viernes, 3 de febrero de 2012

Luz al final del túnel

Dicen que, a partir de una edad, la gente no cambia.  Es mentira.  Siempre se puede cambiar, si uno quiere.  O si las circunstancias te llevan a ello. De las victorias, de cuando todo va bien, apenas se aprende algo.  Conducen al inmovilismo. Es de las caídas, de los errores cometidos, de dónde uno  adquiere experiencias que le mejoran; que le preparan para la victoria.
Tengo muy poco que ver con la persona que era hace dos años.  Casi nada, excepto el pasado.  Mi aspecto físico tratará de desacreditar esta afirmación, pero es por dentro, por donde el cambio ha sido más notable.  A ello han contribuido cuatro importantes derrotas.
Dos reveses afectivos me han vuelto increíblemente racional ante las emociones. Es como si el instinto hubiese tomado por completo el control de ellas.  Y lo digo con el convencimiento de que el instinto es más racional aún que el propio raciocinio.
Primero me di un cantazo en los dientes por dejar desbocarse el corazón a sabiendas (racional e instintivamente) de que tenía demasiadas odds en contra como para meterme en esa jugada. Luego perdí una batalla contra el cáncer que estábamos convencidos de que íbamos a ganar.  Cuando se te va una persona querida, con 36 años, una alegría desbordante y unas ganas de vivir como pocos las tienen, con la de malnacidos que andan sueltos, certificas que eso que se oye a veces por ahí de que “Dios quiere a todos por igual” es otra puta mentira.  Si Dios existe, le importamos muy poco como especie y nada como individuos. Es más, cada día que pasa estoy más convencido de que simplemente somos química muy evolucionada en un Universo aleatorio. 
En la vida, puedes conseguir cualquier cosa que te propongas.  Pero con desearlo con todas tus fuerzas no es suficiente.  Hay que poner los medios y la actitud adecuada y ambas dependerán de lo que dicta la realidad, que es tan implacable como la muerte.  Una lectura errónea de la realidad te llevará al seguro fracaso, por mucha ilusión y ganas que le pongas en que algo suceda.  La analogía con el poker es directa: Una lectura errónea de la mano terminará con parte de tu stack, eso si no con todo.
Me sucedieron otras dos circunstancias que, en principio, parecerían negativas, pero que han resultado, en balance, no sólo no serlo, sino que me han mejorado muchísimo como persona.  Al menos eso creo. 
Quedarme sin trabajo (esa esclavitud bien pagada en la que habitaba) me ha convertido en el dueño absoluto de mi tiempo y lo he podido dedicar a decidir en qué voy a emplear la otra mitad de mi vida y en conocerme mejor.  También he tenido que aprender a contar el dinero y a mirar el precio de las cosas que compro, lo que no es malo.  Pero no volveré a alquilar mi tiempo según las reglas de otros.  Si lo hago (que lo tengo que hacer, claro), será con las mías.
Cuando me diagnosticaron las hernias discales (1 lumbar y 2 cervicales, que al final eran 4) y me prohibieron el ejercicio físico intenso y/o prolongado descubrí, a la fuerza, que despacio se vive mejor.  Los días duran más y disfrutas de los pequeños detalles que antes se escapaban. Y he decidido vivir despacio el resto de mis días.  Despacio e intensamente.
Pero claro, un hiperactivo como yo necesita un sentinazo de adrenalina de vez en cuando.  Pero el estado de mi espalda no me lo permitía.  El dolor me detenía por completo muchas veces.  Sobre todo después de abusar de la química para paliar el dolor.  Hubo momentos en que vivir despacio era un sueño de velocidad. Y eso mina lentamente el ánimo de cualquiera.
Por suerte (y con dinero para costear un tratamiento privado) esa limitación física está a pocos días de desaparecer.  Hay tres tareas importantes que me esperan y los próximos tres meses van a ser muy intensos. Y lentos.  No pienso volver a permitir que mi ritmo de vida se desboque.  Salgo de este túnel y se abre un hermoso valle delante.  La oscuridad ha estado bien porque te permite pensar con calma.  Pero ahora toca moverse.
The Show must go on!

4 comentarios:

Arcoonte dijo...

Mucha fuerza y animo. Comparto algunas de tus perfecciones de la vida aunque mis varapalos apenas pueden compararse. Yo tambien he perdido trabajo y logrado desengancharme de una relacion queme ha costado mi salud y mi trabajo pero creo que las oportunidades surgen de estas "malas rachas" si tienes claro lo que quieres y que hay que ser feliz haciendo loque te gusta...

Un abrazo y mucha suerte!

Baco dijo...

GL!!!!

D. dijo...

Albert:

Eso se llama ser positivo.
Absolutamente.

Albert Tortajada dijo...

Gracias a los dos.

D.... ¿Hay otra forma de ver las cosas?