sábado, 10 de septiembre de 2011

10 años de una enorme infamia

Mañana se cumplirán 10 años del derrumbe de las torres gemelas.  Me llama la atención que estos días sólo se habla de las consecuencias que tuvo el suceso.  Apenas nadie nombra a los autores. Ni de los materiales ni de los intelectuales. Supongo que por que ya poca gente cree que fueran Bin Laden y sus secuaces, ellos solitos y, como dicen en catalán, qui día passa, any empeny... (quien pasa un día, empuja un año...).  Y el tiempo no es buen amigo de la memoria.

Consecuencias tuvo muchas.  Cambió la forma de viajar. Ahora, coger un avión es como un concurso de tele.  Si vas a Estados Unidos, se convierte en Si lo sé, no vengo. Esto le ha ido muy bien a los fabricantes de scanners, aunque no creo que fueran ellos los instigadores del atentado.  A nivel de día a día cambiaron muchos procedimientos.  Pero lo que más cambió fué el ánimo del mundo.  De los que tienen y de los que no tienen, que son los que siempre pillan.

Se desmoronó de repente, también, la sensación de invulnerabilidad que tenían los ciudadanos americanos en su territorio.  Vale, antes les habían zumbado en Pearl Harbour, pero no es lo mismo. El ataque tuvo lugar en el corazón estratégico del país.  En el centro de decisiones financieras y en el de las militares.  Curiosamente, el estamento político fué respetado, aunque se dijo que el cuarto avión iba contra el Capitolio.  Ya. Y mi abuela era contorsionista en un circo ambulante. 

Esto conllevó la aparición del mejor elemento para dominar una masa de población: el miedo, que silenció muchas bocas mientras se aprobaban medidas de control sin parar.  Y presupuestos extraordinarios para defenderse del nuevo enemigo.

Literatura sobre el tema se ha escrito como para deforestar Sajonia.  Nadie ha logrado clavar quien fué y lo que realmente sucedió.  Pero han quedado claras muchos cosas que no fueron o no sucedieron y otras que si y no eran como contó la versión oficial.  Que la seguridad aérea estuvo una hora mirando a cualquier parte menos al cielo aéreo entre Washington y Nueva York.  Que en las torres había 5.000 personas cuando a esa hora solía haber casi 20.000.  Plantas enteras y empresas al completo estaban vacías. Que las torres colapsaron por unas detonaciones controladas y que nadie se las atribuyó a los terroristas.  Que en el pentágono no se estrelló un avión, si no un proyectil, matando a cuatro gatos para la gente que suele haber a esas horas. Medio pentágono tenía reuniones fuera de él. Que el cuarto avión no se estrelló, si no que fué abatido. Que el tercer edificio del World Trade Center también fué demolido... docenas de mentiras que se contaron docenas de veces para convertirlas en verdad y que, como no había otra versión, se dieron por buenas.  Habré leído una docena de libros sobre el tema.  El de Bruno Cardeñosa, Historia de una infamia, me parece el mejor documentado de todos.  Nada de rumores o teorías etéreas.  Documentación a toneladas. Papeles y papeles y papeles y más papeles...

Los días 12, 14, 20 y 22 de septiembre me publicaron cuatro cartas en el Diari de Tarragona. La del día 12, escrita el 11 por la tarde, propone una teoría que, 10 años después, seguiría valiendo para una novela.  Una conspiración, mitad activa, mitad pasiva, entre la industria armamentística, con grandes excedentes en los almacenes y el lobby ultraconservador, necesitado de medidas de control y de defensa.  El tan debatido escudo de misiles tardó un par de meses en ser aprobado, por ejemplo. Bush hijo hizo y deshizo en materia de gastos en defensa (y ataque) el doble que su padre, artífice de la primera Guerra del Golfo.

Hoy releo esas cartas con una sonrisa.  Y tengo respuesta a algunas preguntas:
¿Quien será el Lee Harvey Oswald, esta vez?  Un tal Bin Laden y cuatro pelados con turbante y un curso de piloto de avioncitos.  El asesinato de Kennedy queda como un robo de merienda en una guardería, al lado de esta ignominia.

Extraigo una frase de la carta del día 14 (traducido; el original estaba en catalán) ... El mapa del conflicto se amplia.  Afganistán, Pakistan e Iraq, seguro.  ¿Y después?...

A veces, adivinar las cosas no produce ninguna satisfacción.  Al contrario.  Terminaré el post como acabé un párrafo de la carta del día 20:

Si seguís sembrando rencor, seguiréis recolectando odio.

11 comentarios:

Unknown dijo...

Ese conspiranoico, ánimo. No sabía lo de tu abuela en el circo. Eso se merece un par de entradas contando la historia :).
Pensaba escribir yo un post sobre el tema, pero era mucho más light. Sobre todo porque no he perdido el tiempo leyendo tanto libro.

Albert Tortajada dijo...

Yo me entretuve bastante leyéndolos.
No sabes la de horas muertas que tiene un comercial esperando que le atiendan...
Lo de la abuela es secreto de familia...

todavia dijo...

Tambien la industria de produccion de banderitas se ha reactivado desde el 9-11. Cada año los que conmemoran actos por los caidos en irak o afganistan tienen que comprar mayores cantidades.

Albert Tortajada dijo...

Mmmm... No se me había ocurrido meter al lobby de las banderitas en la conspiración...

María Beatriz dijo...

El miedo es una herramienta muy eficaz para manejar a las personas.

Igual que muchos gobernantes, las abuelas son capaces de hacer cualquier cosa por dinero! jajaaa!

Besos

Albert Tortajada dijo...

Pues eso, brunson...

ѕocιaѕ dijo...

Desconozco si mi socia te ha comentado antes sobre el detallito que estuvimos teniendo al querer visitar tu blog, sucede que nos marcaba que era un enlace peligroso, que era bajo nuestro riesgo el seguir, pero aún le dieramos en seguir nos bloqueaba el acceso quesque porque posiblemente había algo que podía dañar el ordenador, que si era de confianza posiblemente había sido hackeado tu blog, y así nos pasó por días y días, de hecho me sorprende que ya no me salga eso.

Y después de lo anterior, ahora si te comento sobre el post, como bien dices lo que más sorprende es que por muchos "programas especiales" que estén haciendo al respecto todos se limitan en hablar de "los héroes" los mexicanos que fueron a trabajar y ahora están en nuestro país como unos héroes, y del tiempo que se tardaron en caer, la reacción extraña del presidente de USA en aquel entonces, y nada de los que disque atacaron, como si se les hubiese olvidado, como si todos aplicaran el que los culpables después de hacer su maldad queden fuera de la misma historia que ellos provocan.

Saludos =)

Albert Tortajada dijo...

Ese "detallito" está arreglado. Era por que había dos links a blogs que estaban infectados. Uno lo quité y el otro es de un amigo que ya lo arregló.

Igual que cuando mataron a Kennedy. Hay una teoría (con bastante fundamento) que dice que entonces se quería atacar alguna ciudad americana con aviones estadounidenses camuflados como si fueran cubanos, para tener una excusa para poder invadir Cuba. Kennedy se negó y por eso lo zumbaron.
A la vista de lo que sucedió después, el lobby de fabricación de armas (que genera el 51% del PIB en USA) quedó bastante consolado...

D. dijo...

Hola:

Yo suscribiría todo tu escrito, porque pienso muy similar.

Esta gente tiene ya un "Manual Sobre Infamia", que está escrito desde que se independizaron de Los Piratas.

La frase catalana, es de antología y la agrego a mi libro, ya.

Estuvo muy bueno A. tenés una forma de escribir muy buena, cualquiera sea el tema.

(¿Qué pasa con tu abuela? ¿o leí varias veces mal el post, o lo cambiaste, o es algo con doble sentido que se me escapa?)

Saludos.

Albert Tortajada dijo...

Lo de la abuela era una comparación con algo que "es mentira". Quizá podía haber buscado otra más clara.
Ayer estuve viendo unos cuantos documentales en el yutú y no hago más que reafirmarme en esos pensamientos conspiracionistas, la verdad.
Muchas gracias por el cumplido acerca de mi estilo. A ver si, cuando termine el libro, algún editor piensa lo mismo... :)

Albert Tortajada dijo...

Beatriz;

Efectivamente el miedo es el motor más poderoso para dominar a la gente.

Las abuelas utilizan una variante perversa llamada "terror psicológico grado 7"... :)

besos