Me gusta que llueva. Tampoco estoy en esa época anterior cuando sólo era feliz cuando llovía (I´m only happy whe it rains era la cita forzada), pero ayer fue el primero de 40 días en los que no cayó agua del cielo. Tanto líquido empapa el alma a la fuerza, incluso a los que nos gusta la lluvia. A los que no, están psicopáticos perdidos. Vuelve a llover otra vez, pero esta mañana la primavera se dejó ver un ratito y había que aprovechar para colgar las mallas largas y sacar, aunque fuera por un día, el pantalón corto.
Quise repasar si todos esos rinconcitos escondidos siguen estando ahí, ya que en cuatro días tendremos a los veraneantes ocupando la playa grande. En verano se la dejo todita para ellos, mucha gente junta rompe el encanto de la orilla del mar y prefiero ir a buscar la intimidad unos minutos más lejos.
Ya sabéis que no hay que pedalear mucho desde el garaje de casa para estar en pleno monte...