Ayer abrí la primera botella de cava que guardaba para una ocasión especial. ¡Han despedido al psicópata!.
El psicópata estaba de Director General para España en la empresa donde trabajé hasta octubre del año pasado. Él mandó a su lacayo favorito a despedirme. Además de muchas otras cosas es un cobarde.
Llamándole psicópata y cobarde en público podría parecer que me arriesgo a una demanda por calumnias o ultraje al honor. No le estoy calumniando. Le estoy definiendo. Ante un juez, al menos 20 personas testificarían a mi favor en ese sentido. Sobre todo ahora que no puede despedirles. Y no puedes mancillar el honor de alguien que no tiene.
El psicópata es un tipo que lo pones de director de la Coca-Cola y la hunde en año y medio. Poco menos es lo que hizo con E.
Cuando llegó, a finales de 2009, la compañía contaba con un equipo motivado que echaba las horas que fueran necesarias. Directores de centro haciendo reparto, Jefes de Venta haciendo instalaciones... Lo que fuera menester con tal de que el cliente tuviera el servicio que se le prometió.
El psicópata sólo quiere aduladores a su lado, no le gusta oír la verdad. Se cargó (entre otros) a dos Directores de Centro y a un Director de Producción (los tres, grandísimos profesionales) sólo por poner en cuestión sus métodos. Unos métodos que se demostraron peores que los propuestos por los decapitados. Ahí están los resultados.
En ventas (mi departamento) su primera gran decisión fué apartar al Director Comercial, poniéndolo al frente de una línea de producto digamos menor, aunque de mayor facturación. Los motivos aducidos era el incumplimiento de los objetivos. Esos objetivos estaban irrealmente sobredimensionados (fuí el mejor Jefe de Ventas en 2009 y 2010 con unas coberturas del 97 y 93% de los mismos, imaginad la media). La realidad es que D., el Director Comercial, cuestionaba las estupideces del psicópata y defendía a su equipo. Como molestaba, lo quitó de enmedio. Y fichó al lacayo.
El lacayo es un pinpín sin amor propio cuyo único objetivo desde que vino, a principio de 2010 ha sido que el amo le frote la cocorota y le tire galletitas. Nunca se ha peleado con él por su equipo. Tampoco ha hecho nada por aprender el negocio. Salvar mi culo como único leit-motiv.
Mis desaveniencias con el psicópata datan de finales de 2009, cuando nos presentaron el cuadro provisional de variables para 2010. Después de 20 años viendo tablas parecidas, en cuanto me enseñan una ya sé cuanto voy a ganar (+- 10%) al año siguiente. La que nos presentaban era para que ganáramos... 0. Estamos hablando de 12.000 euros brutos, que era lo que nos jugamos el año anterior. Para definir su propuesta evité utilizar la palabra "timo" y la sustituí por "poco motivadora". Entre la versión provisional y la definitiva no hubo apenas diferencias.
En enero, después de un agrio (por ser eufemístico) cruce de mails, tuvimos una reunión en privado en su despacho en Barcelona. Después de una hora y media me prometió 4 modificaciones (la reunión está grabada) a las tablas. Hizo media. Un par de meses después, en una reunión de Jefes de Ventas, en la que hizo un chiste barato, lamenté que tuviera tanto sentido del humor y tan poca palabra. En ese momento me colocó la diana en la espalda y yo lo sabía, pero no me importó. Puta, si, pero paga tú la cama.
El resultado fué que de 40 oportunidades de cobrar un incentivo (8 Jefes de Venta, por 4 trimestres más un acumulado anual), sólo dos consiguieron un parcial al 50%. Efectivamente, era un TIMO.
Una de las prácticas habituales en E. era chulearle las comisiones a los comerciales en cuanto había ocasión. No en todos los Centros, ojo. Pero como esos pagos van directamente a la cuenta de resultados del Director del Centro (quien cobra incentivos por mantener un determinado EBITDA) a veces, ante la duda, un comercial podía perder una comisión. En mi equipo eso jamás sucedió. Siempre dije que para tocarle una comisión (justa ojo, si un contrato se cae, pues que le haremos...) a uno de mis comerciales tendría que ser sobre mi cadáver. Como así fué.
En agosto le robaron a F., uno de los muchachos de mi equipo, 900 euros que se había ganado merecidamente. Por orden directa del psicópata. Ahí fué el acabose. Al lacayo le llamé de todo menos bonito. Nada de calumnias, sólo calificativos.
Nada. Tenía la lección del amo bien aprendida. Cambié mi actitud. De "absoluta colaboración" (no me pondré medallas haciendo una lista de las múltiples tareas que hacía y que no eran de mi incumbencia, aunque esto lo podría certificar una veintena de personas) pasé a limitarme a cumplir con mi horario y con las obligaciones de mi puesto. Debido a esa "actitud" me despidieron (improcedentemente) en octubre. El lacayo aducirá mi reiterada negativa a seguir determinados procedimientos marcados por la empresa. Es posible. Estupideces las justas. Y como estamos para vender, lo que importa es el resultado, no la forma. Un sistema de trabajo puede ser bueno en Francia. Pero España es diferente. Y Galicia más. Pongo sobre la mesa mis resultados con mis métodos. Que ponga el los suyos y comparamos. Ni la mitad.
De los ocho Jefes de Ventas, el lacayo despidió el año pasado a 7, algunos de ellos profesionales fuera de serie, en una huida hacia adelante sin precedentes. Este año, en términos absolutos está vendiendo un 40% de lo que se facturó el año pasado, cuando también teníamos crisis. En mi lugar pusieron a una buena mujer a la que engañaron como a una china. Los comerciales que tenía fueron cayendo uno a uno, el último este lunes, a instancias del pinpín.
En enero aposté 100 euros a que el lacayo no terminaba el año. Un tipo con su incapacidad para dirigir un equipo y su nulo interés por conocer el negocio es imposible que consiga ni los objetivos de expansión de Inditex. Ayer doblé esos 100 euros a que no termina el mes. Sin su amo protector dudo que vea el informe de ventas de septiembre. Hay otra botella de cava esperando en la nevera. Y a este si que le llamaré por teléfono, que no tenga dudas.
Si fuera accionista de la compañía y viera el coste de oportunidad para E. de tanto talento despedido y muchos años de trabajo tirados por la borda, creo que sustituiría hasta al Director General Europeo. No me creo que fuera ajeno del todo a los desmanes de su compatriota.
Me manda un mail uno de los comerciales en el que pide que mande un currículum conjunto, de todo el equipo, ofreciéndonos como fuerza de venta. Lo siento, P. me quitaron las ganas de trabajar para ellos. Y bien saben todos los que me conocen que hubo poca gente tan convencida del modelo de negocio como yo. Y demostré sobradamente mi implicación y mi capacidad. Ahí queda, entre otros, ese contrato de 630.000 euros que el equipo de ventas de Vigo le aportó a la compañía. 105 millones de pesetas, en ropa para lavar, que se dice pronto.
Lo siento, P., tendrían que cambiar aún muchas cosas. No se merecen ni nuestro talento, ni nuestro esfuerzo.
Es feo alegrarse de las desgracias ajenas. Yo no me alegro de que le hayan pateado el culo al psicópata. Me alegro por toda la gente que tenía que soportarlo a diario y ya no va a tener que hacerlo. Eso si, andando suelto por Barcelona y con tiempo libre yo, por si acaso, vigilaría de cerca mis niños pequeños, el que los tenga.
Este ha sido uno de los mejores autopsicoanálisis del último año...