Algo decepcionante.
Si bien en la primera parte estuvo espectacular, en un ensayo para una obra de teatro, donde representa a un tipo que habla por teléfono y en la que en todo momento parece haber alguien al otro lado del teléfono, después de la pausa se le acabó el fuelle y dejó el escenario para ponerse a jugar al futbolín. El público se fué algo disgustado por la brevedad de esa segunda entrega. Me quedo con su llegada. Yo era el único detrás de la barra, preparando la selección musical. Enrique se me acerca y, muy educadamente, me dice:
- ¿como está usted?
- Estupendamente, señor San Francisco. ¿no lo ve?
- En ese caso... ¿podría darme una cerveza, por favor?
La Estrella Galicia pasa factura, consumida en determinadas cantidades. Creo que Enrique llegó a ese límite mas o menos en el descanso de su actuación, lo que mermó sus ganas de trabajar. Eso si. Reconociendo que se lo pasó en grande y que no fué la actuación de su vida, no quiso cobrarla, lo que en parte le honra. Yo supongo que Beni organizará algo para compensar a la gente que pagó la entrada.