viernes, 31 de mayo de 2013

El Camino del Norte. Día 2. Irún-Donosti

A las 6:15 (si, no es un error de transcripción) suena música irlandesa, que dista un poco de mi concepto de "despertar con música".  Técnicamente hay que desalojar el albergue a las ocho de la mañana, así que hay tiempo y me doy la vuelta dentro del saco.  Cuando me levanto, a las siete y algo, sólo quedan cuatro paisanos desayunando.

Lo de levantarme tarde y salir el último es para no olvidarme nada.  Si todo el mundo ya ha recogido sus cosas, lo que queda es mío.  Vosotros id tirando que yo ya... yo ya...  


jueves, 30 de mayo de 2013

El Camino del Norte. Día 1: Miño-Irún

Mientras la estaba embalando (joer, tuve que buscar como se escribía correctamente, empezamos bien) pensaba en los 127 pavos de la puesta a punto de la bicicleta.  Cambio de la transmisión, del cambiador, pastillas y ajuste de cables.  Por ese precio casi que me compraba una nueva.  Según el mecánico, la transmisión no hubiese aguantado el tute.  Se ve que esa "manía", como le llama él, de meterla en la playa no le sienta muy bien a los rodamientos.  Pienso en el gran placer que es pedalear en un palmo de mar y me la pela.  Ha durado seis años. Probablemente debería tener una bici chunga para esa gozada y reservar la buena para que dure, pero claro, nunca sabes cuando vas a terminar metido en el agua, depende del día... Divagar sobre tonterías mientras haces tareas rutinarias es la mejor manera de que no te agobien...

lunes, 27 de mayo de 2013

El Camino del Norte. Día 19

El peor día del Camino es siempre el segundo de la vuelta a casa.  Durante el primero se suele lavar el equipaje y guardarlo para la próxima vez.  Cuando vuelves del Camino siempre lo haces pensando en cuando vas a volver.  Si ya has ido dos veces, mientras puedas caminar siempre volverás; el Camino engancha irremediablemente.  Ese primer día de regreso no quieres mantenerte inactivo, así que ordenas fotos, ese inestimable apoyo para la memoria a partir de cierta edad y, los que tomamos notitas, las clasificamos convenientemente para desarrollarlas en su momento, en lo que es un ejercicio compuesto a mitades iguales entre la nostalgia y la reafirmación de todas aquellas verdades que se te mostraron durante el trayecto.

En el segundo día de la vuelta, aparece el dolor físico y el vacío existencial.  El cuerpo se ha acostumbrado a la tunda diaria de kilómetros y la encuentra a faltar, así que músculos, huesos y tendones protestan ante la falta de ejercicio como protestaron durante los primeros días ante el desacostumbrado exceso.  El espíritu, si no lo preparaste adecuadamente, queda aturdido ante la vuelta a la rutina.  Acostumbrado a la libertad absoluta y a la ausencia de horarios, volver a las obligaciones cotidianas, por pequeñas que sean, incomoda tremendamente, sobre todo si vienes de certificar que lo que haces con tu tiempo no es lo que deberías hacer o lo que quieres hacer realmente.

martes, 7 de mayo de 2013

On The Way, again (El Camino del Norte, día 0)

Mañana salgo hacia Irún en tren, mochila a la espalda y bicicleta embalada.  Me vuelvo a meter en el Camino de Santiago, esta vez en la versión Norte, la primigenia, la que usaban los peregrinos cuando la Reconquista aún no había avanzado lo suficiente para poder caminar por la interminable meseta castellana y sus planicies eternas.

Dicen que la del norte es la versión más bonita de todas, por el paisaje.  Lo sabremos a la vuelta, la cámara de fotos dará cuenta de ello.  La intención es llegar hasta Gijón, al menos.  El motivo principal para ir es hacer un reconocimiento para sondear las posibilidades comerciales que tienen Cantabria y el País Vasco para el proyecto Lucerito Artesanía. Todos sabemos como está el mercado y para que nos sea rentable la empresa hay que estirar la ruta norte algo más, antes de embarcarnos definitivamente en el proyecto.  Hasta Gijón ya tenemos claro todo el potencial que hay, ahora toca indagar más allá.

domingo, 14 de abril de 2013

Pasó la primavera

Me gusta que llueva. Tampoco estoy en esa época anterior cuando sólo era feliz cuando llovía (I´m only happy whe it rains era la cita forzada), pero ayer fue el primero de 40 días en los que no cayó agua del cielo.  Tanto líquido empapa el alma a la fuerza, incluso a los que nos gusta la lluvia.  A los que no, están psicopáticos perdidos.  Vuelve a llover otra vez, pero esta mañana la primavera se dejó ver un ratito y había que aprovechar para colgar las mallas largas y sacar, aunque fuera por un día, el pantalón corto.
 
Quise repasar si todos esos rinconcitos escondidos siguen estando ahí, ya que en cuatro días tendremos a los veraneantes ocupando la playa grande. En verano se la dejo todita para ellos, mucha gente junta rompe el encanto de la orilla del mar y prefiero ir a buscar la intimidad unos minutos más lejos.

Ya sabéis que no hay que pedalear mucho desde el garaje de casa para estar en pleno monte...


miércoles, 3 de abril de 2013

Sheila

Entender el mundo de Memory Tapes no es fácil porque se salen de los cánones "normales" establecidos para lo que es una canción.  Sheila, por ejemplo, dura más de 8 minutos (En su versión extended, la mejor).  Hace 30 años que pocos grupos se atreven con una canción de más de 240 segundos. Sheila no tiene uno sólo de desperdicio, en sus 511, alternando felicidades musicales en forma de xilófonos, texturas de primavera y voces expresamente afeminadas y lánguidas, con distorsiones muy alejadas de lo esperado en la continuación de la caricia sónica en la que estamos inmersos.

Si con Bicycle entraron en el olimpo de los one hit wonder del pop-dance happy, ese de metilendioximetanfetamina sonora y con Green Knight (i wanna give you my love, i wanna call your name, at the sound of my voice, you turned away...) consiguieron que escuchar una canción 20 veces sin descubrir otra maravillosa textura sónica, una nueva capa, fuera imposible, además de contener uno de los mejores minutos de toda la historia del pop (1'35'' a 2'39''), con Sheila se colocan en el reputo Olimpo de los genios particulares de unos pocos.  Porque, por suerte, las Majors no les han dado importancia.  No hacen canciones comerciales.  Mejor, que sigan así.

domingo, 31 de marzo de 2013

Chove en Santiago

Este mes traté de organizar mi ciclotimia, pero no salió demasiado bien.  Ya sé, lo hablamos a menudo; se puede fluir, pero no nadar contracorriente.  Aún así quise intentar que no me coincidiera el pico bajo con el fin de mes, pero exprimí demasiado el subidón.  El resultado es más lluvia en el alma que en la calle, que ya es un decir, estos días.

No deberían afectarme los aniversarios, nunca les dí importancia.  Pero estos dos de marzo, el tuyo y el de Maribel, me cuesta pasarlos.  Probablemente porque viendo la cantidad de malnacidos que siguen respirando un aire que no merecen, me sigue pareciendo muy injusto que dos personas como vosotras, con esa alegría inacabable, a pesar de lo que se pudiera torcer el Camino, ya no estéis entre nosotros.  Físicamente, claro.

jueves, 21 de marzo de 2013

Dios sigue estupendo

Todo el que me conoce bien sabe de mi pasión por la música y por las sensaciones extrañas (para la mayoría) que me pueden producir las canciones.  A pesar de eso, no soy nada "fan" de los artistas. A pesar de  la multitud de discos firmados que hay en casa (que tengo por haber coincidido en un backstage o casualmente con el autor del cd), nunca haría diez minutos de cola por un autógrafo de Robert Smith, por poner un ejemplo.

Un concierto en directo es uno de mis hobbies favoritos y, aunque suelo pasármelo estupendamente a poco que el grupo tenga un mínimo de calidad, tampoco me vuelvo loco.  Dos veces tuve una experiencia mística frente a un escenario.  Una no creo que pueda contar como tal (Tarja Turunen de Nightwhish) por que había abusado de determinados estupefacientes que facilitan la empatía con el entorno.  Pero otra vez tuve la sensación de estar delante del mismísimo Dios.  El tipo sobre el escenario desprendía un aura especial y dominaba con su magnetismo todo su alrededor.  Estando en plena posesión de mis limitadas facultades mentales, la experiencia me sorprendió, asustándome un poco.  Eso fué con David Bowie, en los pirineos catalanes, en julio de 1997.