Acabo de volver de mi clase de piragua. Hoy me dieron una chalupa de esas que salen en las competiciones de la tele. K-1 le llaman. El monitor me da una serie de consejos. Si te balanceas a los lados, vuelcas. Si metes la pala y fallas agua, vuelcas (Eso quiere decir que hay que mirar el remo, por si hay algo de oleaje. Olas de un palmo se considera oleaje). Si no tienes en cuenta el viento, vuelcas. Si no coordinas bien el movimiento de cintura y la palada, vuelcas. Ahora entiendo por que, el que puede, se va a los astilleros
Rodman.
Me enseñaron a entrar solo en el kayak, tiene su técnica, si no quieres terminar en el agua antes de subirte al barco. Hasta ahí, bien. Se balancea bastante mas que los otros dos modelos que he probado. En cuanto le cogí el tranquillo a las inercias, empecé a deslizarme río arriba. Plas, plas, plas, plas...
Esto está chupado. En cinco minutos me sentí capaz de echarle un pique al último mohicano. Y eso era un kayak, no la puta mierda de cacho de plástico flotante que cogí ayer. Tiene hasta volante, aunque el instructor le llama timón. Es un palo que manejas con los pies y que va al revés de las paladas. Paleando a la derecha giras a la izquierda y viceversa. El timón, no. Si lo mueves a la derecha, giras a la derecha. Y viceversa. Me costó un poco hacerme con los movimientos. La coordinacion psicomotriz nunca fué una de mis cualidades positivas.
Cuando me apunté al curso no había suficientes
adultos para formar un grupo, así que me ubicaron con una tropa de enanos. Alguno de ellos no sabría montar un mecano de tres piezas. A las recomendaciones que me dió el instructor sobre volcar yo añadiría: Si intentas esquivar un pequeño trozo de carne que no sabe ni coger el remo, montado en una piragua, te aturullas con el timón, intentas frenar paleando hacia atras para evitar la colisión... vuelcas.
Maldito retrasado. Al nacer se le debió enredar el cordón umbilical en el cuello y le faltaría oxígeno en el cerebro. Encima el marrano no volcó y se descojonaba encima del bote. Se salvó por que estaba su madre mirando desde la orilla, que si no termina en el fondo de la Ría con un pedrolo amarrado a los tobillos.
Aprendí así a darle la vuelta al kayak, arrastrarlo hasta la orilla, achicar el agua y vuelta a empezar. Me alejé algo del grupo para evitar otro incidente que hubiese podido terminar en infanticidio o/y en madricidio.
Media hora después mi coordinación avanzaba a pasos agigantados. Hasta fuí capaz de esquivar el sedal de un vejete que estaba de pesca y que ví en el último momento. Bueno, el sedal no vi, pero si al abuelo en pie sobre la barca, agitando los brazos. Charlamos unos minutos, del tiempo. Aqui sólo se habla del tiempo o de la última comilona. Tertulia
on the river, como moló.
Como el instructor me vió progresando, me propuso enseñarme una maniobra algo mas compleja. Virar la canoa con rapidez. Consiste en clavar la pala en el agua, para frenar, inclinando el cuerpo hacia ese costado. El kayak se detiene y gira hacia ese lado. Luego paleas con vigor sobre ese mismo flanco, para salir en sentido opuesto. Nuevamente el control de inercias y la sincronización corporal es importante. Es como hacer un trompo con el coche, vamos. Tiras de freno de mano y volantazo que te crió. Las dos primeras las hice suaves. Sin problemas. Me dispuse a probar un viraje rápido, a mayor velocidad. Ahí añadiré otro consejo: Si intentas hacer un trompo sin tener demasiada puta idea... vuelcas, también.
En ese incidente acuático es en el que perdí las gafas (Notita mental: comprar un cordón para amarrarlas alrededor del cuello). La pérdida no es que sea muy grave, pues ya tocaba cambiarlas. Pero hubiese preferido esperar un par de meses mas, hasta cobrar el trimestral en octubre.
Esta vez estaba algo mas lejos de la orilla. En el trayecto hacia la misma me fijé en la cantidad de mierda que flota en el río, así de cerca. Sobre todo con la marea baja. Se rompe toda la imágen bucólica que tiene el agua desde la orilla. A este ritmo de inmersiones en esa sustancia indefinida que llaman, generosamente, río, terminaré el curso con superpoderes. El nuevo Toxic-man o algo parecido.
Al llegar a la orilla aún faltaba un cuarto de hora para concluir la clase, pero decidí que por hoy ya era suficiente. Mañana volveré a la carga con todo lo aprendido. Esperaré hasta el jueves para tomar mas fotos. El curso era barato (30 euros por 15 horas) pero al ritmo de pérdidas al que voy tendré que pedir un crédito personal para pagar todo lo extraviado...
De toda esta experiencia estoy recopilando notas para un interesante libro. Aún no tiene título, pero tiene todos los visos de terminar denominándose "El piragüismo y la puta que lo parió".