El título del post es uno de los principios del
Feng Shui. El que quiera saber más acerca de esta ciencia milenaria, se puede informar clicando en el enlace.
Terminé agosto algo desorientado. Tenía unos planes de futuro que se truncaron y no es fácil reestructurarte la vida en según que aspectos. Así que decidí parar para meditar que hago a partir de ahora con mi existencia.
Es el segundo
stop&go vital que hago este año. Esperemos que sea el último. Aunque si hay que hacer otro, se hace sin problema. Cuando te marcas un norte y de pronto ves que la brújula tenía un imán y que estás yendo a tomar por culo, hay que parar para mirar dónde estas y decidir hacia adonde hay que ir.
Aplicando el sabio principio del Feng Shui, decidí ordenar mi casa mientras pensaba en ello. Parece mentira, pero mientras pones orden a tus cosas materiales, las espirituales se van recolocando solas.
Empecé con una limpieza tradicional. El piso estuvo sin ver la aspiradora en todo el mes de agosto. Aproveché para hacer, también, cristales, interruptores, enchufes y pomos. Eso que nunca se limpia. Si viene Grissom con su equipo va a pensar que no ha entrado nadie en esta casa en años, excepto los gatos y yo.
Luego vacié armarios y cajones. He perdido algo de peso y la mayor parte de la ropa que tenía no me sirve. De la XL he pasado a una L corta y llené rápidamente una bolsa enorme con camisas y camisetas. Una decena de camisetas
míticas, como las llama Ore, fueron a parar a las bolsas de
camisetas míticas. Si las lavo una vez más, se desintegran. Guardo de grupos musicales, polos de billar y polos de poker. Algun día espero poder darles la exposición que merecen. Pantalones me valen 4 y justos. Los dos que me compré en junio y dos que me hice arreglar para trabajar. La modista se va a poner las botas. Tengo una bolsa con 1o pantalones y 6 americanas para que me adapte.
Tiré también ropa que tienes en casa
por si acaso. Por si acaso, casi nunca sucede. Y si sucede, ya iremos a una tienda. Sigo guardando los dos kimonos y los cinturones, el de judo y el de taekwondo, a sabiendas que, a no ser en una fiesta de disfraces, no me los volveré a poner.
De resultas del holocausto textil, tengo dos cajones de la cómoda vacíos y medio armario para criar polillas en plan industrial. Habrá que estar atento en las próximas rebajas.
Tiré tres cajas de papeles varios. Apuntes de cursos, revistas, recibos, manuales de aparatos que ya se como funcionan... Libros, ninguno. En Navidad ya hice una buena selección.
Cacharros varios. Regalé una tele de 22" de las antiguas, con su TDT. Es la que tenía en la habitación. Sólo la puse en marcha el día que me compré la nueva, hace un año y me llevé esa al dormitorio. Así que, si va a ocupar inútilmente un espacio, fuera.
Un video VHS y todas las cintas, que ya tenía digitalizadas.
El arcón del parking está medio vacío, ahora.
Medicamentos caducados, figuritas horrendas (quien me las regaló ni se acordará), barajas de cartón (tengo media docena plásticas), dos tarrinas de dvd´s vírgenes (¿alguien graba dvd´s, aún?). Una treintena de fotos que tenía colgadas y que cambié por otras que estaban esperando su oportunidad.
Ordené la caja de herramientas, tiré utensilios de pintura inservibles, cajas vacías de aparatos que ya no tengo, entre ellas la del ZEN que voló desde un piso 12 en Margarita, que gracia...
Limpié los discos duros de los cinco ordenadores, ganando casi 300 GB en total. Y clasifiqué 800 canciones que he ido acumulando durante este año, así que tengo una buena lista para ir recomendando cuando no tenga nada interesante que postear, que es lo que me pasa últimamente.
También tiré dos cajas que no se que contenían. En cada limpieza hay cosas que dudas si conservar o desprenderte de ellas. El truco consiste en guardarlas en cajas, cerrarlas y no poner ninguna etiqueta. Seis meses después has olvidado lo que hay en ellas y es mucho más sencillo arrojarlas a un contenedor. Esta vez también llené una caja de objetos y ropa varia. Si no los he necesitado en la próxima limpieza, ni sabré que hay en ella y seguirá el camino del vertedero sin ningún tipo de remordimiento.
Así que el piso debe pesar como 100 kilos menos y parece más espacioso. Lo mejor de todo es que, durante los dos fines de semana que he dedicado a ello, las ideas en la cabeza se han ido alineando en la misma dirección. Ahora veo muchas cosas del pasado reciente con más claridad y el futuro inmediato y el de medio plazo tienen una claridad cristalina.
Efectivamente, quien ordena su casa, ordena su vida.