El jueves, nos levantamos a una hora decente para abandonar el hostal de dónde saldríamos sin ser fagocitados por las cucarachas. Amanecí con algo de cansancio atrasado pero sin la molesta resaca. Haber hecho bondad el día anterior tuvo sus beneficios inmediatos. A veces no sé de donde saco el sentidiño, si yo nunca tuve. Con toda probabilidad lo puso Perico y yo me limité a asentir.
Si el estómago me hacía un poquito de ruido al salir del hostal, al entrar al sitio que propuso el chófer para desayunar empezó a parecer un bicho prehistórico. No era para menos.
Perico estuvo estudiando por la zona, en sus años mozos y como tiene el morro fino no suele ir a sitios chungos (el hostal es una excepción). El problema fué escoger. A veces el exceso de oferta no es bueno...
No recuerdo como se llama el sitio, maldita memoria y maldita pereza de apuntar las cosas. Pero está a esta altura de la Castellana, mas o menos, a mano izquierda.
Llegamos al Hotel en Torrelodones. Hotel Torrelodones, pronto me di cuenta que era difícil olvidarse del nombre del sitio dónde tenía las cosas, aún en el caso de ponerme a nadar en un lago alcohólico profundo. Si en Madrid el personaje típico es el chulapo, pues no íbamos a ser menos.
La habitación no tenía nada que ver con la que tuvimos el día anterior y eso hizo desbordar la alegría del Quiyo de San Juan. Al lado del hostal, aquello parecía el Majestic.
A la una, llegamos al Casino para las acreditaciones y el papeleo correspondiente. Con tiempo, las cosas suelen salir mejor...
A las 14h, puntualmente, empezó el torneo. El aspecto de la sala Mandalay era el que sigue; impresionante. Se habían apuntado 486 jugadores, de los cuales 219 jugaron el miércoles. Había pues 486.000 euros en el bote de premios que se repartirían 59 jugadores. El ganador se embolsaría la nada despreciable cifra de 113.000 euritos, salvo los previsibles pactos en la mesa final.
Antes de que empezara el chou, había tenido el placer de conocer en persona a algunos de los jugadores con los que tengo buen rollito internético, como FalarKO, pero que no había tenido el gusto de conocer en persona.
En mi mesa, sólo reconocí a Armando Muñoz Calero. Tres a mi izquierda, iban a ser unas ciegas difíciles de robar. Que no reconociera a más jugadores no quiere decir que no hubiera alguno bueno más. Tampoco estoy demasiado al tanto de la actualidad pokeril últimamente. Al final, exceptuándole a él, el resto era bastante asequible.
Sobre el torneo, poco que decir que no se haya escrito ya. Una estructura excelente, con niveles de una hora de juego y una organización espectacular. hay que reconocer que la gente de Pokerstars sabe lo que se hace. En la foto está la zona de prensa.
El marcador, clarito y grande, para que nadie tenga dudas. Trataré de no ser palizas contando manos, pero tratándose de un torneo de poker no voy a hablar del secreto del pa amb tomaca, digo yo...
Cómo la estructura lo permitía, decidí dedicar el primer nivel a observar y poner etiquetitas a los jugadores. También a recuperar la costumbre de ir llevando la cuenta del bote de cabeza, lo que no fué fácil al principio. Jugar por internet atrofia algo el cálculo mental visual.
Al final del primer nivel gané mi primera mano pagando un turn con A7 y tres ochos en la mesa. El river fué una K y creí que el A tenía suficiente valor de showdown cómo para no complicarme la vida, como así fué.
La mesa no me pareció muy dura y aproveché mi imagen tight para hacer crecer poquito a poco el stack con 3bets en el momento oportuno.
Cada dos niveles (dos horas) había un descanso. La riada de jugadores hacia la zona de fumadores era inmediata.
Y los comentarios, una pesadez. Todo el mundo contando manos. Veías a alguien a quien hacía tiempo que no saludabas y tú con un educado ¿Que tal? y hala, ya te estabas comiendo una mano. Pues tengo un agro a la derecha y resulta que le resubo con asdamasuited y el tío va y... Pero tío, que te estoy preguntando por tu vida; tu señora, o tus niños o lo que sea, que me importa una mierda tu torneo...
Lo peor era cuando el ¿Que tal? se lo decías a alguien por pura educación y el tipo hala... Pues me acaban de joder ochomil fichas en un pot en el que estaba commiteado... Joder... Me importa un carallo tu vida, sólo estaba siendo educado, imagínate el megatruño que me importa tu torneo. Díos mío, que infierno. Daban ganas de ir con una pistola eléctrica y cuando abrieran la boca meterles una descarga en todo el pecho.
En cuanto al resto de mi torneo (ahora voy a ser yo el que relate manos, este es mi blog y cuento lo que me sale de los cojones) creo que hice un día 1 correcto. Bastante nit, aunque incluí un par de 3bets con aire (una con J3 de corazones que le dedico a Rompiendo Billetes, lástima no poder rehacer el historial de manos).
En el segundo nivel, me levantaron un bote que subí de media mesa con ATs para ver un flop AT2. La ciega grande pagó flop y turn x y me donkeó el river J. Call para verle AJ. A pesar de esa mano, todo iba perfecto hasta que saltó por los aires el tipo que estaba a la derecha del croupier (yo estaba a la izquierda) y trajeron a un tal Kaju. En diez minutos quedó claro a que venía. Abrió todos los botes que le llegaron limpios y resubió la mitad de los abiertos. No me dejó ni una mano limpia. En ese panorama, a los cuarenta minutos le mandé una 3bet con AtQt (nitazo total) para ver un flop con una Q y dos cartas bajas. Check suyo y cb mía de 1800 (2/3) a la que hace call instantáneamente. 9 en el turn y me pega 2100 de cara. Esa apuesta me descoloca un poco y pago por el river. No hay proyectos peligrosos a la vista, pero tampoco me fío del tipo. Un Supernova élite tiene algunas manos jugadas y es posible que me esté mamoneando de más. El river es un rey. Su check podría ser de debilidad pero creo que mi mano vuelve a tener valor de showdown y me limito a enseñar mi AQ. Él tiene Q9 y con sus dobles se lleva el bote. No creo que se tirase ante una apuesta mía en el river, aprovechando la K. Esa mano me toca un poco y bajo hasta 11.000 fichas.
Poco después vendría la primera de las dos veces en las que estuve all-in en el torneo. Con las ciegas 150-300 hay un OR en UTG a 750. Una señora, con el juego previsible de señora, resube a 3000. Yo me encuentro con AtKt. El rango de 3bet de la señora era cerradito, cerradito. Pero ya había abierto dos botes *5 y enseñado TT y JJ. Es que no me gusta jugarlos, manifestó antes, enseñando las cartas. Así que pensé que había bastantes probabilidades de que fuera eso lo que tenía y no KK o AA y que se tiraría ante una nueva apuesta por detrás. Mandé mis once mil fichas al centro con la intención de que la señora no pagara, porque entonces si que estaba en un brete. Estuvo resoplando dos minutos tranquilizadores. Al menos era un flip. Al tercer minuto ya sabía que no era ni AK, ni TT, porque las hubiese tirado. Cuando decide pagar, enseña QQ. Me tiran una K en el flop y un proyecto de color en en turn. En el river sólo tenía un out en contra y no salió, así que me puse con 23.000.
Poco después trajeron a un tipo de aspecto oriental a la derecha de Kaju. Si antes no me llegaban manos limpias, ahora lo raro era que sólo estuvieran subidas, mimá, vaya jartá meterse guantazos los dos. Una mano (la de J3) cuando fuí yo el que puso la tercera, después de haber estado cuarenta minutos desaparecido, se me quedaron mirando fijamente los dos y ahí quedó patente que, al menos, se poner cara de poker. Porque yo creo que ni en las trincheras de Guadalcanal encontraría un marine dos miradas tan furibundas. Me tuvieron en vilo un minuto antes de tirarse ambos. Estuve a punto de enseñarles las cartas pero no hay que dar nunca información gratis. Al rato bajaron algo el ritmo de agresividad entre ellos y el resto de la mesa pudo jugar algo.
Me perdí el bote de la noche por exceso de prudencia (por cagón, vamos). Estando en Hijack, UTG abre a 1075, con la ciega grande en 300. Hay un call en media mesa y yo veo 77. El call, al menos, es casi obligado, teniendo fichas. Pero el jugador a mi izquierda, un portugués que se había movido poco, empieza a apilar fichas, como si fuese a subir. Armando está mirando al portugués, no a mi. Ahi me vi en el escenario del portugués pagando y Armando haciendo un squeeze de libro o al portugués subiendo y teniéndome que tirar después. Y no fuí. El flop KJ7, dos tréboles, termina en un triple all in (que hubiese sido cuádruple de andar yo por la mano). El primer jugador enseña AK, el portugués QT, dos trébole y el tercero AJ, dos tréboles. Un T en el turn le dió la mano al portugués con doble pareja. El bote fué de casi 90.000 fichas. A posteriori es muy fácil hacer valoraciones. Pero en ese momento no lo vi claro...
Armando Muñoz se fue en el quinto o sexto nivel. En un duelo de ciegas, termina all-in con KK en un flop con dos diamantes, si no recuerdo mal, para ver como el otro jugador le paga con dos diamantes y aparece el quinto en el river. Un buen torneo, pero con las cartas en contra, que se le va a hacer.
No tuve excesiva suerte con las truchas en cold call. Sólo me salió una en la BB con dos patitos negros. En un flop con 3 corazones, hice check con la intención de resubir fuerte la cb, pero me encontré un check y otro corazón en la mesa. Algo de tiempo y nuevo check. Me apostó flojito en un movimiento que me olió fatal y pagué rezando por que se doblara alguna carta en el river, cosa que no sucedió. Nuevo check y apuesta fuerte del colega, más de 3/4 del bote. Me tiro y enseña el As de corazones, pillastre...
El otro set que hice fué abriendo yo el bote con 88. Con AK8 en el flop hice una cb std, pero las dos ciegas se tiraron, que penita. O no...
A lo largo del día no es que tuviera grandes cartas. La pareja más alta, JJ, una vez. Y luego el AQ con Kaju que me costó un dinerete. Si los niveles hubiesen sido más cortos o la estructura más heavy, hubiese tenido que moverme con basura y saltado por los aires con toda certeza.
En los dos últimos niveles decidí moverme lo mínimo preciso para sobrevivir al día. Tenía el stack algo por encima de la media y ya estaba algo cansado. Cuando acabó el día, sumaba ocho horas de juego, once metido en el Casino. Apareció Perico para preguntarme si quería un espirituoso, miré al marcador y como vi que quedaban 13 minutos le hice call a Mr. Johnnie Walker. Mientras hay fichas, no hay alcohol es un principio que aplico desde hace tiempo. Pero ya estaba prácticamente finiquitado el día, pensé, así que porque no...
En la última mano, casi me meto en un berenjenal. Me llega limpia al puesto 6 y abro con A6 de corazones. Todo el mundo recoge sus fichas, pero la ciega grande decide quedarse a jugar un ratito más y paga. JT2, dos diamantes en el flop. Check y cb mía, 2200. Call. Ahí empiezo a pensar que la voy a cagar a destiempo. El turn es un 7. Check-check, no quiero líos. El river es otra J que completa el color. Me pasa. Pienso que casi cualquier mano que tenga le da el bote, así que hay que intentar llevárselo. Si hubiese tenido color no creo que me hubiese pasado, así que juego a simularlo o a simular la J y apuesto 5300 en un pot de casi 9000. ¿No me la estarás jugando? me pregunta la ciega grande, un tipo la mar de majo. Me encojo de hombros y pongo cara de percebe. Después de un largo minuto, tira sus cartas, no demasiado convencido de su movimiento. Resoplo hacia dentro y cuento mis fichas antes de meterlas en la bolsa. 39.100. La media está en 32800. Estupendo, nene. Primer paso conseguido.
Más relajadito, aprovecho para degustar el Johnnie Walker con tranquilidad. En la barra hay cracks a montones y tengo el placer de conocer a uno de los tipos que más ganas tenía de tener delante, Manuel Labandeira.
A una horita prudente, las dos, estábamos en la puerta de la habitación. Perico también tenía una cantidad respetable de fichas, 66.000. De los 486 jugadores iniciales, quedábamos 222. Perico iba en el puesto 13 y yo en el 63.