Empecé a interesarme Islandia gracias a Björk Guðmundsdóttir (telita, el apellido), una de mis zumbadas favoritas.
Ya a finales de los 80 bailamos con el Blue Eyed Pop de los Sugarcubes, canción que utilicé en alguna de mis sesiones de La Cage de Medrano. Ese vinilo es uno de mis favoritos.
Pero lo que me cautivó realmente de su repertorio no fué (que también) Pagan Poetry, Bachelorette, Play dead, Hidden Place o las dos maravillas que son Jöga y All is Full of love. Quedé completamente fascinado por el fantástico diálogo que hay en Frosti. En ella, unas campanillas rebosantes de alegría invitan a un arpa triste a salir de la cama; a empujar una existencia que, a veces, se pone algo cuesta arriba. Durante una época de mi vida la utilicé como melodía para despertar. Cuando llegas al espejo del baño te descubres con una estupenda sonrisa matinal. Estos días la estoy volviendo a usar.
Pero lo que me traía a hablar de la tierra de hielo no es Björk, si no todos los habitantes del país. Al menos, la mayoría. Resulta que han decidido, por referendum popular, que no van a pagar con fondos públicos la mala gestion del Landsbankinn. No sólo eso, si no que van a procesar a algunos de sus gobernantes, que pueden terminar en la cárcel por su inepta gestión.
Después de ver Inside Job, el oscarizado documental, aún me cuesta entender como se rescatan algunas entidades financieras sin hacer una limpieza de la banda de crápulas que la llevó a la quiebra.
Me saco el sombrero ante los arrestos de los islandeses. Señores, todo mi respeto y admiración.
2 comentarios:
Hola Bidan,
Además están Sigur Ross... =)
y también, como bien dices, están los mismos islandeses que han puesto un ejemplo en el manejo de su colapso económico.
Los admiro.
Saludos.
Lo siento, Implicada, pero no he conseguido conectar con Sigur Ros. Conservo en mi discoteca una pieza de Jonsi, en solitario, sólamente.
Eso no cambia mi admiración por los islandeses... :)
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