viernes, 3 de diciembre de 2010

El Camino de Santiago. Dia 6. Sarria - Portomarín

Me levanté tardecito.  Creo que no estoy preparado para hacer el Camino en verano, con la vorágine de gente pugnando por salir cuanto antes para ser los primeros en pillar un sitio en el albergue de fin de etapa.  Cada vez estoy más convencido de que el Camino es para hacerlo lo más despacio posible.  Si vas deprisa, te pierdes el paisaje.  El de la naturaleza y el humano.
En el albergue dormimos cuatro.  Bueno, cinco.  Lucas también nos hizo compañía.  La verdad es que es mejor dormir con bichos como él antes que con la habitual sinfónica del ronquido que te sueles encontrar.  Con nosotros también durmió una australiana que se maquilló todita (media hora) antes de salir.  ¿Cuànto tardará en arreglarse para fin de año?


Antes de salir, un buen bocata de tortilla de patatas, con sus rodajitas de tomate (el concepto "untar el pan" aún no ha llegado a Sarria) y, sobre las 10 y cuarto de la mañana, me puse en marcha.  Compré una pequeña guía plastificada.  Lo de haber venido sin una guía medio decente no fué una decisión de personas listas.  Y yo no soy De La Cuadra Salcedo, ni mucho menos, así que, anotado; para la próxima vez, ir con una buena guía.


Sarria pronto quedó atrás.  Las dos primeras horas de pateo las hice bajo una intensa lluvia.  Nueva bendición a la inversión hecha en el equipo.  La chaqueta es una maravilla que se seca en un santiamén y evita que te llegue al cuerpo ni frío, ni agua, ni viento.


Con la salida del sol, la luz invita a sacar las primeras fotografías del día.  Y el olor a tierra mojada es de mis favoritos...



El trípode podría ser importante, pero no imprescindible.  Siempre encuentras a alguien que te haga una foto...


Este quizá fué el día en que mas notitas tomé.  Pero la mayoría son personales.  No descarto darles cuerpo un día de estos, pero si sigo el orden cronológico con que las fuí transcribiendo de la cabeza a la libreta, no son más que un caos inconexo.  Pero creo que se convertirán en un interesante puzzle vital sobre el que hay que trabajar.  Tengo tiempo para ello, ahora.


¿Hablamos de ir despacio para poder disfrutar de los detalles pequeños? Tenía que haberlo grabado en vídeo, para poder deleitarnos con el sonido...


Si quieres, puedes encontrar infinidad de metáforas visuales a lo largo de cada etapa...


Montones de ellas...


En la primera taberna me encontré con los titos y con Ana.  A ellos se habían sumado Jose y Germán, que harían el camino desde Sarria, suficiente para obtener la compostelana.  Salieron las anécdotas de caerse de la cama del albergue.  Según la australiana, la noche pasada me caí y dormí un par de horas sobre el confortable parqué.  No lo descarto, aunque me desperté en la cama. pero voy a darle credibilidad a la guiri. Estoy acostumbrado a un colchón de 150*200 para mi solito y estas camas de 80 se me quedan en nada.  Me queda la duda de si me levantaría amorosamente la mujer y luego no me quiso decir nada... 
Avi supera esa caída con una que tuvo en el albergue de Santander, desde la tercera altura de la litera.  Él si que se dió cuenta...


Salí antes que ellos, pues ya sabía que me iban a adelantar. Dionisio, un lugareño, me ofreció nueces, avellanas y caramelos.  Me pidó una plegaria por él y su mujer, Castora, al llegar a Santiago haga .  Se lo prometí.  Ya estaba obligado a entrar en La Catedral, cosa que no tenía intención de hacer.  Ya la he visto.
Como dije, sabía que me iban a pillar.  Ana le impone buen ritmo a sus piernas.


Aunque también sabe pararse a capturar detalles.


Pero no tanto como el menda y volví a quedarme atrás...



Hacer el Camino con niños me parece una buena lección sobre la naturaleza.  Al menos podrán saber de donde viene el Mac Pollo...


Creo que la Magia del Camino se produce por la suma de energías de tanta gente que pasa por el mismo sitio con buenos propósitos.  Esa suma de energías tiene que dejar un poso que impregna a los que van pasando posteriormente.  No es difícil percibirla si vas con el espíritu suficientemente abierto.
En el siguiente stop and go volví a atraparles.  En la credencial de Peregrino sólo teníamos sellos de tabernas y de albergues.  Mas que nada por que la gran mayoría de iglesias están cerradas.


Esto es un café con leche y no las menudencias que sirven en la capital... (Bueno, esto son dos cafés con leche...)


El tipo iba con un palo y un ipod, recording sounds of the Way.  Grabando sonidos del Camino, vamos.  Frikis y gente rara, se encuentran unos cuantos, la verdad.  Yo el primero, vamos...


Seguimos un ratito más.  La intención era comer en casa del sinsangre, donde iban a parar los isleños.


Sin prisa, eso si.  Dijimos disfrutar de los detalles.



Y de las metáforas visuales...


En Casa Cruceiro, en Ferreiros, atrapamos a los de Isla Cristina, que ya habían terminado de comer.  A ellos se les había sumado Gemma, de Madrid, otro encanto de persona. Dios nos cría y nosotros nos juntamos...



Menú del peregrino: Caldo gallego (espectacular) y filete.  Sin postres, que se nos echaba el día encima. La comida es buena, pero la dinámica del servicio no es todo lo ágil que se espera.  Para estar detrás de una barra hay que tener alegría, murmura alguien. Para estar detrás de una barra sólo hay que comprarse un bar, pienso.
Los isleños me comentaron que habían podido visitar una iglesia, la de Barbadelo, de arquitectura románica, S.XII.  El cura, un profesional, estaba al borde del camino, invitando a los peregrinos que quisieran entrar en ella y se la abría.  Muy profesional, como pocos.  Nosotros no lo vimos, si no, fijo que vamos.
Después de llenar el depósito y cambiar el forro de los neumáticos, proseguimos la marcha.

Por muy dura que sea una etapa, siempre hay alguien que echa un cable.


Pregúntale a la señora por su stress...


Seguí encontrando infinidad de rinconcitos para contemplar pausadamente unos minutos...


La lluvia de la mañana puso el camino algo complicado en algunos tramos...


Pero pronto apareció Portomarín a lo lejos.  La vista del destino alivia el cansancio de las piernas.


Pero no debes concentrarte en él, pues te perderás lo que te queda de etapa...


Encontramos unas cuantas cruces artesanales.  Siempre quise pensar que no eran de peregrinos cuyo Camino terminó ahi.


Tampoco es difícil sacarse unas perrillas, si eres algo manitas...



Conforme la tarde iba cayendo, costaba cada vez más mover las piernas...


Portomarín seguía ahi, pero, por momentos, parecía no acercarse lo suficientemente deprisa...


Fuimos testigos de un arrebato de pasión...


Entre... dos vacas... Ahi un primer plano de la salida. Esa vaaaaca enamoraaaada de la vacaaaaaa...


Llegar a destino al anochecer no es, para nada, mala idea.  Los atardeceres de campo expanden el espíritu y todos los sentidos.



Por fin, el puente de entrada al pueblo...


La impresionante iglesia templaria, antes de una ducha y el consabido ritual de untarse de cremita. Yo me doy cremitaaaa, yo me doy cremitaaaaa....


Y reunirnos delante de una barra para remojar la jornada.  Frase de Sara: "Menos mal que os he encontrado.  Imagina que me junto con gente normal". Me lo sigo tomando como un cumplido, cariño...
Algunos, en su cuarta etapa, hicieron cambio de calzoncillos.  Ya llevan las cuatro posiciones posibles... Sip... prefiero, por lo que pesan y ocupan, llevar unos cuantos y lavarlos de vez en cuando y no esperar al final del trayecto...
En Café Supenedo nos dieron un estupendo clincic gratuito de destilación de orujo.  El de Portomarín pasa por ser el mejor de Galicia.  Y el de Galicia el mejor a nivel mundial, así que probamos el que, probablemente, es el mejor orujo del mundo mundial.


Pregunta de barra: Un albergue que es la polla... ¿es un alverga?... Nivelazo... (sip)
Ese día también pasará como en el que Juanan quedó bautizado como Caracolítico. El mote se lo endiñó Kitty (Sara), al respecto de un ácido para verrugas, o algo así....
La noche de Portomarín se puso fría, fría, mientras buscábamos un sitio para cenar.


Las agujetas en los abdominales eran lógicas, dadas las jartás de reír que nos pegamos.  Ahí, Quique prestigiando al vino de la casa, antes de que Juan Antonio nos sacara las enésimas risas con los chistes del elefante (¿Estas tonto, tú, o qué?) y de zuperman... ¡que grande!


Sara aguantando el paquete abdominal, para que no se desmontara...


Al final, coincidimos los tres grupos, más Javier, el colega  y Lucas (nenos, mandádme un mail, que perdí el vuestro en la libretita pequeña)


Tertulia de las buenas, con las consabidas anécdotas sobre albergues y ronquidos (como cuando toda una habitación de ocho se fué con los colchones al pasillo, dado el potencial decibélico de un bello durmiente) y de frases lapidarias (oído a un lugareño: "Yo mantuve a una ex-mujer y a un barman") y a dormir, después de entrar por una ventana del albergue.  Es importante contar con un infiltrado que te abra después de la hora de cierre...
El cartel a la salida del bar me parece un slogan buenísimo.  Y el Camino, el peor sitio del mundo para aquel que quiera hacer una cura de desintoxicación alcohólica...

 

Total gasto del día: 49 €.  Acumulado:  230 €

Para descargar todas las fotos del día (166, 539 MB), pinchar en el siguiente enlace.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Lo de la ex-mujer y el barman ya se lo había leído a Alvite. Un crackde lectura obligada.

Syrah dijo...

Precioso pueblo, Portomarín. Y la bajada que lo precede es un desafío para los tibiares.

Muy bueno Alvite y sus historias del Savoy. Ahora estoy leyendo Almas del nueve largo, genial continuación de la primera entrega.

NCerna dijo...

Hola guapo, acabo de enterarme que estas en el camino de Santiago

Muchos animos en la caminata!

Albert Tortajada dijo...

a ver si sería el mismo pesado... ya sería casualidad....

Y las escaleritas al final del puente, el remate... :)

Son crónicas retrospectivas, señorita. Pero tomo los ánimos para la próxima que no será muy lejos en el tiempo...

todavia dijo...

Me gusta el ritmo que llevas, esperemos lo conserves cuando sea posible, despies de terminar El Camino =)

Me temo que esa cruz artesanal si se debe a un peregrino que terminó su camino ahi.