84.6 kgs. Esto tira, a pesar de que sigo con la misma rutina caótica que el mes anterior. Se que "rutina" y "caótica" pueden constituir un oxímoron, pero no es así, porque el caos se puede volver rutinario.
Aún conservo la gran suerte de no usar un despertador. Mis días empiezan cuando lo decide mi reloj interno, que suele ser a las siete horas de haberme dormido. Esa hora si que varía en un abanico amplio que va de la una de la madrugada a las diez de la mañana, dependiendo de lo productiva que haya sido la noche. Eso hace que lo planificado para el día siguiente sufra constantes cambios. Bueno, para eso están las agendas electrónicas.
Vivir en el caos sin estresarse es como nadar en la mierda y no pringarse, complicado. Pero se puede, con el traje adecuado. No perdono el ratito de ejercicio matinal y relajarme media horita en la playa, aprovechando las últimas semanas que la tendré para mí solo, antes de que lleguen los veraneantes. La brisa del Atlántico ayuda a refresca las neuronas.
El resto del día, horas y horas ante las pantallas. Va tomando forma el proyecto web y espero que podamos tenerlo funcionando en un par de semanas, si todo sigue el rumbo normal. Aunque estoy mentalmente preparado por si surge algún inconveniente técnico, que surgirá. Pero ya lo solucionaremos en su momento.
La novela ya tiene un cuerpo interesante. De hecho quedan ocho capítulos que estarán escritos antes de este fin de semana, si o si. Eso son horas de más que no perdonaré; pienso cumplir el plazo del día 31 de marzo. Luego viene la parte de documentación, pues la historia está ubicada en un sitio y una época que no viví, pero ya he quedado con gente que me ayudará a completar detalles. Y, finalmente, una revisión a fondo para completar algunas anécdotas y eliminar otras que no son transcendentales para la narración.
Y darle coherencia al estilo. Convivir con multiples personalidades proporciona una vida más entretenida, pero me obligará a unificar el estilo narrativo, para no confundir al lector.
Espero poder mandar al equipo de correctores una copia más o menos definitiva la última semana de abril o la primera de mayo aunque no me estresaré por ello, con todo lo que llevo entre manos.
También he conseguido desacostumbrarme a recoger la mesa en cuanto termino de trabajar. Antes me molestaba que hubiese demasiados papeles cubriendo el timeline de la novela, pero al final uno puede ser capaz de mantener un relativo orden dentro del caos, incluso sin pasar a limpio notas y notas sobre la web, sobre música, sobre ideas para la segunda parte de la novela, para mejorar un personaje o un capítulo de ésta. Bueno, el Universo es así, ¿no? orden dentro del caos...