El 31 de marzo del año pasado es el último que recuerdo de una rutina que le sentaba muy bien a mi persona. Me levantaba cuando el cuerpo me lo pedía, sobre las 10 de la mañana, exprimía 3 naranjas, que servían para acompañar a los cereales y un par de plátanos y luego sacaba la bici hasta Betanzos, a 13 kilómetros.
Allí, pasaba 45 minutos escuchando música mientras hacía algo de gimnasio, luego me cascaba 2000 metros en la piscina y volvía hasta Miño pedaleando. Con 78 kilos, estaba para hacer un tiempo decente en un medio triatlón, si no fuera por el coñazo de correr. Correr es de cobardes o de atletas y ya dije alguna vez en este blog que no soy ni una cosa ni la otra. Bueno, un atleta seguro que no.
El 31 de marzo se vinieron abajo muchas cosas de golpe. Creo que volví a hacer el recorrido hasta Betanzos un par de veces más, a principios de mayo, obligándome a tratar de respirar, pero las molestias que tenía en la espalda se tornaron dolores insoportables y tuve que dejarlo.
Después del tratamiento que le aplicaron a mi espalda en una clínica reumatológica en Barcelona, en enero, el médico me pidió que me tomara la recuperación con calma. Eso he hecho. Hasta ayer no volví a ir hasta la piscina de Betanzos en bicicleta, aunque me salté la parte de gimnasio, que me aburre soberanamente y tampoco me apura. Las piernas han respondido estupendamente, los pulmones también y la espalda no ha emitido ningún quejido. Apenas las muñecas se durmieron un poco, aunque es normal.
Ahora estoy a punto de coger una combinación de dos buses que me llevarán a Melide. Voy a acompañar a mi hermana en las dos últimas etapas del Camino de Santiago. Desde que lo hice hace un año y medio tengo unas ganas tremendas de volver a meterme en él, aunque esta vez desde más lejos. En cuanto tenga un par de semanas tontas por delante (cosa que no va a suceder hasta septiembre, al menos), me planto ahí de nuevo, aunque esta vez sin esterilla... :)
¿Estará abierto aún el "Huellas"?
Por eso, cualquier excusa es buena para, aunque sólo sean unos pocos kilómetros, calzarme las botas de caminar. A mi hermana la chimplaron del trabajo y decidió probar la experiencia. Hoy sabré su opinión, aunque el tono de voz que tenía ayer al hablar por teléfono ya me da una idea bastante aproximada.
Su caso es otro de tantos lamentables en el mundo laboral. Trabajaba en una multinacional farmacéutica. Excelentes resultados, la cambian de producto y de zona. Antes de que salgan los resultados trimestrales, la Generalitat decide dejar de subvencionar el que ella comercializa, entre otras especialidades farmacéuticas. Decisión de la empresa: Cargarse toda la línea de producto, personal incluído. A las farmacéuticas, por si alguien no lo sabía aún, no les interesa la salud de la gente, más bien al contrario. Su único objetivo, como el de toda empresa, es vender. Pero bueno, sería como pretender que a un jeque de la península arábiga le preocupe el agujero de la capa de ozono.
Mi hermana se casa en Julio y el primer regalo que tuvo fueron los resultados trimestrales, que ya la pillaron arreglando los papeles del paro (indemnización ingresada). Su zona fue la de mayor crecimiento de toda España durante ese primer trimestre. Excelente desempeño laboral y en la puta calle. No somos más que peones ridículos en un tablero manejado desde muy, muy arriba. En fin...
El segundo regalo, seguro, habrá sido el Camino. Espero que le haya servido, como me pasó a mi, para aprender de una vez para siempre, que hacer un esfuerzo de más por una banda de mafiosos con traje y corbata, no vale la pena.
El segundo regalo, seguro, habrá sido el Camino. Espero que le haya servido, como me pasó a mi, para aprender de una vez para siempre, que hacer un esfuerzo de más por una banda de mafiosos con traje y corbata, no vale la pena.