, en versión reprised, me llegó hasta la médula. “El hombre que casi conoció a Michi Panero”, por primera vez en directo para mi, para llorar de emoción. A ratos no anda muy lejos de Corcobado.
Dos bises, el primero cerrado con “El angel Simón” y el segundo con una versión de “Cosas bien hechas” que remató con un apocalipsis instrumental. Por si quedaba alguien alegre. Dos horas que pasaron volando. Salí muy contento y satisfecho. Compré la camiseta con el lema “Cuando digo NO es NO” para mi. Para una amiga “Tengo un ambicioso plan. Consiste en sobrevivir”. Dos de sus frases lapidarias. Nacho Vegas es mi particular Ian Curtis. Pero vivo. Aún.