Varias veces he hecho aqui apología de la meditación. Cuanta más hago (meditación, digo), más me doy cuenta de lo que ha cambiado mi vida, así que iré posteando algunos sencillos ejercicios, para todo aquel/lla que quiera iniciarse.
Mi relación con la meditación vino a raíz de un documental que pasaron en no recuerdo que cadena, sobre la experiencia de tres jugadores profesionales durante las series mundiales de no se que año, el 2005 o 2006. (Notita mental: Hay que espabilar la memoria o documentarse, antes de escribir un post...).
Una de esos jugadores era Isabelle Mercier. Bueno, jugadora, claro. Con esto de la igualdad me hago la lía un picho. Los otros dos protas... no me acuerdo... (De ésta me dan el Pulitzer ese a la documentación).
Mi mujer de aquel entonces ya hacía meditación. Pero también comía algas y salía a pasear. Si, si, a pie, así que no le di la importancia que tenía hasta que vi que una jugadora de poker la practicaba. Si lo hace tu mujer, es por que es una taradez. Pero si es una tipa que se codea con relativo éxito en los tapetes, entonces compramos no dos, si no veinte (¡¡¡gimmi tuenti, gimmi tuenti!!!).
Sesé ya hace tiempo que (supongo) me perdonó estas tonterías y algunas otras. Ahora, a veces, yo también como algas. Eso si, si puedo ir en cualquier tipo de vehiculo a donde sea, no voy a ir andando. Así que le pillé un par de libros que tenía sobre meditación y los leí a escondidas.
El U Turn vino un día de tantos, en una tarde de estas aciagas en la que te apuntas a 6 torneos y en todos vas saltando con 3 outs, 1 out, 2 outs... Por aquel entonces, mi gestión del tilt consistía en aplastar los ratones contra la mesa. Badbitazo, mano derecha que se levanta por encima de la cabeza y que desciende a buena velocidad para golpear la mesa del escritorio. Entre la mesa y la mano queda el maus ese, completamente espachurrado.
Se quitan las baterías, se saca otro ratón (por aquella época los compraba en una web portuguesa en cajitas de media docena, por 18 euros, un chollo) y a seguir, que no pasa nada. Existía una variante que consistía en lanzarlo con todas las fuerzas contra una pared o contra el suelo, pero no relajaba tanto como el golpe en la mano.
Pues esa tarde negra, había uno de esos chismes que había aguantado tres hòstias de las buenas. En el último badbitazo pensé: La culpa la tiene el cacharro este, portugués de los cojones. Y le arreé el meque mas gordo que le he arreado nunca a una cosa. Prácticamente se desintegró. Digo prácticamente por que se convirtió en muchos pedacitos pequeños. Dos de esos pedacitos se quedaron clavados en la palma de mi mano, que empezó a sangrar como si fuera la matanza del cocho.
Me embuliqué la mano como pude, ya que no me atreví a sacar los pedacitos de plástico y me fui a Urgencias. Tuve suerte que Sesé no estaba en casa, por que si no me hubiera llevado ella. Con la mano embulicada y un ojo a la virulé, por gi-li-pooooo-llas.
En la sala de espera de Urgencias me di cuenta de que me estaba comportando como un retrasado mental. Si no vas a soportar los caprichos de la varianza, más vale que lo dejes. Me acordé del reportaje sobre Isabelle Mercier; antes de cada torneo, se ponía música tranquila en la habitación, luz de velitas y dedicaba una hora (yo nunca he podido estar más de media concentrado en la misma idea, sea cual sea) a visualizar las diferentes tesituras en las que se podría encontrar durante el torneo que iba a jugar.
Contó que se centraba, sobre todo, en las negativas. Badbeats, mal comportamiento de jugadores, posibles trampas, ambiente hostil o desagradable. Lo hacía para tener prevista una reacción rápida y que no le afectara en su mecánica de toma de decisiones. Consideraba importante estar preparada para las situaciones adversas, por que las positivas las lleva muy bien casi todo el mundo.
Así que, desde entonces, empecé a hacer un sencillo ejercicio antes de cada sesión de poker. Cinco minutos para respirar bien (hablaremos de eso otro día) y diez para visualizar tooodos los males del infierno dantesco de los rivers de Pokerstars, Bossmedia, Everest y cualquier sala con un porcentaje elevado de olineros.
Curiosamente, con el tiempo acabas asumiendo las pérdidas de flips sin pestañear. Los 60-40, con apenas un ... "bueno, que le haremos". Y los 3 outers para arriba apenas mascullando... "joooer". Y con algo más de tiempo ni pestañeas con los 2 outers. Pierdes el mismo número de veces, pero ahorras en cabreos y, más importante, tus decisiones posteriores no se ven afectadas por el desengaño sufrido momentos antes.
A mi me fué (me va) bien al poker. Pierdo igual, pero al menos no me mosqueo. Así que lo he aplicado a muchas situaciones complicadas de mi vida. Entrevistas, reuniones, previsibles discusiones... Si te preparas mentalmente para una posible adversidad, es más fácil que reacciones positivamente ante ella. Vendría a ser como contraer los abdominales cuando intuyes que puedes recibir un puñetazo en el estómago.
De respirar bien hablaremos en otra entrada...