sábado, 16 de enero de 2010

El secreto de la felicidad

La felicidad no puede ser un estado anímico constante, no la valoraríamos como algo positivo si fuese la situación normal en la que nos encontrásemos, siempre. A lo largo de toda la vida, como todo el mundo, le he estado dando muchas vueltas al secreto de una existencia máss llevadera. Ultimamente, bastante más, supongo que será por querer aprovechar mejor lo que me queda de ella, ahora que me acerco al ecuador estadístico de la misma.

La conclusión es que ser feliz es mas fácil de lo que parece. Para empezar, evitando estados de infelicidad. Esto puede parecer puerilmente obvio, pero muchas veces nos encontramos haciendo cosas que no nos apetecen o compartiendo el tiempo con gente que no deseamos tratar.

Algunas de esas veces será inevitable. Yo no quisiera ir a trabajar, pero me hace falta el dinero. Pero hay otras situaciones en las que se puede escoger. Fuera del trabajo, evito las actividades que no me gustan (excepto las inevitables tareas domésticas) y la gente que no me apetece tratar. Tengo la suerte de tener un trabajo gratificante y, a pesar de las horas que me toca invertirle, he conseguido encontrar la forma de disfrutarlo. (la mayoría de veces). No hay otro remedio, mientras no consiga la manera de obtener el dinero que me da la empresa donde trabajo, de otra forma mas agradable.

A pesar de que ha terminado gustandome mi trabajo, si me dieran el mismo dinero y me dejaran quedar en casa, me quedaría. Tengo infinidad de proyectos por hacer. Y ésta vida son cuatro días que pasan volando. Hay que aprovecharlos. Todos. Perder días de fiesta haciendo actividades ingratas o estando con gente que no vale la pena es algo que tengo descartado.

Pienso que el éxito en el intento de vivir feliz se fundamenta en varios pilares:

1- Educar la conciencia. Meditar las creencias y fundamentos morales. La fe ciega anestesia el espíritu y le impide ver la verdad. Es necesario debatir con uno mismo los principios básicos de actuación. La conciencia sabe muy bien que es lo que está bien y lo que está mal. Sólo hay que prestarle la debida atención. En caso de duda, siempre queda el antiguo sistema de escuchar los diversos puntos de vista de tus allegados más sinceros y reflexionar. Descansar, respirar bien y no tener prisa en formarse una opinión, colaboran en gran medida a llegar a conclusiones correctas.

La teoría es fácil. La práctica conlleva constantes reajustes. Las condiciones externas y las personales cambian y eso hace que los puntos de vista deban replantearse, cada vez más a menudo. Lo que no implica necesariamente cambiar de opinión. Pero la inmovilidad de las creencias nos deja desfasados más tarde o más temprano.

2- Actuar siempre conforme a sus dictados. Así uno consigue ausencia de remordimientos. El recuerdo de actuaciones erróneas del pasado es un lastre. Por eso es importante analizar los errores cometidos, aprender de ellos para que no se repitan y pedir disculpas a las personas que se vieron afectadas por nuestras equivocaciones.

3- Cuidar el cuerpo, ya que es el vehículo del espíritu. Es el conocido mens sana in corpore sano de los antiguos. Un cuerpo con ausencia de dolencias es una fuente de preocupaciones menos. Y un vehículo para el espíritu en condiciones ayuda a que éste pueda estar concentrado en lo que tiene entre manos.

4- Liberarse de las emociones negativas, que son las que nos provocan sufrimiento. Esencialmente la ira, el odio y los celos. Pero también otras como el miedo o la frustración. En la sabiduría oriental se señalan tres venenos para el alma: el rechazo, el apego y la ignorancia. Erradicarlas es un trabajo de tiempo y el primer paso tiene que ser reconocerlas y controlarlas.

5- Tener sueños y no cejar en el empeño de conseguirlos. Los sueños deben ser alcanzables. Sin sueños, la vida no tiene sentido.

6- Dar, dar todo lo que puedas. Cuanto más des, más obtendrás de vuelta. Todo el mundo disfruta más regalando, que recibiendo. Regala, pues. No sólo cosas materiales. Puedes entregar ayuda, tiempo, conocimientos...

Hay que saber disfrutar de las cosas pequeñas, de la cotidianeidad. Es lo que nos sucede la mayor parte del tiempo. No es bueno vivir pensando en un evento futuro. Te estás perdiendo todo lo que pasa hasta que éste llega.

Vas bien si cuando te miras al espejo, a los ojos, te gusta lo que ves, aunque es un ejercicio duro de hacer, a veces. El mejor psicólogo está detrás del espejo. Ese ser beyond the mirror es el que mejor te conoce y quien mejor te puede aconsejar. Sólo hay que saber (y atreverse) a preguntarle.

No hace demasiado tiempo, uno de los ruidos que mas me crispaba era el del despertador. Ahora me hace sonreír. Me recuerda que sigo vivo y tengo un día mas por delante.

La felicidad tiene que considerarse como un trayecto, no como un destino.

4 comentarios:

690SM dijo...

Pfff, como empiece a gustarme el sonar del despertador... voy al psicologo xD

todavia dijo...

Aca estan vendiendo un novedoso despertador con ruedas que corre cada que suena. Al chocar con un objeto, da vuelta y corre de nuevo. Seria un bonito regalo para alguien que ha aceptado con alegria su sonido, para recordar viejos ayeres =)

Un pedazo de cielo me hace el dia a mi. No necesito mas.

Lestak dijo...

Para mi la felicidad como tal no existe.

La felicidad es un cúmulo de gotas:
está en la sonrisa de un niño, en el beso de una madre, en un amanecer, en un atardecer rojo a la orilla de la playa, en el sonido del agua al caer al suelo mientras tu estas en casa caliente, en la brisa que te acaricia la cara en lo alto de una montaña, en las buenas noches de un padre, la caricia de un amante, en una trucha in estremix en el river...
Son momentos de felicidad que debemos vivir al máximo en el momento que ocurren y que debemos guardar en la retina de la memoria, para que no se nos olviden y en los momentos negativos de nuestra vida, poder rescatarlos del fondo de la memoria y nos ayuden a seguir adelante.
Para mi el conjunto de todas esas gotas es la felicidad.

Albert Tortajada dijo...

Respecto del sonido del despertador, intenté cambiarlo por algún ruido más agradable. El resultado es que entonces no me despierta.
El sonido es cabrón, pero me recuerda, como decía, que sigo vivo un día más.
Eso si, empezar persiguiendo un chisme ruidoso de buena mañana limitaría mi capacidad de sonreír durante un par de horas. Seguro...

Llámale gotas o pequeños momentos. Estamos hablando de lo mismo.