martes, 14 de febrero de 2012

88.8

En casa, suena Cadena Dial, en esa frecuencia.  No sé porque fuí a mirarlo.  Hago muchas cosas por corazonadas y cuando vi las cifras en la pantalla de la báscula lo primero que hice fué conectar la radio.  Withney Houston, que sorpresa.  No era una señal, vamos.  O si lo era, no en ese sentido.  Será por drogas...

Pensé en 888. ¿un torneo? ¿un parche? ¿a mi? No creo que se hayan vuelto majaras.  Y esponsorizar a alguien por su peso, tendría delito, aunque cosas peores se han visto.

Así que decidí que era eso sólamente. Mi peso. A veces las cosas son lo que parecen.  

No me colocaba sobre la báscula desde el 15 de marzo del año pasado.  Aquel día arrojó una cifra espléndida; 78.8. Por aquel entonces hacía 25 kilometros diarios en bici, 2000 metros de piscina y pasaba una hora en el gimnasio.  Y dedicaba una hora diaria a hacer meditación.  La búsqueda del mens sana in corpore sano.

El 31 de ese mes, mi mundó tropezó y empezó a renquear.  Dejé de hacer meditación porque no me gustaban los fantasmas con los que me encontraba ni encontraba respuestas a algunas preguntas.  Además, unas molestias crecientes en la espalda terminaron con el diagnóstico conocido; 3 discos de la columna, jodidos.  Y se terminó el ejercicio. 

Han pasado 10 meses.  Conforme se acababa el año fuí volviendo a la meditación, a ratos.  Ahora me llevo bien con los fantasmas de primavera del año pasado.  Y la espalda me permite hacer ejercicio, de nuevo.  Despacito, dice el doctor, que ha estado un tiempo parada y tampoco eres un chaval, ya.  Bueno, despacito iremos.  Pero hay algo de tiempo perdido por recuperar.  Y algo de peso recuperado por perder.  Diez quilos, diez meses, como ya hice la otra vez.

He estado varios días fuera de casa.  Entre el EsPT y el tratamiento para la espalda, se han ido tres semanas.  Hoy tocaba organizarse un poco.

Pasé el día recogiendo un poquito la casa, poniendo lavadoras y secadoras y salí a llenar un poco la nevera y a darle novedades a la doctora.  Recargué el botiquín en la farmacia.  Tengo un arsenal para entrullar a un ciclista.  Bajé hasta la playa, que había echado de menos.  Soplaba aire, pero nada comparado con el viento de mierda constante y pesadísimo de Reus.  Después de comer desvirgué una nueva serie; United States of Tara.  Promete. Contesté una treintena de mails que tenía pendientes.  Me peleé dos horas con el ordenador, el router y con ambos. Vencí. A las dos de la madrugada abrí el archivo de la novela, intacto desde diciembre.  Retomé el contacto con el narrador y escribí tres folios, antes de que me diera un ataque de sueño profundo.  Tengo que empezar a escribir antes, tengo que empezar a escribir antes, tengo que empezar a escribir antes...

Como primer día de una nueva vida ha sido bastante vulgar...

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