Suena el despertador a las 12. Tengo visita con la médica a las 12:36, para revisar los análisis mensuales que, por cierto, han dado unos resultados espectacularmente buenos.
El primer intento de levantarme tiene como respuesta una negativa rotunda por parte de la parte baja de la espalda en forma de intensa y dolorosa punzada. Conozco esa reacción y opto por el plan B, que consiste en rodar hasta el borde de la cama, apoyar un brazo y bajar una rodilla primero y luego la otra, para luego incorporarme con ayuda de los brazos. El bíceps izquierdo responde con peor carácter que la riñonada. El jueves fuí a donar sangre y me perforaron la vena, con lo que tengo la parte interna del codo peor que muchos yonkis de heroína. Y ninguna fuerza. Ruedo hacia el otro lado de la cama, repito el proceso y consigo incorporarme. Ponerme los pantalones es otro ejercicio de habilidad. Bendigo no tener ningunos zapatos con cordones. Ahora no podría ponérmelos.
Podría administrarme una dosis generosa de tramadol, pero es un medicamento que genera tolerancia y dependencia y llevo tres días tomándolo, así que hoy toca apretar los dientes y joderse. Ayer, además, supere con creces la dosis diaria recomendada. Jugábamos la final del play-off provincial de la liga de billar SAM y tenía que anestesiar el brazo izquierdo, que es el que utilizo para descargarle esfuerzo a la espalda y silenciar el dolor de ésta con la única solución posible; anestésicos a granel. Así que me comí los tramadoles como si fueran lacasitos.
Estas posturas, sin ayuda química, son ciencia-ficción...
Cuando me tocó jugar, en 3er lugar, íbamos empatados a 5 puntos. Conseguí un parcial de 4-1, con lo que Fran sólo tenía que hacer dos puntos más y el título era nuestro. Necesitó sólo dos partidas para hacerlos, así que no hubo demasiada emoción, ni falta que hacía...
No es que sea un gran título, pero cuando juego a algo, aunque sea una pachanga entre amigos, me gusta ganar. Esa frase de lo importante es participar es una mentira cochina que se les inculca a los niños que no tienen aptitudes en determinadas disciplinas, para consolarles y que no merme su autoestima. Participar está bien, en algunos casos. Pero lo que mola de verdad es ganar, que carallo.
El equipo al completo, con los números que jugaremos a la primitiva la semana que viene...
Es el quinto play-off que ganamos de forma consecutiva en cinco años. Además, hemos ganado dos veces el Campeonato Gallego y fuimos subcampeones otras dos, en cuatro participaciones, lo que no está nada mal. Tenemos, además, cuatro ligas de cinco.
Cuando en un equipo está gente que mete las bolas con una facilidad como Fran o como Vicen, a poco que hagamos los demás, es difícil perder.
Pero el secreto de que los otros tres consigamos resultados por encima de nuestro nivel no es otro que la camaradería y el buen rollo que hay entre todos. Cada uno tiene su rol perfectamente asumido y nunca hay un reproche mal hecho ni una discusión. Y cuando las cosas vienen torcidas para uno de nosotros, el resto está ahi animándole.
Y eso transmite mucha confianza y te motiva para sacar lo máximo que llevas dentro.
En cuanto nos dieron el sobre con la pasta del premio, empezamos la celebración...
Aunque parezca mentira, se hace ejercicio jugando a billar. En una hora puedes andar un par de kilómetros, amén de las flexiones de espalda, así que nada mejor que una cenita conjunta para reponer fuerzas.
Nenos, es un placer enorme jugar con vosotros... El año que viene vamos a por el sexto...
Estando cerca de La Silva, era pecado no pasar por el Non Sei, así que me acerqué a departir un ratito con Beni, con lo que terminé acostándome bien entrada la madrugada. Eso y el tute que le dí a la espalda creo que justifica amanecer hoy a mediodía...