Después de comer, dí el último repaso a la lista de ropa, útiles y enseres que me llevaba, sin poder evitar la sensación de que me estaba olvidando algo importante. Como cada vez que salgo de viaje. Normalmente me gusta tenerltodos los detalles del viaje perfectamente planificados. Esta vez sólo llevé la mochila y un billete de autobús hasta Ponferrada.
Al parar en la gasolinera para darle de beber al bicho, la muchacha, algo guasona, dado el temporal que estábamos atravesando, me pregunta:
- ¿que? ¿de acampada?
- Si, eso, a ver si se me zumba Becky, por que lo que es mi mujer...
Aproveché para dejar la Daytona en el taller para su primera revisión, la de los 1.000 kms., así que hice el trayecto de Miño hasta Coruña cargado con la mochila, esterilla incluida. No muy cómodo, la verdad. Pero sirvió para ahorrar un viaje. La pinta, con el equipo completo y montado en una R, pa ver...
Para variar, llegué con el tiempo justo a la estación. Tengo que aprender a apurar menos el tiempo. Pero lo cogí.
El autobús, un lujazo. Me sorprendí al sentarme en mi asiento, no estar nada inquieto, a pesar de no saber muy bien lo que me iba a encontrar. Pero era precisamente esa la idea de esta aventurilla; irlas a ver venir, a lo que sucediera, sin prisas. Si podía andar, andaba y si no, pues tenía intención de pararme el tiempo que hiciera falta. Y si algo requería una inversión adicional de tiempo, iba dispuesto a concedérsela.
En el bus, una azafata nos ofreció auriculares, bebida y merienda, como en un avión. Y como un avión parecía, pues me quedé frito hasta Lugo.
La noche anterior no dormí demasiado. Me desperté a las 5 por una pesadilla de esas que hay que salirse bien, para no retomarla y me lié con la plantilla del blog y me dieron las ocho de la mañana. Me volví a meter en cama y a las 9 llamó la cartera para traerme unos cd´s comprados en la red. Dos desde Estados Unidos y uno desde Alemania, asquiridos el viernes anterior. Increíble eficiencia. Me volví a empiltrar y a las 9:45 tenía un mensajero entregándome una colonia comprada también por internet... ¡el día antes por la mañana!. De 75 a 37 €, puesta en casa en 24 horas. Maravilloso, con lo poco que me gusta ir de tiendas... Casi sin tiempo de cerrar los ojos, sonó el teléfono. Contesté desde dentro del edredón. Era Rudy, para comentarme un mail que le mandé a las 6:30 de la mañana, relativo a una consulta sobre HTML, que para mi es como el chino cantonés...
Ok, ya me levanto, ya me levanto, pensé...Después de Lugo, volvieron con otra ronda de bebidas y más merienda. Bueno, si pretenden que parezca un avión, yo hago lo que en un avión. Y me volví a dormir hasta la entrada de Ponferrada.
Al llegar, pregunté en Información por el albergue y me dieron 25 minutos a pie o 10 en taxi. Coño, vine a caminar, pensé y enfilé hacia el centro de la ciudad. Decidí quitarme la reticencia habitual que tenemos los hombres a preguntar por donde se va a los sitios y fué sencillo llegar. Antes, pasé por el imponente castillo templario, que no pude visitar ni por la tarde, ni por la mañana. Es una visita obligada para un próximo Camino.
Me dieron como referencia 300 metros detrás de la Iglesia de San Andrés, que encontré a la primera...
También anoté, para adquirir en un próximo viaje, unas camisetas que vi en una tienda al lado del castillo. Hubo una época de mi vida en la que leí un montón sobre los templarios y los diseño de estas franelas me gustaron un montón.
Es más, llegué a pasear dos o tres años por el mundo con una Vespa negra, que tenía una cruz en rojo como la que sigue, en la chapa frontal y que llevaba un montón de símbolos y frases relativas a los templarios, pintadas a mano. Megafriki, lo sé, lo sé... Una pena no tener fotos de esa máquina, por las horas que pasé decorándola.
Paré a cenar en el típico bar de Peregrinos. Dos vegetales y una Sin; 5.10 €.
Al llegar al albergue, veo la distancia real que voy a recorrer, a la que hay que añadir los dos kilómetros hasta la estación. Y los siete de añadido del tercer día, pero esa es una historia para otro post...
No está mal, teniendo en cuenta que eso debe ser una distancia mayor a la suma de todo lo que he caminado durante los dos últimos lustros...
En el albergue de San Nicolás de Flue encuentro a un Hospitalero la mar de agradable. Me entrega la credencial (1€). Dormir cuesta la voluntad. 5 € es una voluntad adecuada, me indica. Perfecto. Salgo a dar una vuelta por los alrededores. A lo lejos se puede divisar la nieve que cubre las montañas del Camino de Invierno, el que va a Santiago pasando por Orense. Parece una bonita opción para hacer en enero o febrero.
Me dió tiempo de ver dos de los goles del Barça al Ceuta antes de volver. En el albergue había una treintena de personas, la mayoría de tertulia en la cocina-comedor. Por supuesto, dos asiáticas. Un grupito de 5 guiris tenía dos botellas de vino vacías, otra a medias, las mejillas como tomates y una tertulia en guachinanglis muy animada, por lo que deduje, como así era, que eran de distintos países.
En la habitación, con 2 literas y poquito espacio para los bultos, coincido con Isaías, que está haciendo el camino desde Francia a Fisterra, con Manolo, un italiano con 2000 kms. hechos a pedal y con un francés que no dijo ni mu hasta que se durmió y que fué el que rompió la armonía de la noche con sus ronquidos.
Menos mal que me llevé el ZEN... Dormí como un bendito a excepción de la acostumbrada meadita de madrugada.
Total gasto día 1: 12,60 € (No cuento el billete de bus, ni el coste del equipo. Eso ya lo tenía cuando salí)
Para descargar todas las fotos del día 1 (16, no muchas), pinchar en el siguiente enlace.