sábado, 11 de junio de 2011

Entre pantallas


Se puede definir el mundo moderno de muchas maneras y hay múltiples avances sin los que no sería posible que fuera como es.  Uno de ellos son las pantallas.  Desde los primeros relojes digitales Casio, en los ochenta, se han ido introduciendo paulatinamente en nuestras vidas, hasta hacerse imprescindibles.  Móviles, GPS, porteros automáticos, cajeros...  Sin una pantalla no nos podríamos comunicar con los sistemas informáticos que hacen más cómodo el mundo.

Tanta pantalla tiene algo de alienador, sin duda.  Pero también abre infinitas puertas.  Quien algo quiere, algo le cuesta, dicen.  Y a la generación actual y a las venideras nos va a costar la vista, al menos.  Ya renuncié a operármela por que los que pasamos mucho tiempo ante una pantalla terminamos volviendo a precisar lentes correctoras al cabo de poco tiempo.  Y ya me acostumbré a llevar gafas.

Paso unas 120 horas a la semana despierto.  Si sumo las 14 horas de multitableo, las 8 que le dedico al curso de photoshop, unas 10 navegando y escribiendo tonterías en este blog y otras 20 frente al Virtual DJ, mas las que pretendo dedicarle a la novela, es más de media vida frente a una pantalla, más que con muchos seres queridos...

Os presento a mi familia...


Aqui hay 3.  La de la izquierda es de un ordenador que funciona exclusivamente como un servidor.  La del pequeñajo, el portable, el que uso para navegar, skype y msn (muuuuuuy de uvas a peras) y el que llevo de viaje.  El de la derecha es el principal de la unidad familiar, aunque lo uso casi exclusivamente para el Photoshop y para multitablear (por aquello de que son tareas que precisan de algo de memoria).

Luego está la zona DJ...



Y claro, no podíamos olvidarnos de esta, que dependiendo del estado de ánimo de uno, también se lleva unas cuantas horas...


Cuenta luego la Blackberry, el mp3, el GPS...

Así que, a la hora de pasar a limpio las notas sobre la novela, muchas ganas de ponerme delante de una pantalla, no tenía, la verdad...
Pero encontré una estupenda solución, trasladar el despacho.  Para ello cuento con dos opciones a escojer (El trasldado quiere decir mover un pequeño portable, la libreta y un pilot).
Mi opción favorita es la terraza del Viejo Almacén, sobre el que ya hice un post en su día. Tiene la gran ventaja de que si te ataca el síndrome de la hoja en blanco, pues te relajas y disfrutas del paisaje.  Hay montones de ratos para llenar hojas en blanco...


Hay veces que se llena de gente (ahora va a suceder cada vez más) y la algarabía no te deja concentrarte.  Para estos casos cuento con el merendero al lado del río Baxoi.


La cantinela del río sólo la perturba el paso ocasional de algún coche.  El sitio es perfecto para escribir, aunque el río, a estas alturas, no entiende demasiado acerca de truculencias, que es sobre lo que trato de llenar páginas.  Por eso aprovecho para corregir y pasar a limpio notas engendradas en las más insospechadas situaciones...

Lo mejor de ir al merendero del Baxoi es la vuelta.  A pesar de que me lo desaconsejó el tipo que me vendió la bici, me encanta meterla en la playa...


Meter la bici en el mar y mojar los pies es uno de mis pequeños grandes placeres irrenunciables.  Por una extraña sensación de libertad, pero también por la mirada de sorpresa y de envidia de los infantes.  Muchos de ellos no imaginaban que las bicicletas van por el mar, también.  Y a muchos otros, sus papás seguro que no les dejarían hacer eso.  No saben lo inofensivo que es y lo bien que sienta, excepto a los mecanismos y engranajes de la bici, por supuesto.  Pero para eso están las cosas, para entretenernos y hacernos la vida más vivible, no para que terminemos esclavos de ellas y de sus manuales de instrucciones y mantenimiento...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya paisajes... no me extraña que lo disfrutes tanto!

Me has dao mucha envidia... no he probado eso de andar en bici por la playa.... y quieroooo!! jeje ahora que soy del bicing... es mi medio de transporte habitual... y me da buen rollito el ritmo de vida que da.

1 besote.
Belén. (Tsu)

Albert Tortajada dijo...

Pues cuando lo pruebes, no vas a poder dejarlo...
Eso sí, luego ten la precaución de pasarle una agüita a la cadena y echarle algo de aceite. Si es teflón, mejor.

Y si, los paisajes son uno de los motivos por los que me costará moverme de Miño...

Un beso de vuelta!